Hasta ahora, solo se le pedía una cosa a un producto de belleza: que funcionara. Pero el consumidor se ha vuelto más exigente y busca cosméticos con los que compartir una filosofía, unos valores. Y la sostenibilidad es uno de los más apreciados. La preocupación por el coronovarius no le ha quitado importancia a la que existe por la conservación del planeta: el 49% de la población europea sigue igual de involucrada o más, según el estudio Who cares, who does realizado por Kantar durante el 2021, que estudia el comportamiento de los consumidores en 26 mercados del continente europeo.
Incluso el 61% de los encuestados que se considera ecoactivo (es decir, que no solo se preocupa por el medio ambiente, sino que trabaja por su conservación de forma habitual) cree que la sostenibilidad es ahora más importante que antes. Y aquí, la industria cosmética juega un papel muy importante porque, según esta misma encuesta, el 60% de las marcas que se nombra cuando preguntan por sostenibilidad pertenece a este sector.
Esto quiere decir que las empresas de cosmética lo están haciendo bien. L'Oréal es uno de los gigantes más comprometidos y, desde 2013, cuenta con un programa de desarrollo sostenible llamado L'Oréal for the future en el que expone todos su compromisos (y revisa los objetivos alcanzados) de aquí al 2030. Entre ellos, reducir a cero la huella de carbono, el uso exclusivo de agua reciclada, el empleo de ingredientes 100% naturales y de envases de plástico reciclado –o bioplástico-antes de ese año. Por algo ha sido reconocida como una de las compañías más éticas del mundo, según el Instituto Ethisphere, que promueve y define los estándares éticos de las prácticas empresariales.
Nadie duda de que esta y cualquier otra iniciativa sostenible parten de una preocupación real, pero es innegable que tienen también un componente estratégico para aumentar las ventas, aprovechando un hueco en el mercado que cada vez es más amplio. De hecho, el 50% de la población mundial será ecoactiva en el 2030, mientras que en 2022 esta cifra solo llega al 22%, tal como desvela el mencionado estudio de Kantar. Queda un 28% de consumidores a los que ganarse por el camino con acciones responsables y packaging eco.
Precisamente esto último, el envase, es lo primero en lo que se fija el consumidor a la hora de comprar un producto sostenible: que se pueda reciclar o que esté hecho con materiales reciclados. En el mismo informe también destacan que las mayores preocupaciones de los compradores tienen que ver con el cambio climático (42%), la calidad del agua (36%), el uso de plásticos (un 34%) y la deforestación (28 %).