Cómo afecta la pérdida de agua transepidérmica y cómo debes combatirla para eliminar la flacidez y rellenar la piel

Parece que cada vez que tenemos que adquirir un nuevo cosmético de cuidado facial que añadir a nuestra rutina, debemos tener un máster en dermatología. La información sobre activos, concentraciones o mezclas de componentes es ingente y confusa. Leer una etiqueta es como descifrar el arameo antiguo, pero lo hacemos en pro de los beneficios de la piel. Qué ingredientes son mejores que otros , cuáles nos vienen mejor, en qué porcentajes. Sin embargo, precisamente por lo tedioso y complicado del asunto, nos saltamos todo a la torera y nos dejamos guiar por el instinto, algo nada aconsejable.

Cuando aplicamos formulaciones sin ton ni son, podemos estar haciendo daño sin beneficios , es decir, malgastamos tiempo, dinero y para colmo, deterioramos nuestra piel. Es esencial ser respetuosos con ella y, sobre todo, tratar de crear un base fuerte en la que los ingredientes puedan trabajar mejor y obtengamos mayor eficacia. Las capas protectoras son el punto de partida que hará que tu cutis se vea realmente saludable y joven, como la barrera cutánea, el microbioma o el depósito de agua de la dermis, fundamental en la elasticidad y tersura. Pero, ¿Qué ocurre cuando sufrimos daños? La pérdida de agua transepidérmica.

La capa de humedad que se conserva dentro de la piel y que forma parte de la barrera cutánea, es responsable de mantener el cutis en su estado óptimo, con volumen, relleno, tirante y luminoso. Si este cúmulo de hidratación se ve comprometido, el agua irá desapareciendo de la piel, y así se origina la pérdida de agua transepidérmica.

La dermis expulsa agua de forma natural pero siempre de forma proporcional con la que se absorbe o crea. Aunque, si es mayor la pérdida que la retención de humedad, la protección y las células dejarán de funcionar de manera correcta y aparecerán problemas graves que agudizan el proceso de envejecimiento. En la estación en la que nos encontramos, hay más probabilidad de padecer este fenómeno, ya que son el frío extremo y el clima seco los que agrietan la capa de hidratación, además de la contaminación, la radiación ultravioleta, el abuso de activos poderosos en porcentajes altos y el desequilibrio en el cortisol, hormona del estrés que participa en la producción de lípidos y la estabilización de ácido hialurónico.

La piel está excesivamente seca, tirante, irritada e incluso, con descamación o grietas que se transforman en heridas. La inflamación de la dermis es muy perjudicial para el colágeno, ya que hace que se detenga su proceso, así como impide que se recompongan las fibras, desembocando en aumento de la flacidez, falta de elasticidad, pérdida de densidad en la dermis y remarcación de arrugas, entre otros. Además, una buena hidratación significa una mejor circulación (favorece la desaparición de pigmentación, el brillo y la buena asimilación de activos) y origina un efecto relleno dérmico que le da al rostro la jugosidad y aspecto radiante asociados a la juventud.

¿Cómo podemos detener el problema? Simple, fórmulas hidratantes. La mezcla de agentes emolientes y humectantes atrapa la humedad en la piel y la almacena, para que los niveles saludables se restauren. De dos a tres veces al día, es muy importante reaplicar un producto super hidratante para ir reponiendo esa agua perdida. Sobre todo, por la noche, ya que es cuando más humedad se desprende, siendo recomendable el uso de un sérum de ácido hialurónico, por ejemplo, y encima, una crema untuosa que no deje escapar nada de la hidratación que estamos proporcionando, como último paso justo antes de acostarnos.

Además, conviene emplear otros agentes que trabajen en conjunto para regenerar la piel, reparar los daños provocados y calmar, como los antioxidantes, los péptidos o la avena coloidal. Junto a las ceramidas, glicerina, vitamina E, escualano, ácido hialurónico, vitamina D, vitamina B5 o aloe vera, conseguirás deshacerte de todos los males y presumirás de una tez perfecta y sana, para que no olvides lo importante que es aplicar los productos con responsabilidad, protegerse y cuidar de la base que cimenta nuestra piel.