Errores que cometes en tu rutina de cuidado facial y que podrían estar deteriorando y envejeciendo tu piel

Que levante la mano quien no haya cometido alguna vez con un crimen de belleza. Irse a dormir sin desmaquillarse, no lavarse la cara por las mañanas, hacer mascarillas caseras más que dudosas, pasarnos con los aceititos y el sol. Todas hemos pecado, bien por pereza, por curiosidad o porque nos ha dado igual de todo. Sabemos lo que es bueno y lo que no, la mayoría de las veces. Aunque, hay ciertas reglas del cuidado facial que se deben seguir a raja tabla si no queremos provocarnos daños irreversibles.

Nuestra piel es delicadísima y cualquier acto contraproducente la podría fastidiar para siempre. Seguir esos trucos virales tan populares sin ninguna recomendación dermatológica o usar productos no indicados para nuestro tipo de cutis es nocivo. También, simples gestos como no lavar las brochas de maquillaje. Por eso es importante conocer qué prácticas llevar a cabo, cuáles no y qué ingredientes se deben usar para tener una rutina saludable, segura y beneficiosa a la que acatarse con disciplina. Porque, si hay algo claro es que aún no existen milagros que puedan revertir todos los males de la piel, por mucha innovación tecnológica y nuevos tratamientos que surjan. Siempre es mejor prevenir que curar. Aquí te enseñamos algunos de estos errores que nunca volver a cometer.

Lo más básico y que todas llevamos a cabo de manera incorrecta. La mayoría se ajustarán al simple disco de algodón empapado en agua micelar o, peor, las toallitas desmaquillantes. Seguramente, esto te parezca una locura y te entren los mil males por el cuerpo al tener que invertir todavía más tiempo en el cuidado, pero la doble limpieza es el método acertado que aconsejan los dermatólogos.

No solo nos referimos a la mañana y la noche, sino a primero, usar esa agua micelar o tónico desmaquillante, que deben ser enjuagados por ser secantes, y, después, usar una leche limpiadora, bálsamo, gel o jabón especial para eliminar los restos de suciedad e impurezas que queden. Sobre todo, este paso se ha de incluir en la rutina nocturna. Así, seguro que verás tu cutis más radiante y te quitarás de irritación, sequedad o problemas derivados de la obstrucción de poros.

La exfoliación dos o tres veces por semana es muy beneficiosa para eliminar piel muerta y activar la renovación celular que permite desvelar una tez radiante, jugosa, rellena además de absorber mejor los ingredientes que apliquemos sobre ella. Sin embargo, el empleo de estos activos en exceso es super dañino porque deja la piel desprovista de su barrera protectora, así como de los aceites esenciales naturales que permiten conservar el equilibrio.

Puede parecer obvio, pero los ácidos de exfoliación química o los retinoides no solo se incluyen en cosméticos específicos para exfoliar, por lo que te puedes pasar sin darte cuenta. El resultado sería irritación, sequedad, grietas, brotes hipersensibilidad, fotosensibilidad y mayor propensión a aparición de manchas o arrugas. Asegúrate de leer las etiquetas de tus productos y de no mezclar agentes poderosos, así como decantarse por exfoliantes suaves que respeten la piel.

La hidratación del cutis es el paso esencial que todas debemos seguir a pies juntillas. Para los expertos es la recomendación número uno. Lamentablemente, es fácil confundirse al elegir una crema hidratante. Es cierto que la deshidratación conduce a generar más grasa para compensar, pero abusar de fórmulas untuosas es igual de malo. Intercala una crema ligera para el día y una más densa en la noche, o bien, opta por los sérums ligeros las dos veces en el día, como los de ácido hialurónico, ceramidas, vitamina E o escualano.

El más obvio, imprescindible y el que más nos saltamos. Todos los días, haga el tiempo que haga, salgas o no salgas a la calle, siempre usa protector solar de amplio espectro para cuidarte de la radiación y la contaminación. Estos agresores destruyen las defensas de la piel silenciosamente y causan envejecimiento prematuro o, acusan esos signos. Ve a por texturas ligeras, hidratantes y no comedogénicas o sin aceites, tengas el tipo de piel que tengas.

Resulta de lo más tentador apretar los granitos, puntos negros y espinillas. ¿Te calmará el ansia por quitar esa molestia antiestética de tu rostro? Sí. ¿La eliminará? No. Lo que provocas es retrasar su proceso curativo, la aparición de cicatrices, añadir más bacterias a la piel o enquistarlos. En lugar de esto, emplea productos secantes y desaparecerá sin darte cuenta.