Cuatro motivos para pasarse al colorete en crema que quita años al instante y que es ideal para looks no makeup diarios

Aunque pueda parecer algo muy concreto, entre los trucos de maquillaje antiedad para sacar el mejor partido posible a cada producto en cada uso, el colorete ha ganado en muchísimos aspectos. Y todo gracias al auge de diferentes fórmulas que han desbancado a los formatos compactos de toda la vida que pueden jugar malas pasadas tanto si el color no es el acertado, como si nos pasamos de producto o no sabemos utilizar la brocha, como si la piel no está bien preparada para recibirlo.

Al igual que el maquillaje de ojos a los 40 pide tonos más suaves y acabados waterproof, las mejillas aceptan mucho mejor un colorete en crema porque es mucho más versátil que los polvos y porque es mucho más fácil de aplicar que el colorete líquido. Muchas famosas como Gwyneth Paltrow no pueden vivir sin este cosmético para el rostro tal y como ella mismo confirmó en una entrevista para el New York Times: «Es el producto que uso en el día a día para, con un pequeño toque, animar las mejillas y tener buena cara al instante».

Los cuatro motivos para pasarnos al colorete cremoso están ¡más que claros! Es el perfecto cosmético para perezosas. Su uso es multitasking porque no solo le va fenomenal a los pómulos, también se puede aplicar en los párpados a modo de sombra de ojos y en los labios para dar un toque de color e hidratación de forma inmediata.

Nos gusta aún más porque contienen ingredientes que hidratan la zona donde vaya a aplicarse. Como el Vitamin-Infused Cream Blush de Tata Harper, que combina aceites naturales, procedentes de la agriculta ecológica, como el de caléndula, el de rosa, el de ricino o el de jojoba. Un golpe antioxidante que todo tipo de piel agradecerá. El tercer motivo no se queda atrás: el rubor tan suave que deja es uno de los aliados perfectos a la hora de crear looks no makeup diarios que pongan buena cara al instante y que, por ende, quiten años de un plumazo.

Nuestro último motivo, pero no por ello el menos importante: la facilidad a la hora de aplicarlo. Se puede hacer con la yema de los dedos o con un pincel, pero tan solo una pequeña pizca, coloreará las mejillas. Lo mejor es que se puede ir regulando y si se quiere conseguir una mayor intensidad, bastará con colocar otra capa más. Si por el contrario nos hemos excedido, la corrección será más sencilla gracias a la cremosidad del producto. ¡Hora de pasarse al colorete cremoso! (O de probarlo...)