belleza
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Quieres hacer más ejercicio. Mucho más. Es uno de tus más firmes propósitos para este año. Tanto, que esta vez no lo vas a dejar a mitad de camino. Porque quieres ponerte en forma de una vez por todas. Y aunque estás pensando en probar el running feroz al que han sucumbido muchas de tus amigas, sabes que no se puede construir la casa por el tejado.
Primero, tienes que pasar por el gym para mejorar ese fondo físico inexistente que no ejercitas desde que dejaste el instituto y las clases de gimnasia eran obligatorias. Pero después de las tres primeras visitas a esas instalaciones megamodernas te asalta una duda. La mayoría de las mujeres que te cruzas en la sala de musculación y en los vestuarios están tan arregladas e impecables como quien sale de copas un viernes por la noche. De acuerdo, la ropa deportiva cada vez es más cool y no te importa invertir una parte de tu presupuesto en mejorar tu atuendo de fitness.
Pero te planteas si estás preparada para el siguiente paso: ¿tiene sentido maquillarse para hacer ejercicio? Pues depende de ti y de cómo te haga sentir. Ya sabemos que no vas al gimnasio a ligar (¿o sí?). Y que no pretendes ir pintada como una puerta. Pero tampoco quieres verte hecha un adefesio en esa ingente cantidad de espejos gigantes diseminados por las salas de spinning, cardio y máquinas. Hay un término medio. La piel tiene necesidades básicas que deberías conocer, pero no significa que no puedas mejorar algunas cosas. Ya cuentas con las herramientas adecuadas para hacerlo. Te explicamos cómo.
Cuidado con la base de maquillaje. En general, no se recomiendan. Pero ni se te ocurra utilizar una de alta cobertura para después lanzarte a sudar, porque está claro que va a obstruir los poros y no va a dejar que transpiren. Pero además tampoco va a permitir que el sebo y el sudor se eliminen de forma natural. Y, si se quedan encerrados en los poros, acaban siendo pasto de las bacterias y produciendo acné. Huye de las que contienen silicona. Es cierto que te dan justo lo que buscas, una piel lisa y sin imperfecciones. Pero este ingrediente interfiere con la sudoración de la piel y puede llegar a alterar el proceso de refresco de la temperatura corporal, que es justo para lo que sirve el sudor.
Mejor olvida correctores e iluminadores. Ocurre lo mismo que con el maquillaje: su textura cremosa acaba teniendo un efecto igual de oclusivo.
Polvos, solo en el caso de que sean minerales. Añadir una capa más de cobertura solo aumenta las posibilidades de que que las bacterias campen a sus anchas. La única excepción son los productos minerales: sus ingredientes tienen beneficios bactericidas y antiinflamatorios. Y dejan respirar a la piel porque no taponan los poros.
Un toque de color. Una hidratante con color o una base sin aceites ni siliconas, preferiblemente mineral y que unifique el tono, para esa sensación de buena cara con la que te sientes más segura. Un tinte ligero en las mejillas, aunque se van a ruborizar por sí mismas en cuanto lleves más de cinco minutos en la cinta de correr. La textura líquida del tinte no es oclusiva, como los polvos o los coloretes y el resultado es muy natural.
Bálsamo labial. Un toque de color en los labios. Como no tienen glándulas sudoríparas, en realidad puedes utilizar sin problemas tu barra de labios habitual. Pero lo que sí les sucede a tus labios es que al incrementar la respiración por la boca los sometes a un flujo de aire que puede acabar resecándolos. Así que la solución perfecta es un bálsamo con color que, además, sublime tu tono natural. Esta textura está pensada para sellar la hidratación y protegerlos de los cambios de pH.
Resistentes al agua. Máscara y eyeliner, e incluso sombra de ojos, solo si son waterproof. Si no, el sudor convertirá tu rostro en el del Joker de Batman. También es importante que resistan al agua, porque se fijan en segundos y así no corres el riesgo de que acaben dentro de tus ojos.
Antes de entrenar. Si eres de las que va al gimnasio después de trabajar, tienes que tener en cuenta que llevas contigo todo el maquillaje que te pusiste a primera hora de la mañana. Además de todas las bacterias que se han ido acumulando durante el día. Eso es mucho peor que todo lo que te puedas aplicar in situ para tener mejor aspecto. Porque en cuanto empieces a calentar la musculatura, tus poros (obviamente) van a dilatarse y tienes muchas más posibilidades de que toda esa suciedad acabe en su interior, bloqueándolos y produciendo granitos. Tienes que limpiarte la cara antes de empezar con un producto específico. Así que no olvides llevar tus toallitas desmaquillantes en la bolsa del gimnasio.
Después del ejercicio. El sudor que produces al hacer ejercicio tiene un alto nivel de acidez y es importante no esperar mucho antes de retirarlo del rostro para que no dé pie a la aparición de bacterias. Lo eliminas al ducharte, por supuesto, pero si lo haces además con una leche limpiadora o agua micelar, redoblarás las posibilidades de que no afecte a tu piel.