¿Me puedo lavar el pelo todos los días? Resuelve tus dudas para lograr una melena más bonita

Seguro que te sigues planteando las eternas dudas de siempre. Que si te lo puedes lavar todos los días , que si puedes ahorrarte el acondicionador, que si puedes abusar del champú seco... Así que hemos decidido prguntarles a los expertos para que nos lo expliquen todo. incluido en qué orden hay que hacer el neuvo lavado de pelo.

¿Lo puedo lavar cada día? “No perjudica la salud de la fibra capilar ni debilita el folículo piloso, siempre que se haga con un champú con base lavante suave, formulado con ingredientes naturales y sin componentes irritantes como sulfatos, colorantes, perfumes de síntesis o ftalatos”, asegura Modesta Casinello, la farmacéutica fundadora de la línea de productos naturales que lleva su nombre. “No retirar los restos de sudor, grasa y descamación propia del cuero cabelludo es perjudicial para el pelo”.

¿Me puedo saltar el acondicionador? “Nunca”, afirma tajante Miriam Quevedo, y tiene buenas razones para sostener su argumento: “Es el momento de la hidratación del cabello, el que refuerza la cutícula y evita que pierda agua de su interior. Si pasamos directamente del champú a peinar sin esta capa de nutrición, el pelo se rompe”.

¿Puedo abusar del champú en seco? Si es de buena calidad y, además de absorbentes del sebo y las partículas, contiene aminoácidos y oligoelementos, estarás aportando un extra de tratamiento al cabello. “Aunque eso no te exime de un lavado tradicional con agua y champú al menos dos veces a la semana”, apunta Miriam Quevedo. Pero, eso sí, si el producto que utilizas es muy básico y solo contiene activos secantes, puedes desequilibrar el cuero cabelludo.

Pero hay otros aspectos de tu cabello igual de importantes que tienes que tener en cuenta para lavarte bien el pelo: Apúntate estos cinco:

Es el rey de la fiesta y el quid de la cuestión. Porque todo lo importante que le sucede a tu melena empieza en el cuero cabelludo. Bajo él está la circulación sanguínea que se encarga de alimentar los folículos pilosos. Y en ellos se crean, se nutren y crecen cada uno de tus cabellos.

De su estado saludable depende que el pelo tenga un diámetro aceptable y la longitud que deseas, pero también el brillo y la densidad que le pides a tu melena. Para que todo esto mantenga un equilibrio perfecto, es crucial la buena oxigenación de la piel de esta zona. Y que estos folículos no acaben asfixiados bajo capas de residuos. Porque aquí se acumulan restos de productos de styling, células muertas, sebo oxidado, partículas contaminantes…

Si cuando todo esto sucede en tu rostro lo solucionas mediante un buen peeling, lo normal es que el mismo sistema sirva para liberar también tu cuero cabelludo. Por eso los nuevos gestos de belleza capilar se basan en una exfoliación efectiva (pero nada agresiva) de un área que, por cierto, se desequilibra demasiado fácilmente.

Lo bueno es que los peelings específicos tienen sus características muy en cuenta y aportan oligoelementos con un extra de nutrición, además de activos calmantes. “La exfoliación favorece que se abra más el poro de la piel y también la fibra capilar. Pero, además, elimina toxinas y estimula la circulación sanguínea”, explica Miriam Quevedo, fundadora de la firma de cuidados de lujo que lleva su nombre. Si la piel de tu cabeza es sensible, contrarresta la posible irritación con productos como el sérum a la peonía de Klorane o el champú a la leche de avena de Garnier.

Aplicar una mascarilla, una crema nutritiva o un tratamiento reparador cuando el cabello está cubierto por una capa de suciedad parece un sinsentido. Y, sin embargo, la preparación previa al lavado puede hacer maravillas por tu pelo, sobre todo si sufre una deshidratación importante. Porque el proceso de limpieza tiene la mala costumbre de arrastrar lípidos naturales en el momento del aclarado, tanto del cuero cabelludo como de las fibras.

Y si tu pelo tiende a resecarse, lavarlo es un calvario. Pero si le aportas un extra de nutrición que penetre en el córtex antes de empezar con el enjabonado, sellas gran parte de la hidratación natural en su interior y creas una película de protección que no afecta a la suciedad. Pero tras un tratamiento de este tipo evita champús clarificantes, que tienden a arrasar con todo. Y no dejes el producto durante más de 20 minutos, porque cuanto más tiempo pase tu cabello húmedo, mucho peor para él.

No te comprometas con una sola cuando puedes tener lo mejor de todas ellas. Porque la razón tradicional por la que te ponías la mascarilla (un extra de nutrición) ha dado paso a otras soluciones: de la polución a la falta de brillo.

No es lo único que ha cambiado. Las de antes estaban formuladas para medios y puntas, porque su carga oleosa añadía peso y grasa a las raíces. Pero las nuevas texturas ultraligeras detox sí que pueden (y deben) aplicarse en todas partes. Su contenido en arcillas y carbón activo acaba con las partículas contaminantes y las toxinas más adheridas.

Pero no te quedes ahí: reaviva el color, mejora la densidad y recupera daños. Ahora, hasta con efecto calor, como la de L’Oreál Paris, que hace penetrar mejor los activos.

Ya te hemos dado un listado de todo lo que se amontona sobre tus folículos pilosos. Pues ten en cuenta que esa misma mixtura de suciedad recorre tus cabellos desde la raíz hasta llegar a las puntas, en el proceso que siguen los lípidos naturales de tu organismo para nutrir tu cabello.

El problema es que ahora vienen acompañados de elementos dañinos como la contaminación: su combinación de metales pesados y oxidantes de alta intensidad se pegan a las fibras y debilitan su estructura. Eliminarlo todo requiere nuevos activos, como las micelas que usas para desmaquillarte.

En el pelo despliegan su capacidad para atraer partículas de desechos sin la agresividad de los sulfatos de los champús tradicionales. Los micelares y detox limpian en profundidad, sin arrastrar los lípidos naturales y sin deshidratar la fibra. Por eso notas que aligeran la melena.

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