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Ruth Handler: la visionaria creadora de Barbie y presidenta de Mattel que se hizo multimillonaria con su amor del instituto

Creadora de Barbie y presidenta de Mattel durante tres décadas, Ruth Handler fue una de las primeras multimillonarias hechas a sí mismas. Además de inventar a la muñeca más famosa del mundo, revolucionó el sector de las prótesis mamarias. Y sí, merece su propia película.

La creadora de Barbie, Ruth Handler, en una imagen de 1961. / UCLA Library Special Collections

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Que Barbie , que llega hoy a las salas españolas, es la película de verano no lo disputa nadie. Y menos ahora que Barbenheimer (el imprevisible combo de la cinta protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling y el Oppenheimer de Christopher Nolan) se ha convertido en el fenómeno cinematográfico y viral del año que promete perseguirnos hasta los Oscar. Pero si Barbie merece una película, su creadora, la visionaria y emprendedora Ruth Handler, también podría protagonizar su propio biopic. Presidenta de Mattel durante tres décadas, su historia es pura inspiración feminista.

Nacida en Denver en 1916 en una familia de inmigrantes polacos, conoció a Elliot Handler en el instituto. Se casaron en 1938 y ese mismo año, la pareja se trasladó a Los Ángeles. Alquilaban una habitación modesta en el piso superior de una lavandería china mientras Ruth trabajaba como secretaria en Paramount y Elliot estudiaba diseño industrial y empezaba a experimentar con dos nuevos tipos de plástico, el lucite y el plexiglás.

Muy pronto, los dos trabajaban en su pequeña empresa de mobiliario: él se encargaba del diseño; ella, de comercializar las piezas. Cuando las ventas de muebles se desplomaron por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la pareja decidió empezar a crear muebles de juguete.

El 1945 el matrimonio se asoció con el empresario Harold Matt Matson para crear Mattel. El nombre de la nueva empresa, combinación de los nombres de pila Matson y Handler, dejó a Ruth fuera de la marca. Sin embargo, la idea que cambiaría el destino de la empresa siempre llevará su copyright. La inspiración la encontró observando a su hija Barbara, de cuatro años.

La lucha de Ruth Handler para crear Barbie

« Mi hija jugaba con muñecas de papel. Durante años las observé a ella y a sus amigas y me fascinaba la manera en la que se proyectaban a sí mismas», le contó Handler a la BBC, cinco años antes de su muerte. Se dio cuenta de que las niñas pequeñas no solo querían jugar a ser mamás, sino, sobre todo, a ser chicas jóvenes e independientes. «Intenté transmitirle esa idea a Elliot y a los demás diseñadores de Mattel, pero no conseguí ninguna reacción favorable y, poco a poco, fui abandonando la idea».

Hasta que durante un viaje familiar a Suiza, Handler tuvo su epifanía mientras observaba un escaparate y descubrió una muñeca vestida con ropa de esquí. Se llamaba Lilli. «Mi hija no podía decidirse por una porque cada traje de esquiadora era diferente. Así que le pregunté a la señora de la tienda: '¿Puedo comprar una muñeca y uno de los trajes aparte?'. Me miró como si estuviera loca. Sólo una americana haría una pregunta tan tonta. 'No, si quieres ese disfraz, compra esa muñeca; si quieres este disfraz, compra esta muñeca', me dijo. Para entonces mi cerebro ya había hecho clic».

Convencer a su marido y al resto de ejecutivos y diseñadores de Mattel no fue sencillo. Ellos solo le encontraban pegas: desde los costes de producción hasta el aspecto que Handler había descrito con entusiasmo: las piernas largas, la pequeña cintura, la mirada seductora y, sobre todo, los pechos. Nadie en Mattel creía que la puritana sociedad estadounidense de los años 50 estuviera preparada para una muñeca de esas características. «Incluso Elliot, que tiene una extraña habilidad para predecir correctamente lo que comprarán los demás, temía que ninguna madre comprara a su hija una muñeca con pecho», rememoró Handler en sus memorias.

Obviamente, todos se equivocaban. Después de tres años de desarrollo, y de contar con el asesoramiento de un peluquero y un diseñador de moda, en 1959 Barbie (bautizada en homenaje a su propia hija) se presentó en una feria de juguetes en Nueva York. Vestía un traje de baño blanco y negro, tacones, la melena rubia recogida en una coleta y costaba tres dólares. Su éxito fue instantáneo. Durante el primer año, se vendieron más de 350.000 unidades. A Mattel le costó tres años más conseguir satisfacer la demanda de la muñeca, que fue el primer juguete que la compañía anunció directamente a las niñas en lugar de a sus padres.

Un caso de fraude, un cáncer de mama y otra idea millonaria

Poco después, llegaría Ken. Sus aspecto físico (y atributos) también fueron motivo de debate en Mattel. Handler volvió a ser la voz disonante. «Que Ken no tuviera genitales fue una decisión consciente. Los diseñadores y yo debatimos sobre esto y yo perdí esa batalla. Defendí que debía tener un pequeño bulto. Con el tiempo, lo conseguimos».

Para 1969, Mattel ya ingresaba 500 millones de dólares al año por las ventas de la muñeca y Handler, que mientras su marido se dedicaba a liderar el departamento creativo fue la presidenta de la compañía durante tres décadas, se convirtió en protagonista de innumerables artículos de prensa por ser una de las pocas multimillonarias hechas a sí mismas de la época.

A mediados de los 70, al mismo tiempo que Barbie se convertía en blanco de las críticas por representar un estereotipo femenino inalcanzable en su aspecto físico y demasiado anodino en su ambición profesional, Handler vivió su peor momento. La Comisión de Bolsa y Valores​​ de los Estados Unidos investigó al matrimonio por la falsificación de decenas de documentos financieros. El caso de fraude se saldó con una multa de 57.000 dólares, una sentencia a 2.500 horas de servicios comunitarios y la salida de Ruth Handler de la presidencia de Mattel. La empresaria alegó después que sus problemas de salud le habían distraído de sus obligaciones.

En 1975, había sido diagnosticada de cáncer de mama. Después de someterse a una mastectomía, su médico le recomendó rellenar su sujetador con medias y ella tuvo su siguiente idea de negocio. Diseñó sus propias prótesis, montó una nueva compañía (Ruthton Corp) y empezó a comercializarlas bajo el nombre de 'Nearly me'. La propia Betty Ford, que se había sometido a una mastectomía pocas semanas antes de convertirse en primera dama, llegó a utilizarlas. Handler vendió la compañía en 1991 y se retiró de la vida pública. Murió en California por complicaciones de una cirugía relacionada con el cáncer de colon que padecía en 2002 a los 85 años.