En este territorio no caben demasiadas medias tintas: cuando tienes los párpados caídos poco se puede lograr con cremas y otros retoques superficiales. Si es un rasgo que caracteriza la mirada y hasta llega a obsesionarnos, seguramente es porque ya tenemos piel sobrante sobre los ojos. Y, aquí, la única solución fulminante y duradera pasa por la estética, desde tratamientos mínimamente invasivos con bótox a la cirugía. Que sí, que impresiona, pero que en este caso es más intrascendente de lo que parece. De hecho, se trata de un tipo de operación tremendamente popular tanto entre hombres como entre mujeres. De las más rutinarias.
Lo fundamental: consultar con los médicos los tratamientos que mejor pueden resolver el problema. Porque existen varias opciones en función de cuánto haya avanzado. Puede ser suficiente con unos toques de toxina botulínica (bótox) o recurrir a los infalibles hilos tensores (que, no lo olvidemos, tienen fecha de caducidad: alrededor de dos años). El siguiente paso puede ser plantear un lifting de cejas, de manera que el párpado se vea arrastrado hacia arriba. Pero si ya tenemos una cantidad considerable de piel sobrante, lo mejor es recurrir a una cirugia: la blefaroplastia.
La blefaroplastia consiste en una mínima incisión cuya cicatriz prácticamente desaparece de la vista. La extracción de la piel sobrante tanto en el párado superior como en el inferior puede realizarse con anestesia local o general y suele durar alrededor de una hora. Es un visto y no visto: las suturas se retiran en seis días y los hematomas desaparecen en alrededor de quince. Lo mejor es que la duración de esta intervención supera la década, una durabilidad que justifica la inversión en una operación de este tipo: ronda los 2.000 euros.
20 de enero-18 de febrero
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