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Jordi Mollá: "Últimamente he pensado en tener hijos"

Asegura que se encuentra en un momento de cambio, ya que acaba de perder a sus padres y está dando vueltas a la idea de formar una familia, aunque no termina de decidirse. hablamos con él sobre esto y mucho más.

Lola gambau

"Es difícil ser libre", afirma rotundo. El actor catalán, anillo de casado en el dedo que perteneció a su madre, sigue soltero y sin novia. Vive en Madrid después de triunfar en Hollywood y en la capital ha presentado 'Operación Concha', una comedia que está en cartelera desde el 29 de septiembre.

La película recoge una historia de enredo en el mundo del cine donde los timadores resultan timados. Jordi Mollà hace doble papel: de actor impostado cubano y de buscavidas andaluz.

Seductor, contradictorio y herido, entrevistamos al actor después de haberse dado un buen batacazo.

  • C. ¿Qué hace un catalán de Hospitalet interpretando a un cubano con pluma y a un andaluz con ínfulas de ligón, en la misma película? J.M. Ese es el trabajo de un actor, hacer papeles diferentes a uno mismo. Me encanta interpretar personajes alejados de mí y de ahí que en mi carrera haya hechos hombres muy histriónicos.

  • C. Hacía mucho que no le veíamos en una comedia. ¿Se lo ha pasado bien? J.M. En España hace mucho tiempo, desde Perdona bonita pero Lucas me quería a mí (1997), pero en México he hecho dos comedias en los últimos años. Me he divertido mucho haciendo de cubano y de andaluz al tiempo.

  • C. Tiene un montón de proyectos. Con tanto trabajo, ¿le queda algo de tiempo para vivir? J.M. El trabajo no condiciona mi libertad. La libertad te la impones tú mismo y, a veces, cuanto más libre eres, más prisionero te sientes porque no haces nada de lo que querrías hacer. Creo que el estado perfecto para el hombre es la libertad condicional. El hombre casado que sale una noche con sus amigos, pero tiene que volver a casa.

"Yo no soy una estrella, ni me interesa"

  • C. Trabaja con muchas estrellas de Hollywood. ¿Todavía está dispuesto a aprender o la humildad se pierde con el tiempo? J.M. Yo no soy una estrella ni me interesa. Es más, a veces me paso de humilde. El otro día me dijeron que el doble papel que hago en 'Operación Concha' es increíble y yo le resto importancia. Si tengo que elegir entre oro, plata y bronce, prefiero ser bronce. Las estrellas de Hollywood son gente maja y las respeto, pero tener que hacer el esfuerzo de recordar que ellos también van al lavabo, cansa.

  • C. ¿Así humaniza a los famosos de Hollywood con los que trabaja? ¿Les imaginas sentados en la taza del WC? J.M. Sí. A los 18 años me lo enseñó una profesora de actuación que tuve en Italia. Me dijo: "Cuando vayas a un casting y te pongas nervioso, imagínate a esa estrella con los pantalones por la rodilla en plena faena". Y no hablemos del olor…

  • C. Dice que pintar le permite desconectar. ¿Sigue pintando mujeres? J.M. Pintar es para mí un amigo imaginario, pasan las horas y no haces daño a nadie. Empecé en París, en medio de un rodaje en el que tenía muchos días libres y estaba muy solo. Así que comencé a pintar y a escribir mi primera novela, Las primeras veces. Ahora pinto en cualquier superficie, incluso en la ropa. Los motivos que pinto dependen del momento. Este verano, por ejemplo, me lo he pasado pintando margaritas

  • C. ¿Por qué margaritas? J.M. Porque vi una exposición en el Thyssen de Caillebotte, que es pintor y jardinero, y me quedé obsesionado con las margaritas. Es curioso porque empecé pintando huevos fritos, que si te das cuenta tienen los mismos colores que una margarita.

  • C. Uno de sus cuadros ya está en el Thyssen. Dicen que pagaron casi 6.000 mil euros por 'Pez'. J.M. ¿Cómo va a estar en el Thyssen un cuadro mío? Borja y Blanca lo compraron para su casa.

"Yo no soy artista, soy un actor que pinta"

  • C. ¿No se da importancia a si mismo como pintor? J.M. El día que empecé a disfrutar pintando fue el que decidí que yo no soy pintor. Todo era más fácil y me lo pasaba mucho mejor. Me quité una presión. Yo no soy un artista, soy un actor que pinta.

