Los riesgos de los retoques eséticos no hechos por profesionales son muchos. / pexels

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Labios rusos, pómulos exagerados y cara de alien: el peligro de los retoques de Instagram que ves a las influencers

La Sociedad Española de Medicina Estética pone en marcha la campaña Tu cara ya no me suena para concienciar sobre la importancia de elegir al profesional adecuado y escapar de los rellenos exagerados y artificiales.

Un vistazo rápido por Instagram o TikTok, especialmente en cuentas relacionadas con la estética, es suficiente para hacerse una idea nítida de la tendencia que impera, especialmente entre las más jóvenes: labios rusos, es decir, enormes, con mucha proyección y forma súper definida, pómulos exagerados a base de relleno, por ejemplo y barbilla redondeada. Estamos ante lo que los profesionales del sector llaman « caras de alien» por la evidente comparación con la que en el imaginario colectivo tiene un extraterrestre.

Curiosamente, ocurre en un momento en el que existe más información que nunca sobre la especialidad. De ahí que la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) haya lanzado recientemente la campaña « Tu cara ya no me suena» para referirse a una práctica que, en lugar de mejorar, transforma los rasgos hasta el punto de volverlos irreconocibles e iguales a multitud de rostros al mismo tiempo, con las consecuencias perniciosas que ponen en jaque no solo la identidad, también la seguridad del paciente.

No hablamos de algo minoritario, ya que el 47% de la población se ha sometido a alguna técnica médico estética, según datos de la SEME. Y aunque hay más mujeres, las cifras cada vez se equiparan más: 51,1% ellas, 48,9% ellos. Lo sorprendente es que a día de hoy el 65% de los tratamientos médico estéticos son realizados por profesionales no cualificados, y el 20% en lugares no regulados, como peluquerías o domicilios.

¿Te suenan las bótox party? Las reuniones de amigas donde quedan para pincharse neuromoduladores al unísino con el fin de eliminar arrugas mientras toman café sigue al parecer siendo una realidad, solo que clandestina. Lo primero en lo que insiste el dr. Juan Antonio López López-Pitalúa, presidente de la sociedad médica, es en la necesidad de que el profesional sea siempre médico. Así lo dictamina, dice, el Tribunal Supremo. «Otra cosa es que la directiva europea pueda dar lugar a confusión porque se refiere a muchos países, y en otros sí está autorizado por parte de personal no médico, pero en España la ley es clara».

Las ofertas peligrosas de retoques

El porqué acuden, especialmente jóvenes, a centros o profesionales no autorizados en muchas ocasiones, hay que buscarlo en el precio: a menudo se abaratan los costes. Probablemente, tampoco tengan la información necesaria sobre las posibles consecuencias, cuando según el Dr. López López Pitalúa, los procedimientos médicos aplicados en las manos equivocadas ponen en riesgo la seguridad del paciente.

Entre los efectos secundarios están las asimetrías faciales, las infecciones, las migraciones del producto, las reacciones alérgicas, las quemaduras o incluso las necrosis con muerte del tejido y pérdida de funcionalidad. Todo ello, auspiciado por las redes sociales, donde infinidad de contenidos publicados a diario incitan a replicar patrones físicos artificiales guiados por la desinformación, cuando paradójicamente tenemos acceso a tanto.

Instagram y la estética tóxica

«Los médicos tenemos mucha responsabilidad de lo que está ocurriendo, porque en ocasiones recurrimos a las redes sociales banalizando nuestros actos médicos, destacando lo simples y poco arriesgados que son, pero esto confunde a la población y parece que consiste en pinchar la aguja y empujar, simplemente», denuncia el presidente de la SEME. «Además se le da el mismo crédito a un influencer que a un médico, sin tener en cuenta que este sí tiene que atenerse a unas reglas que no son de obligado cumplimiento para el que no es médico».

El problema añadido, dice, es que son capaces de generar una corriente de seguidores en ocasiones de poca capacidad crítica que no cuestiona la profesionalidad y formación de quien habla. «Estamos ante una estética tóxica o de exceso». Y como añade el dr. Sergio Fernández Mesa, vicepresidente segundo de la asociación médica, «ante una banalización de la disciplina médica que contribuye a instaurar la idea de que las infiltraciones, los láseres o la radiofrecuencia son semejantes a un masaje o a una limpieza facial». Luego está el afán de los más jóvenes por la uniformidad, a menudo por el deseo de pertenencia al grupo, añade el dr. López López Pitalúa.

«A veces desean identificarse con una imagen moderna que lamentablemente suele carecer de una base formativa desde el punto de vista humano y personal, ya que esto no importa en el mundo de la imagen. Sin embargo, si a una chica de 25 años le pones labios gruesos dejan de moverse bien, se le hunden los surcos nasogenianos, parece que está siempre enfadada y le da aspecto de persona mayor». A esta edad buscan imitar, dice, en lugar de realzar.

« Nunca hemos rechazado tantos pacientes como actualmente debido a propuestas no razonables y expectativas en algunos casos no realistas», cuando la buena medicina debe «destacar las propias características, matizar las posibles faltas de armonía y equilibrio entre las distintas partes anatómicas y mantener un aspecto saludable y juvenil el mayor tiempo posible».

Lo que hay que saber sobre los retoques

En medio de semejante confusión, lo que sí parece prioritario es que sea el paciente quien se informe adecuadamente a la hora de decidirse por un retoque de medicina estética, de manera que pueda discernir los condicionantes básicos para que un procedimiento sea seguro, eficaz y armónico.

Como explica el Dr. Fernández Mesa, es fundamental que el paciente busque el sello digital SEME U.48 de garantía médica en la clínica, que se fije en la identificación del profesional (que tiene la obligación de llevarla de forma visible) y pedir la historia clínica con las etiquetas del producto infiltrado, que el paciente tiene el derecho de tener. Esto protege también de los materiales propios de medicina estética que se venden a través de canales ilegales en Internet, de ahí la importancia, dicen desde la SEME, de exigir que el profesional pegue en el informe médico la pegatina con el número de registro del material.