Bertín Osborne con traje y pajarita /
Si el amor no tiene edad, el desamor mucho menos. No pasan los años para los famosos que rompen con sus parejas: tengan 30, 40 o 60 lo viven con honestidad brutal y las ideas a flor de piel. Tanto, que terminan desvelando lo (poco) que tienen en la cabeza o el cacao emocional que les corre por las venas. Es algo que suele pasarles a los más seducidos por la idea del hombre total. Pongamos por caso a Bertín Osborne (68 años), galán, truhán discreto y todo un señor.
Con más de tres décadas de experiencia en televisión, a Bertín Osborne no se le puede achacar ni falta de experiencia ni problemas de expresión. Por eso debemos catalogar esta anécdota de dramáticas consecuencias un gesto de honestidad brutal, acaso producto de un momento de vulnerabilidad personal. El cantante jerezano vive solo en su cortijo desde que el pasado enero su segunda esposa, Fabiola Martínez (50), decidiera abandonar el hogar conyugal. Fueron 15 años de matrimonio y dos hijos que no fructificaron en una convivencia satisfactoria para ella.
En estos meses, Bertín se entregó a la musculación y la dieta, al más puro estilo Khloé Kardashian. Fabiola volvió a las alfombras rojas y se empleó como colaboradora en televisión. Todo parecía armonía y felicidad, hasta que Osborne soltó lo siguiente en una entrevista en 'prime time': « Yo no sé ni siquiera lo que es estar enamorado. Tú sientes que se te para el mundo alrededor cuando estás con alguien, a mí eso no me ha pasado».
«Lo que pasa que tú sientes y quieres estar con esa persona, pero nadie me puede definir lo que es el amor», siguió explicando Bertín Osborne. «Yo creo que he estado muy bien y a gusto. Muy enamorado o muy 'enchochado' yo creo que no. Solo sientes que quieres estar con esa persona«. Estas sinceras declaraciones, evidentemente, sentaron fatal a Fabiola, que llegó a llorar en otro programa de televisión. » Que lo diga teniendo dos hijos me duele mucho«, se dolió, pidiendo respeto para los 18 años que estuvieron juntos.
«Lo que más me costó entender de la separación fue entender que no me quería, pero que lo diga teniendo dos hijos me duele mucho», explicó Fabiola entre lágrimas. «Lo he querido con locura. Si él no ha estado enamorado, yo sí. Yo renuncié a muchas cosas, intenté adaptarme a una vida por amor. La verdad que no lo reconozco«, remató la ex mujer de Bertín Osborne, que no daba crédito a las declaraciones del cantante.
Ante tal metedura de pata, una tercera implicada saltó al complicado ruedo. Hablamos de Eugenia Osborne , hija del anterior matrimonio de Bertín con Sandra Domecq. Se casaron muy jóvenes y se divorciaron a los nueve años de relación, por las infidelidades de él. Ahora sabemos gracias a Eugenia que, ya entonces, también Sandra tuve que tragarse este mismo sapo. «A mí me dolía cuando lo decía de mi madre, pero he entendido que es su manera de ver las cosas y su manera de amar«, declaró.
«Mi padre tiene una manera de querer diferente y nosotras, como hijas, lo hemos vivido. Era diferente al amor que veíamos en amigas con sus padres. Hasta que lo aceptas, a veces cuesta, porque no lo entiendes, pero son sus maneras».La hija de Bertín Osborne, quien insistió en que su padre tiene « un corazón enorme» pero una forma de pensar « difícil de entender», añadió: «El enamoramiento que se ve en las películas, que se lee en los libros, eso él no lo ha sentido. Pero quería a Fabiola por encima de todo«.
¿Cómo podemos explicar este dramático resbalón? Él mismo lo justificó ante Fabiola de la siguiente manera: «Me ha dicho que simplemente quiso hacer un comentario de filosofía de amor y que la cagó«. Sin embargo, la honestidad de Bertín nos dice alguna cosa más, por ejemplo cómo podemos superar los 60 años sin haber pensado gran cosa sobre el amor. Que un hombre camino de los 70 continúe creyendo en la versión romantizada, ficcionalizada y espectacularizada del romanticismo, ese invento de Hollywood, es sorprendente.
No caeremos en las honduras de discutir lo que es o deja de ser el amor. Ya lo sabemos, Bertín: primero, una descarga de química cerebral que depende de valores culturales, de experiencias de la infancia o de la memoria; luego, hacer de la felicidad del otro la propia. Lo que sí resulta significativo es que estos cuestionamientos de las relaciones se realicen cuando la relación en cuestión ya se ha roto. Casi como una manera de quitarle importancia a algo que ya no nos adorna la vida.
No hay que irse muy lejos para encontrar este tipo de actitudes en famosos que rompen con sus parejas. Dos casos recientes lo ilustran muy bien. Risto Mejide cayó en este tipo de perreta al anunciar que la influencer Laura Escanes dejaba la relación tras siete años juntos y una niña, Roma, de tres. En su perfil de Instagram, se burló de su ex al publicar una cuenta atrás que anunciaba el comunicado oficial de ruptura. Una ironía con mucha, mucha, mala baba. Totalmente innecesaria, sobre todo cuando hay niños.
Esta falta de generosidad de Risto Mejide se expresa también en Gerard Piqué , abandonado por Shakira tras sus constantes infidelidades y una relación paralela en toda regla. El ex futbolista debió soportar estoicamente las canciones de despecho su ex, sin necesidad de convertir su relación en una broma. Sin embargo, no pudo evitar colocarse un Casio y conducir un Twingo para quitarle hierro al dolor y el despecho de su ex. Efectivamente, Bertín: e stas salidas no son amor. Son cosas de niños.