  • C. También le gusta escribir libros y guiones, y hasta ha cantado ópera. Parece un hombre renacentista, que quiere saber de todo… J.M. Mi padre decía que me gustaba picotear y creo que lo sigo haciendo con todo. Soy una mentalidad inquieta, que cuando no estoy rodando me gusta estar ocupadillo con cosas que me gustan.

  • C. Le he oído comentar que una vez tuvo una novia que le admiraba y por eso aquella relación acabó como el rosario de la aurora. En cambio usted admira a las mujeres… J.M. Yo las admiro por encima de todo, pero no quiero que me admiren a mí porque no ven al auténtico Jordi, sino a alguien que se están imaginando y que no soy yo.

  • C. ¿No será miedo al compromiso o inmadurez? J.M. También, también... Es más un problema de que a los actores se nos idolatra por el simple hecho de salir en una pantalla. Es humano y nos pasa a todos. A mí me encanta el tenis y cuando conocí al gran Rafa Nadal, flipé. Le había visto mil veces en televisión, pero cuando le tienes delante...

"Rafa Nada es supermajo"

  • C. Rafa peca precisamente de humano. J.M. Lo sé. Me pidió una fotografía y yo le dije: «Estás loco. ¿Tú me pides una foto a mí?». Entonces, hizo una de los dos juntos con su móvil, le di mi número de teléfono y el tío me la mandó. ¡Supermajo!

  • C. ¿Le da vértigo acercarse a los 50? ¿Alguna vez se siente mayor? J.M Me da respeto, mucho respeto, pero tampoco puedo hacer nada. Ahora intento vivir el presente y nada más.

  • C. ¿No le gustaría formar una familia y tener hijos como otra mucha gente? J.M. Lo he pensado muchas veces, sobre todo en los últimos años, cuando te vas haciendo mayor. Me hubiera gustado con una pareja, pero la vida va como va. Antes no me lo planteaba y últimamente sí, incluso el tema de la adopción, pero nunca me he decidido. Ojo, nunca he pensado en ser padre por solucionar algo de mi vida o por ser igual que los demás.

  • C. He leído declaraciones suyas en las que dice estar en un momento especial de su vida, un año de transición porque ha perdido cosas muy importantes. ¿A qué se refiere? J.M. He perdido a mi padre y a mi madre en muy poco tiempo, y eso te cambia la vida. Ya no eres el mismo, eres otro. Ahora ya no voy a Barcelona porque no tengo a mi familia allí. Mi hermano mayor vive en Zaragoza.

  • C. ¿Cómo recuerda sus comienzos en Barcelona, ahora que es un actor consagrado? J.M. Mi padre trabajaba en Mercabarna de noche, se dedicaba a vender ajos, patatas y cebollas, pero fue el artífice de que me aficionara al cine. Nos llevaba mucho aunque luego él se durmiera. Y luego, mi hermano mayor fue mi mentor. Tuve un grupo de amigos muy interesado en el mundo del cine y yo era el pequeño y lo absorbía todo. Pero cuando le dije a mi padre que quería ser actor, con 14 años, me dijo que primero estudiara cinco años de administrativo y me centrara.

"Vivo bien, sin más. No todos los actores estamos 'forraos'"

  • C. Dijo no a una vida de administrativo en La Caixa… J..M. Tuve que demostrarle a mi padre que quería ser actor de verdad. De hecho nunca entendí la contabilidad. Copié exámenes durante cinco años con el truco de la calculadora porque un amigo me mandaba todas las fórmulas en la parte de atrás de una que me prestaba. Cuando acabé Contabilidad me presenté a las pruebas para entrar en el Instituto de Teatro de Barcelona y me eligieron entre 2.000 personas. Pero ojo, vivo bien sin más. No todos los actores estamos ‘forraos’

  • C. ¿Qué reforma le gustaría hacer en el mundo antes que nada? J.M. El mundo tiene una fuerza imparable. Hay una película donde el presidente de Estados Unidos Nixon pasaba una noche con su séquito por delante de la estatua de Lincoln. Allí había unos chavales de 16 años haciendo una acampada. Nixon mandó parar el coche para hablar con estos chicos y charlaron sobre la guerra del Vietnam, que estaba en plena ebullición. Una chica le preguntó si podía cambiar algo y él respondió que no. «¿Entonces de qué le sirve ser presidente?», le increpó la chica y él respondió: «De casi nada». Vamos, que el sistema tiene tal fuerza que ni el mismo presidente de EE.UU. puede cambiarlo.

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