La historia se repite: Cristina Pedroche vuelve a convocar una polémica corporal con un post en el que presume de haber recuperado su atlética figura solo tres semanas después de dar a luz. Su felicitación a sí misma es concluyente: «Aquí no hay suerte ni milagros, hay mucha preparación antes y durante el embarazo. Vida saludable, deporte, comida sana y meditación». Evidentemente le han llovido críticas y algunas defensas. Ahora bien: la mejor explicación a este barullo tremendo la tenemos en Barbie .
La respuesta de Cristina Pedroche a la polémica creada por ella misma nos lo confirma: la presentadora no ha entendido lo que Barbie ya tiene meridianamente claro. A los efectos, Pedroche vive en el mundo de las muñecas que aún no han despertado al mundo real. «Es mi cuenta y hablo de mí, solo de mi caso personal», explicó en un 'story' posterior a su polémico mensaje , lamentándose de haber recibido «todo este odio».
Gloria (America Ferrera) lo explica muy claramente en Barbie, la película: da igual la perfección que una alcance en su cuerpo, su profesión o incluso su maternidad. Siempre va a ser objeto de crítica, culpa o falta. Por quedarse corta o por obedecer al pie de la letra las reglas de cómo ser una mujer perfecta (caso de Pedroche), va a ser censurada. Esto es lo que dice el mejor monólogo de la película:
«Es literalmente imposible ser mujer. Siempre tenemos que ser extraordinarias, pero no sé cómo siempre lo hacemos mal. Tienes que estar delgada, pero no demasiado. Y no puedes decir 'quiero estar delgada'. Tienes que decir 'quiero estar sana', pero también tienes que estar delgada».
«No puedes envejecer no ser maleducada ni fanfarrona ni egoísta ni derrumbarte ni fracasar ni mostrar miedo no salirte de lo establecido. ¡Es demasiado difícil! Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla ni te da las gracias. Y, de hecho, resulta que no solo lo haces todo mal, sino que además todo es culpa tuya».
«Estoy tan cansada de verme a mí y de ver a cualquier otra mujer hacer lo imposible para gustar a la gente… Y si las cosas también son así para una muñeca que representa a las mujeres, entonces apaga y vámonos». Sin duda, es el momento más emocionante de toda la película, un poderoso monólogo con el que se identifican la mayoría de las mujeres, sea cual sea su edad, talla y cuenta bancaria.
Cristina Pedroche, como casi todas, está atrapada en este perverso lugar que nuestra cultura destina a las mujeres: nos condena a perseguir una perfección y, a renglón seguido, nos lo echa en cara. La maniobra es evidente: nos empuja a dedicar tiempo y esfuerzo a perseguir algo que jamás terminaremos de alcanzar. Aunque algunas como Pedroche inviertan tiempo, dinero y esfuerzo en lograrlo.
Evidentemente, muchas críticas a Cristina Pedroche dan en el clavo de su inocencia, una especie de inconsciencia muy Barbie que resulta difícil de justificar cuando ya has cumplido los 35. Achacar su escueto físico a los abdominales y la dieta ignora condiciones que ella da por supuestas: tiempo disponible, calidad del sueño, entrenadores, tratamientos, una genética predispuesta y, seguramente, un trabajo que no agota mental ni físicamente.
Es cierto: Cristina Pedroche ha basado la comunicación de su personaje público en el culto al cuerpo. Desde sus famosas campanadas hasta su perfil de Instagram, todo gira en torno a la celebración de su estado de forma física. Es una herramienta de distinción a la que se agarran otras divas de barrio, como Pilar Rubio: a quien no dispone apellidos famosos ni títulos nobiliarios le queda hacerse con un cuerpo que no es como el de los demás. Que es perfecto.
¿Por qué algo que Cristina Pedroche lleva años haciendo ahora se censura tanto? Lo tenemos claro: porque atañe a la maternidad. Comprensiblemente, el autobombo a cuenta de uno de los momentos más sensibles en la vida de las mujeres no sienta bien. Exponerse como ejemplo mediante una vivencia que supone sufrimiento, depresión y hasta trauma en tantas madres no es una buena decisión. Sobre todo, si no usamos la redes para reforzar el ego, sino para conectar y cuidar a nuestras seguidoras.
La publicación de Cristina Pedroche es absolutamente comprensible en el mundo Barbie al que aún no había llegado Greta Gerwig. Pero al despertarnos del sueño de Barbie se nos acumulan las preguntas: ¿por qué hemos convertido en un mérito la simpleza de estar delgadas? ¿A quién le interesa que dediquemos tanto tiempo y esfuerzo a lucir musculadas y tan poco a expandir nuestro conocimiento y mantener conversaciones inteligentes?
20 de enero-18 de febrero
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