Carmen Sevilla en una imagen tomada en 2005. /
Carmen Sevilla afronta sus días más tristes. Hace unas semanas Corazón describía la difícil situación de la actriz que lucha contra la enfermedad del olvido. Coincidiendo con su cumpleaños —celebró 88 el pasado 16 de octubre— muchos sostienen que Carmen lleva una vida plácida en la residencia Sanyres.
Fuentes solventes confirman, en cambio, que la realidad difiere mucho a lo explicado. No es cierto que la actriz realice talleres de memoria ni que acuda a clases rutinarias de elasticidad. Carmen permanece casi inmóvil, en una habitación de pequeñas dimensiones, en la que recibe tratamiento contra el Alzheimer. Aunque en el complejo mantienen que no suelen recurrir a la sedación de los pacientes, esta revista ha podido confirmar que Carmen sí ha permanecido somnolienta y con sujeciones a la cama, extremo que confirman las fuentes citadas.
Tampoco es cierto que la residencia se haya convertido en punto de encuentro de sus amigos. Las visitas son infrecuentes y no coinciden, en absoluto, con lo explicado por amigos mediáticos como Moncho Ferrer. En las últimas semanas, Carmen solo ha recibido la visita puntual de su hijo Augusto. Ni sus nietos ni los amigos que siempre han estado a su lado pueden acompañarla en el amargo proceso. Tiene prohibidas las visitas y el malestar es más que evidente entre ellos.
La última en mostrar su enfado ha sido Norma Duval. Gran amiga de la actriz —a la que conoció por Agripina, la chica de confianza que trabajaba en su casa—, ha querido hacer un llamamiento público para que Augusto le deje verla: "No quiero despedirme de un ataúd, pero su hijo no contesta a mis llamadas ni a mis mensajes", dijo visiblemente enfadada durante un acto promocional.
La vedette no entiende el motivo por el que su hijo impide que las personas que fueron importantes en su vida hayan desaparecido radicalmente e incide en la importancia que su compañía habría tenido a la hora de enfrentarse a la enfermedad. En los momentos de lucidez —ahora ya inexistentes— tal vez habría encontrado un reducto de tranquilidad.
Norma sigue manteniéndose firme. No se arrepiente de haber dado un golpe en la mesa y ventilar lo que está sucediendo. Así lo sostiene a 'Corazón': "Es una pena terrible, una gran tristeza", dice con la emoción brotando de sus ojos. Es consciente de que, tras el alejamiento forzoso, se esconde mucho más. Tal vez un desapego premeditado que puede tener consecuencias fatales para todos, extremo que no cree Lolita Flores.
La cantante ha querido romper una lanza en favor de Augusto. Aunque reconoce que ella tampoco ha podido ver a su amiga Carmen —con la que, además, compartió horas de plató— asegura entender que se hayan restringido las visitas: "Su hijo tiene todo el derecho a hacerlo. Además, el que quiera ir a verla no tiene que hacerlo públicamente, sino coger el teléfono y llamar", dijo en alusión a las palabras de Norma. Lolita mira hacia otro lado cuando le preguntan cuál era el deseo de la propia Carmen Sevilla, tal vez porque ella sabe que, amante de la compañía de la gente, quizá hubiera querido vivir otro final.
Ante la polémica, su hijo Augusto prefiere no responder. Esta revista se ha puesto en contacto con él en numerosas ocasiones para, entre otros asuntos, esclarecer los motivos de su férrea decisión de impedir las visitas de los que fueron amigos de su madre. Augusto calla, evita pronunciarse y responde con brevedad para reconocerse como buen hijo. Tampoco quiere ahondar en las controvertidas informaciones que obran en poder de Corazón y que refieren cierta despreocupación y dejadez: "Nada que comentar sobre ningún tema", dice con frialdad. Toda una declaración de intenciones.
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