Mantener los niveles de colágeno óptimos evita la flacidez. /
El colágeno … ¡Anda que no oímos hablar de él! Y con razón: es un elemento fundamental en el cuerpo humano. Pero aquí no vamos a hablar de su importancia médica –que la tiene, y mucha– sino de sus funciones cutáneas. Le da elasticidad, tersura y densidad. Cuando tenemos el colágeno en forma, la piel se ve firme, bonita. Cuando se degrada empieza el momento 'perro pachón'… ¿Cómo cuidar esa joya que tenemos en la piel?
Durante mucho tiempo se pensó que si nos aplicábamos en la piel una crema con colágeno tendríamos más en el interior. Pero el cuerpo humano no funciona así: la molécula del que hay en las cremas es demasiado grande como para entrar en las capas inferiores. Eso sí, a la hora de hidratar, es estupendo: impide la pérdida de agua transepidérmica y es muy emoliente, que es otra forma de cuidar la piel.
Un secreto de esta proteína es que, para formarse, necesita la ayuda de esta vitamina. Sin ella, se produce peor y menos colágeno. Esto afecta especialmente a los fumadores, puesto que, entre su larga lista de fechorías, la nicotina vacía y arrasa con las reservas de vitamina C del organismo. Es una de las varias razones por las que el tabaco afecta tan negativamente a la piel, produciendo flacidez. En resumen: que sin vitamina C en la dieta, la piel está más flácida.¿Y en cremas? Efectivamente, la vitamina C ayuda a preservar el que tenemos, especialmente gracias a su acción antiradicales libres y su capacidad de reducir la inflamación celular.
Una de las razones por las que el retinol destaca como activo antiarrugas y antifotoenvejecimiento por excelencia es su capacidad de estimular la síntesis de colágeno. Más eficaz aún es el ácido retinoico, pero su uso ha de ser prescrito y controlado por un dermatólogo.
Sin rodeos: los UVB y los UVA dejan el colágeno por los suelos. Destrozado. Hecho un asco. Y ya. ¡Dicho queda!
El colágeno es una proteína y necesita que en nuestra dieta entren también otras proteínas para ser creado. ¿Lo ideal? Consumir proteína magra cuando es de origen animal (pescado, pollo, pavo, etc.) o, si es de origen vegetal, aumentar su valor biológico combinándola con cereales u hortalizas.
El colágeno es una proteína de sostén, y tiene que tener el punto justo entre fuerza y elasticidad para sostener todo y cuando debe. Y el azúcar rompe ese equilibrio. Cuando la blanca sustancia entra en el torrente sanguíneo, parte de la misma se une a ciertas proteínas, como… sí, lo adivinaron, ¡el colágeno! Es un proceso similar al del azúcar cuando se mezcla con la clara de huevo para crear merengue, o como la mezcla de agua y azúcar usadas por los punk de los 80 para crear sus crestas: llega el azúcar, se pega a la proteína, y la 'carameliza'. Lejos de fortalecerla, la torna rígida, tiesa, y con ello, pierde su elasticidad. Para hacer el cuento corto: sí, el azúcar provoca arrugas. Y flacidez. Y de la lorza y las caries ni hablamos, que para qué vamos a hincar en el tema…
No solo la vitamina C es un cofactor en la creación de colágeno. Existen dos aminoácidos, la lisina y la prolina, que son de los más amables a la hora de su formación. La primera se encuentra sobre todo en la leche, la soja y la carne, y la segunda en… ¡tachán! La carne y los alimentos ricos en vitamina C.
En polvo, en pastillas, en gel, en bebida… Los suplementos con colágeno están de moda, pero su efectividad a la hora de aumentar el que hay en la piel comienza a estar discutida. El Dr. José Vicente Lajo-Plaza explica: “el colágeno, sobre todo el hidrolizado, se absorbe por el organismo, pero hay estudios que muestran que no se deposita necesariamente en la piel, sino sobre todo en huesos, articulaciones u otros órganos”. Pero no solo eso: “ Cuando al cuerpo le aportamos colágeno de forma exógena, el propio organismo merma su producción natural de esta sustancia. El cuerpo lo detecta en sangre, entiende que tiene los niveles que necesita y no lo produce por sí mismo”. El Dr. Lajo Plaza recomienda tomar precursores del colágeno, sobre todo tras tratamientos estéticos destinados a inducir la formación de esta sustancia.
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