¿NADIE AL VOLANTE?
¿NADIE AL VOLANTE?
El mundo no se paró por la aparición de Ana Soria y Enrique Ponce en El Hormiguero, como probablemente han constatado hoy la estudiante y el torero. Pablo Motos consiguió una vez más apuntarse el tanto de la entrevista más deseada, pero puede que sus amigos, amantes y residentes en Almería no obtengan de su salida del armario televisivo lo que fueron a buscar.
El público pudo saciar su curiosidad por ver y escuchar a la joven enamorada, pero la ortopedia de un guion en dos actos echó por tierra cualquier efectividad que hubiera podido tener la escena. La operación Ana Soria va a requerir más sutileza, si alguien espera que sustituya a Paloma Cuevas en la alfombra roja de la 'jet'. Mucha más.
Imposible saber cómo se pactó la entrevista en dos actos que pudimos ver en El Hormiguero: una primera parte en la que la protagonista sería Ana Soria y una segunda, en la que Enrique Ponce hablaría de su retirada y de su deseo de volver a los ruedos. Fue una mala idea.
Las confesiones de Ana Soria a Pablo Motos, el plato fuerte de la aparición de la pareja, quedaron rematadas por un anuncio de Enrique Ponce que sonó a búsqueda de empleo en el 'prime time'. No se debió mezclar lo personal con lo profesional. Acaso eso sea imposible en la carrera de un torero como Ponce.
Las crónicas más atentas a lo económico hablan de un renovado interés de Enrique Ponce por reactivar su vida económica, paralizada desde que dejara los ruedos en junio de 2021. Aunque ha realizado desembolsos importantes, como esa gran casa con piscina en una urbanización de lujo de Almería que hoy comparte con Ana Soria, sus negocios no parecen ir demasiado bien.
La adquisición de la imponente casa de Ponce y Soria, valorada en algunas crónicas por un millón de euros, no se compensa con ingresos a la altura. Enrique Ponce no ha conseguido reactivar sus negocios y tampoco logra vender la finca La Cetrina, una inversión que ha podido obligarle a hipotecarse en varias ocasiones.
Así las cosas, es comprensible que Enrique Ponce se vea en la necesidad de volver a los ruedos, una actividad que abandonó por un impulso romántico, como confesó en El Hormiguero. El diestro no solo desveló que no quiso separarse de Ana Soria para torear, sino admitió sentirse aliviado por no tener que pisar el albero en calidad de matador. Si vuelve a vestirse de luces no es tanto por afición como por necesidad, eso quedó meridianamente claro en el programa de Pablo Motos.
Previsiblemente, Enrique Ponce no tendrá problemas para contratar con cifras millonarias con los empresarios taurinos, pues es uno de los pocos toreros que asegura lleno en los tendidos. Pero el interés por su figura no proviene solo de su arte, contrastado, sino también por su vida sentimental. La mística de Ponce se alimentó, y mucho, de la magia de 'power couple' que formaba con Paloma Cuevas en fiestas de la 'jet set' nacional.
Evidentemente, a Ponce le iría de perlas no solo volver a los ruedos, sino recuperar su relevancia social en los círculos de la 'jet'. Son ambas cosas las que mueven los grandes negocios, impulsados no solo con liquidez económica, sino gracias a los contactos adecuados. La gran pregunta es si Ana Soria querría o podría sustituir a Paloma Cuevas en términos de glamour, carisma e influencia. Ella misma dio alguna pista durante la entrevista: «Jamás quise ser influencer», dijo.
Dijimos que la entrevista de Enrique Ponce y Ana Soria en El Hormiguero sirvió, finalmente, de anuncio de reactivación laboral para el diestro. Pero, también, confirmó que Ana Soria, pese a su planta de modelo, no es más que una chica normal. Normalísima y porbablemente tan buena como asegura su pareja. Tanto, que se le vino el mundo encima ante el huracán mediático que conllevó su romance torero y requirió terapia. La chica admitió que la alivió comprobar que su chico pasaba ampliamente de todos los comentarios.
No hubo posibilidad de preguntar por qué, si hubo tanto daño, ambos intensificaron la publicidad de su relación, con fotos y vídeos de sus besos y abrazos que alimentaron a los medios. Nos quedamos sin información acerca de si alguien les había aconsejado al respecto de cómo tratar mediáticamente su romance o todo se fió al criterio de Enrique Ponce, al fin y al cabo el famoso de la pareja. ¿Y si alguien que pasa de las turbulencias virales no fuera la persona ideal para proteger a quien sí las sufre?
Si la empatía no fuera argumento suficiente para cuestionar el manejo de la comunicación de la pareja, ahora queda en evidencia la falta de estrategia también al respecto del 'branding' personal. Ana Soria lo dijo bien: «Nadie te da a elegir». Inevitablemente, iba a convertirse en famosa. La cuestión era: ¿qué tipo de famosa?
Se podría haber evitado el descenso a los infiernos de la viralidad de Ana Soria y Enrique Ponce si no se hubiera dejado todo al albur del romanticismo. De la noche a la mañana, Ana pasó a ser habitual de la crónica rosa menos elitista.
Si en algún momento Enrique Ponce pensó en volver a las fiestas y las portadas de la 'jet' del brazo de Ana Soria, se lo ha puesto bien difícil. La sobreexposición que ha sufrido la joven se convirtió en un vapuleo y la entrevista en El Hormiguero confirmó que aún le falta vida y experiencia para alcanzar el carisma de una Paloma Cuevas.
Si la entrevista en El Hormiguero se planteó para borrar las malas decisiones de comunicación que Enrique y Ana tomaron en los inicios de la relación, solo se consiguió a medias. Lo único que vimos fue una chica de 20 años encantadora de lo más normal y un torero que no parece del todo informado de cómo funciona hoy la fama y el poder.
Ana Soria podría convertirse en un activo importante para la extensión de la carrera de Enrique Ponce fuera y dentro de los ruedos. También en el terreno económico, pues sin duda posee imagen de sobra para representar a las mejores marcas y construir un 'branding' propio. La maniobra necesitaría, eso sí, mucha inteligencia y experiencia. Evidentemente, Paloma Cuevas no era solo un bellezón. El cerebro era ella.