En estos tiempos de imposturas, de fake news, de postureo y de filtros que esconden lo feo, la autenticidad escasea hasta en la comida. Las lentejas (las tomas o la dejas) de tu madre, el potaje del colegio de monjas y el bocadillo de jamón de las meriendas son casi historia, tanto que un joven dietista-nutricionista, Carlos Ríos, ha venido a recordarnos las bondades de la comida real y para que parezca de lo más cool lo que antes era normal ver en las neveras y en los platos a la hora de comer ha bautizado el invento con un anglicismo para conquistar a los modernos: real fooding. ¿Que qué es esto? Pues ni más ni menos que una tendencia alimentaria que pretende eliminar de tu menú los ultraprocesados. Parece fácil de llevar a la práctica, pero lo cierto es que las tentaciones están por todos lados. Cuando te asalten, piensa en una de estas cinco razones y seguro que se te quitan las ganas de tirar de microondas…
Seas mileurista o pases de este mítico umbral, siempre se agradecen las ideas que suponen un considerable ahorro, y esta es una de ellas en la mayoría de las ocasiones. Pensemos en el desayuno. Un pack de rosquillas glaseadas te costarán 1 euro; un plátano, 40 céntimos. Una hamburguesa en una cadena de comida rápida te sale por un 20% más que tomarte la molestia de comprar la carne recién picada. Eso sí, tendrás que tomarte la molestia de ir al mercado y cocinar, aunque sea poner la burguer en la plancha vuelta y vuelta.
Como los alimentos auténticos son más saciantes es más difícil excederse en su consumo, y reducir las cantidades a porciones razonables solo tiene ventajas, empezando porque te asaltarán mucho menos esos antojos emocionales irrefrenables que surgen con la sensación de tener el estómago vacío.
La comida de verdad, la que procede de lo cultivado en la tierra, lo que crece en los árboles, de los animales que se crían en las granjas o en el mar, solo tiene beneficios. La otra, la que se crea en fábricas, causa problemas cardiovasculares, obesidad, cáncer y un largo historial de patologías, gracias a sus aditivos varios y a los procesos a los que someten a estos alimentos.
Entiéndelo bien, los alimentos reales (ya sea carne, pescado, leche, zanahorias o almendras, por poner algunos ejemplos) no te harán perder peso por sí mismos, pero abrazar la tendencia del real fooding y erradicar de tu dieta para siempre jamás los ultraprocesados sí, porque son una bomba calórica, ya que están repletos de azúcares, harinas refinadas y grasas nocivas en cantidades industriales. Además, la real fooding suele tener un mayor impacto en gasto metabólico digestivo.
Dejarás de obsesionarte por los nutrientes y de contar calorías. Al fin y al cabo, la comida no son matemáticas, sino sentido común. ¿Puedo permitirme 100 gramos de carbohidratos mezclados con un cuarto kilo de proteína? No te vuelvas loca, ya sabes lo que está bien y lo que está mal, y también lo que es pecar un poco en ocasiones especiales o recenar a diario ocho galletas de chocolate con un vaso leche y dos cucharadas soperas de cacao rico en azúcar antes de irte a dormir. ¡Tú decides!
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20 de enero-18 de febrero
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