Cómo reparar y fortalecer la función barrera de la piel esencial para combatir los signos del envejecimiento y lucir una piel firme y luminosa

Nuestra piel es, posiblemente, el órgano más sufrido. Al estar en el exterior, se expone a todo tipo de problemas. Algunos los provocamos nosotras mismas al aplicar cosméticos que no nos hacen bien o al tener manías o malos hábitos como una limpieza inadecuada o reventar granitos. Otros aparecen por las experiencias, como cicatrices de heridas. Y, los agresores medioambientales también son muy influyentes en el deterioro, fomentando el fotoenvejecimiento o la acumulación de bacterias por contaminación.

Sea como fuere, debemos tener muy presente que los daños, en su gran mayoría, son casi irreversibles, dependiendo de su índole. Para evitarlos, debemos reforzar la protección de nuestro cutis usando productos que estimulen las defensas. La barrera cutánea es nuestro gran combatiente contra los signos de la edad. Si la mantenemos nutrida y saludable, no solo conseguiremos detener el proceso de envejecimiento, sino que también las fórmulas se volverán más eficaces y, por ende, dichos padecimientos irán desapareciendo con el tiempo.

La barrera cutánea es la base de un buen cuidado facial. Se conforma por las capas superiores de la piel, que actúan protegiendo a aquellas más profundas, como es la epidermis. También conocida como manto ácido, combate cualquier alérgeno o activo irritante que pretenda introducirse en nuestra tez, así como mantiene la hidratación para evitar la pérdida de agua transepidérmica, factor fundamental para conseguir un cutis saludable y joven, con volumen, aspecto jugoso y luminosidad, además de para conservar la densidad. Eso, cuando está en su estado óptimo de salud.

Pero cuando el muro se agrieta, experimentaremos un desequilibrio entre los componentes humectantes, oclusivos y emolientes, lo que provoca hipersensibilidad, sequedad extrema, inflamación, falta de brillo, descamación, mayor tendencia a brotes o aparición de manchas y disminución de la producción de colágeno, entre otros.

El uso de ingredientes demasiado potentes o no indicados para nuestro tipo de piel el abuso de cosméticos exfoliantes (químicos, mecánico o gommage), o utilizar productos con formulaciones reactivas por las mañanas o cuando nos va a dar mucho el sol. También el estrés, la luz azul de las pantallas o no utilizar protección solar a diario, desmantelan nuestra barrera.

Para recomponerla, lo más aconsejable es encontrar la razón que nos ha causado el deterioro y parar o, empezar, como en el caso del protector. Después, se debe interrumpir el uso de los activos poderosos como el retinol. Y, durante dos o tres semanas, solo emplear ingredientes super nutritivos, calmantes e hidratantes.

Las ceramidas, el ácido hialurónico, el escualano o la vitamina E para reponer la humedad. Los antioxidantes para descongestionar el rostro, combatir la apariencia cansada con la vuelta del tono uniforme y la luz, y para proteger de todos los daños de los radicales libres. El aloe vera, el té verde o la avena son antiiflamatorios y fomentan la hidratación.

Lo importante es encontrar productos indicados para reconstruir el equilibrio de emolientes, humectantes y oclusivos.