La tendencia es evidente: ahora la clave está en hacerse un maquillaje usando los mínimos productos posibles. Siempre con una buena base de maquillaje pero, en este caso, el eje central está en el labial rojo que permite recrear diferentes looks y todos así de impactantes.
Todo con labiales y dos productos más, la base de maquillaje y la máscara de pestañas. Roberto Siguero, el maquillador de las famosas, cumple 25 años en Lancôme y nos habla de esta y otras tendencias.
Los teléfonos móviles eran una rareza, no había redes sociales ni tutoriales de belleza caseros en Instagram o Tik Tok. En 1998, cuando Roberto Siguero (Madrid, 1970) comenzó a trabajar con Lancôme, los maquilladores tampoco tenían miles y miles de seguidores en las redes, compitiendo con las mismas estrellas del cine o la música a las que embellecen.
En estos 25 años como make up artist en España de la firma francesa, Siguero también ha visto cambios decisivos en la forma en la que las mujeres (y los hombres) entienden el maquillaje y él mismo ha evolucionado sin descanso en su forma de trabajar para mantenerse actual y en la avanzadilla de las tendencias.
Este licenciado en Bellas Artes con vocación inicial de ginecólogo llegó al mundo del maquillaje de una forma casual. «No entré en Medicina por una décima en la nota media y estudié Bellas Artes por recomendación de una profesora», recuerda. Después, hizo un máster en diseño, estilismo y realización de vestuario, se formó como maquillador con Juan Pedro Hernández y otras escuelas, y entró como maquillador en el Teatro Real en 1997, donde un año después lo fichó Lancôme para nombrarlo maquillador oficial y trabajar con Fred Farrugia, entonces director internacional de maquillaje de la maison. «Buscaban gente joven para crear un equipo internacional y durante siete años aprendí de su genialidad », asegura.
Desde entonces, los cambios de hábitos sociales sobre belleza y estética han sido sustanciales: «Había maquillaje de día, de tarde y de noche, estaban muy diferenciados, encasillados. Ahora, sin embargo, predomina la versatilidad y todo convive: de las pieles más naturales al maquillaje más sofisticado, tanto para la calle como para la alfombra roja. Ya no hay un único canon de belleza y tenemos un maquillaje más inclusivo, que potencia la individualidad, la personalidad y los gustos de cada persona por encima de las técnicas clásicas, con todo corregido y perfecto».
Siguero mantiene que aprendió pronto esa lección de potenciar la belleza natural de cada persona sobre el lucimiento personal. «La primera vez que trabajé con Inés Sastre, entonces una auténtica reina internacional, me dijo: «No intentes lucirte con tu maquillaje. Sólo déjame guapa». Me marcó y comprendí que el maquillaje es solo una herramienta para potenciar la identidad de una persona. Si puedes añadir una parte creativa, mejor, pero lo fundamental es que estén guapas. Trabajé durante 16 años con ella», remata Siguero, por cuyas manos han pasado y pasan celebridades como Catherine Deneuve, Eva Mendes, Nieves Álvarez, Daria Werbowy...
«También me gusta trabajar con mujeres anónimas, es muy gratificante ver que se sienten más felices cuando acabas». De hecho, imparte clases de formación con la ONG Plan Internacional; da talleres para jóvenes con discapacidad con la Fundación A la Par y colabora con hospitales maquillando a mujeres que reciben quimioterapia. «El maquillaje cumple muchas funciones», concluye. λ
20 de enero-18 de febrero
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