Aunque la familia real española se resiste, la realidad es que ahora mismo, la naturalidad, cercanía y espontaneidad de los monarcas de todo el mundo lleva aparajada la coletilla de ‘digital’. Porque estos son los tres ingredientes que forman la real receta 2.0 con la que las monarquías de Noruega, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Inglaterra, Jordania y Mónaco han dado un giro de 180º a la visión que sus conciudadanos tenían de ellos.
Instagram, esa herramienta que vale tanto para darle ‘likes’ a tu cantante preferido como para reírte con el último vídeo de gatitos jugando con un ovillo de lana, es ahora la plataforma que ha convertido a reyes, reinas, príncipes y princesas en ‘amigos’ tuyos como por arte de magia. Aunque en este caso la magia se llama algoritmo y el hada encargada de controlarlo se llama ‘engagement’. Algo que, mucho nos tememos, no forma parte (de momento) de la agenda de la Casa Real española . ¿Por qué?
Érase una vez una monarquía que soñaba con modernizarse. La llegada de la reina Letizia parecía ser el punto de inflexión que los Borbones necesitaban. Una mujer ‘del pueblo’, independiente, con voz propia, que llegaba al palacio de la Zarzuela con un matrimonio fallido a sus espaldas (¿qué hay más mortal y llano que un divorcio?) y una carrera profesional brillante. Un espejo en el que muchas mujeres podrían haberse visto reflejadas, pero que se rompió con el paso de los años. ¿Por qué no utilizar las habilidades comunicativas de la reina Letizia para conectar con un pueblo del que ella misma formó parte?
Retrato oficial de la Familia real española.
Muchos pensarán que qué sentido tendría que cualquier reina, sin importar el país, mostrase su día a día en Instagram. ¿Realmente interesaría? Sí, y el mejor ejemplo de ello es Rania de Jordania quien cuenta con 6,2 millones de seguidores en Instagram . “Madre y esposa que tiene un trabajo realmente guay”, reza (en inglés) su biografía en dicha red social. Así de fácil. Nueve palabras que no la definen por su papel institucional, sino por lo que realmente es como persona.
Si buceamos entre sus publicaciones, el perfil de la monarca jordana es el equilibrio perfecto entre obligaciones profesionales y vida personal. De hecho, en las stories destacadas tituladas como “LoveJO” podrás ver cómo la familia real jordana al completo nos muestras una cena en su residencia privada, vestidos con ropa informal, riendo, relajados y sin la presión del omnipresente protocolo. Por no hablar de sus posados no oficiales que son todo un soplo de aire fresco.
Además, cabe destacar que Rania de Jordania es el único miembro de la familia que dispone de una cuenta individual en Instagram, ya que el resto de actualizaciones llegan desde el perfil oficial de la Casa Real Jordana, a la que ‘solo’ siguen 1,2 millones de personas. Una estrategia que también han seguido Mónaco, Suecia y Noruega dejando que la princesa Charlene, la princesa Magdalena y la princesa Mette Marit, respectivamente, vuelen solas en Instagram, aún cuando todas estas monarquías abrieron cuentas oficiales de sus casas reales.
Un ‘modus operandi’ que podría funcionar a la perfección en el caso español. La ‘oficial’, en la que la imagen de la corona sigue siendo la de una institución cargada de solemnidad y protocolo, y la ‘no oficial’, la de un miembro [o dos, este es el caso británico que cuenta con perfiles únicos para los duques de Cambridge (12,1 M de seguidores) y el príncipe Carlos y la duquesa de Cornualles (1,2 M de seguidores)] en la que se muestra el lado más humano (menos raro) de la realeza. De hecho, fue Kate Middleton la que recientemente contestó en un vídeo a las preguntas que sus seguidores les habían hecho llegar a través de esta red social. Un documento audiovisual que fue subido a Instagram TV y que en solo dos días llegó a los casi tres millones de visualizaciones.
También es cierto que el caso británico debería ser motivo de estudio ya que, en total, cuenta con cuatro perfiles oficiales en Instagram. Los dos mencionados ya en el párrafo anterior, el de la casa real británica propiamente dicha y, atención, el perteneciente a la tienda de ‘merchandising’ de Buckingham Palace.
Por no hablar de la ya inactiva cuenta de los duques de Sussex (a la espera de que creen una como miembros ‘no oficiales’ de la monarquía británica) y las cuentas ‘satélite’ de la princesa Eugenia y sus padres, Sarah Ferguson y el duque de York. Nadie podrá negar que, en esto de Instagram versión ‘royal’, Inglaterra se lleva el ‘like’ al agua.
Aunque no sería necesario que el peso ‘online’ de la casa real española se dividiese en varios perfiles. Nuestra monarquía podría replicar el camino de Dinamarca (467.000 seguidores), Bélgica (74.6000 seguidores) y Holanda (725.000 seguidores) quienes con un solo perfil en Instagram han encontrado la manera más ‘simple’ de conectar con su público. Aunque no por ser más sencilla es menos efectiva.
En el caso danés, su equipo de comunicación está haciendo un gran trabajo dando el espacio que se merece a sus nuevas generaciones. Ejemplo de ello fue la publicación que realizaron con motivo del 15º cumpleaños del príncipe Christian. ¿Acaso no podrían ser estas las imágenes que publicaría un ídolo adolescente del pop en su perfil?