Cristina Cifuentes junto a su marido, Francisco Javier Aguilar, y su hija. /
La de la hija de Cristina Cifuentes ha sido una boda discreta y no por ello menos multitudinaria que ha colmado las expectativas de los contrayentes, los padres y los invitados. Este viernes 12 de mayo se casaban Enrique de Olaso y Cristina Aguilar, hija de la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid y delegada del Gobierno y su marido, Francisco Javier Aguilar-Viyuela.
Cristina ha estudiado Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Pontificia de Comillas y ha desarrollado su carrera profesional en el mundo de la moda, en los ámbitos del marketing y las finanzas, en firmas como Valentino, YSL, Gucci, L'Oréal y ahora Loewe. Enrique de Olaso también ha orientado su formación y su carrera al mundo de las finanzas.
Tres días después del enlace muy amablemente nos atiende Cristina Cifuentes para contarnos algunos de los pormenores de esa jornada tan especial para ella: «Fue un día feliz y muy emocionante. Fue una boda preciosa, salió todo muy bien. Incluso el tiempo acompañó, porque estábamos pendientes de que no lloviera. Y sobre todo porque a los novios se les veía felices, como yo no los había visto nunca. Fue un día muy bonito en el que nos reunimos toda la familia y salió de maravilla». Además, nos comenta que «la ceremonia, el cóctel y la cena fue todo en el Club de Puerta de Hierro. Fue mucho más cómodo para la gente, porque de esa manera se evitaron desplazamientos».
Los meses previos al enlace suelen ser vertiginosos por la cantidad de cuestiones que hay que organizar y en esto han colaborado muy estrechamente los contrayentes con sus padres, como nos desvela la ahora comentarista televisiva: «Colaboré en bastantes cosas, sobre todo en los detalles pequeños. Un boda no deja de ser un evento donde se reúnen muchas personas y para que todo salga bien hay miles de detallitos, como por ejemplo las flores. También la madre del novio colaboró, lógicamente. Hay que elegir la decoración, el menú, los vestidos, los zapatos… Por supuesto ayudé a mi hija y a mi yerno en todo lo que me pidieron, encantada».
La elección del vestido de novia es crucial y a veces algo complejo porque no siempre es fácil encontrar el modelo que encaje con el estilo o con lo que la contrayente había imaginado. En este caso, Cortana acertó de pleno, como desvela Cifuentes: «Estuve con ella en todas las pruebas. La ayudé a elegirlo. Aunque nosotras tenemos un gusto muy parecido, normalmente nos gustan las mismas cosas. De todas formas, mi hija trabaja en moda y tenía una idea muy clara de lo que quería y quería un traje de novia que no fuera tradicional«, nos explica.
«No quería ir disfrazada de princesa. La verdad es que Cortana le hizo un traje muy bonito que se ajustaba a lo que ella quería. La acompañé en todo momento y quedamos muy satisfechas porque era un vestido precioso de seda de piel de ángel con el velo de seda, en un color blanco roto, tirando a beige clarito. Estaba muy guapa, muy favorecida, muy ella, de su estilo. Era un traje de estilo Fortuny, tipo griego, muy bonito, la verdad».
En cuanto a la ex presidenta madrileña, debemos destacar que estaba elegantísima y que la elección de su modelo estuvo muy en función de su estilo habitual: «Llevaba un traje de Stella McCarteney, que me encanta. Es un traje de estilo capa que siempre me han gustado y tengo alguno más así desde hace años».
Se cumplieron para esta boda muchos de los cánones habituales y una de las tradiciones que no se rompió fue la elección de los padrinos: «Fueron la madre del novio, Aline, guapísima, y Javier, mi marido, el padre de la novia. Fue una boda muy tradicional porque de hecho ella entró en la iglesia, en la capilla al aire libre. Fue espectacular y muy emocionante porque estaba guapísima con el velo puesto. Fue una ceremonia preciosa porque el sacerdote que los casó conocía muy bien a los novios y habló muy bien sobre ellos. No fue una ceremonia al uso. Cantó además una cuñada, una tía de la novia. Tocaron piezas de Haendel, de Bach y de Mozart. También ayudé a mi hija a elegir la música de la ceremonia, que fue preciosa».
A Cifuentes le resulta imposible precisar el número exacto de invitados, pero si se muestra más concreta a la hora de explicarnos quiénes eran: «Había mucha gente, más de 300 personas. Tenemos una familia muy amplia y el novio también. Tienen muchísimos amigos, además, así que había un montón de ellos. Era una boda con gente muy joven en su mayoría».
Las bodas suelen ser ocasiones precisas para derramar lágrimas en momentos cruciales de la ceremonia como el «sí, quiero» o el intercambio de los anillos. Sin embargo, Cristina Cifuentes no cumplió con ese cliché: «Te voy a decir una cosa, soy de poco llorar, pero claro que me emocioné. Sobre todo me emocioné cuando la vi entrando tan guapa, tan contenta y con el velo. Quizás fue el momento más emocionante, incluso más que la ceremonia en sí. Ellos llevan mucho tiempo juntos, más de trece años. La boda era lo normal en una relación tan larga.» Y añade: «Mi marido estaba emocionadísimo y feliz. Como padrino se le veía súper orgulloso, se le veía muy contento, porque estábamos encantados».
Cifuentes tiene muy claro que le encantaría que su hija le diera algún nieto pronto: «Me encantaría ser abuela porque vengo de una familia numerosa, somos ocho hermanos, tengo ya algunos sobrinos-nietos y a mí me gustan mucho los niños. A mi marido, que es muy niñero, y a mí, nos encantaría ser abuelos. Ojalá. Tengo dos hijos, Cristina, que es la mayor, que tiene 33 años, y Javier, que tiene 30. Tiene novia formal, lo que ocurre es que ella está preparando oposiciones y él está trabajando. Supongo que ellos también se casarán pronto, en cuanto establezcan un poco más su vida profesional».
¿Sienten Cristina y su marido el síndrome del nido vacío? Pues parece que no: «Me encanta que mis hijos estén en casa, pero entiendo que tienen que hacer su vida. En cualquier caso, nosotros intentamos mantener el contacto y de hecho normalmente un día a la semana hacemos yoga los cuatro en casa. Normalmente ese día, mi hija, que lleva tres años viviendo fuera de casa, se queda a dormir. Es una forma de seguir teniendo esa relación muy cercana. Si tú tienes una muy buena relación con tus hijos, como la tenemos nosotros, al final no la pierdes, al contrario. Es una relación diferente, puede ser incluso mayor que cuando viven en casa y son más pequeños».
Cree la expresidenta que su marido y ella son un buen referente para los recién casados: «Me casé en septiembre de 1988, así que voy a cumplir 35 años de casada. Ya son años… Mis hijos tienen un buen referente en nosotros, yo creo que sí, al menos es lo que hemos buscado. Todas las relaciones, sobre todo las duraderas, pasan por etapas, pero lo importante es que los niños vean en su casa, en sus padres, que hay respeto y cariño. Ese es el ejemplo que les hemos querido dar, respeto y cariño y hacia ellos también, claro».
De las cualidades de su yerno destaca: «Es un hombre muy trabajador y muy buena persona y quiere muchísimo a mi hija, que para mí eso es lo más importante. La hace muy feliz. Se llevan muy bien, aparte de quererse mucho son amigos, les gusta hacer las mismas cosas».
El fin de fiesta lo puso Willy Bárcenas, gran amigo de los novios, que también se casaba esta semana pasada en una ceremonia civil con la poetisa Violeta Sesma. Una semana, sin duda, muy feliz para todos ellos.