ENTREVISTA

Emma Nogueiro, viuda de Sánchez Dragó, en el aniversario de su muerte: «Era una de esas personas que se te cruza una vez en la vida»

Este 17 de abril se publica 'Querido Nano', una novela escrita por Emma Nogueiro sobre la vida de Fernando Sánchez Dragó, de cuya muerte se cumple ahora un año.

Fernando Sánchez Dragó y Emma Nogueiro, en una fotografía tomada en su casa. / CHEMA DE LA CIERVA

Juanra López
Juanra López

Resumir la vida de Fernando Sánchez Dragó en unas líneas sería una tarea quimérica, tanto por la extensión de su obra, como por su periplo vital o por la enorme dimensión de su figura pública. Este 10 de abril se se cumple el primer aniversario de la muerte del Premio Nacional de Literatura de 1979 por Gárgoris y Habidis, y en unos días, el 17, sale a la venta 'Querido Nano' (Editorial Planeta), una singular novela escrita por su viuda, Emma Nogueiro , que ha realizado un enorme esfuerzo literario y personal para llevarla a cabo.

El fallecimiento de Sánchez Dragó fue inesperado, pues esa misma mañana había estado activo en Twitter y nada hacía presagiar este desenlace. Nogueiro se encontraba con él en su casa de la provincia de Soria donde estaban pasando una temporada y para ella fue un golpe tan terrible. En esas circunstancias escribió una emotiva carta en La Razón titulada 'No habrá después' en la que le rendía tributo con las heridas aún abiertas.

Nogueiro, periodista de profesión con un máster en Patrimonio Audiovisual e Historia, nos atiende telefónicamente la víspera del aniversario de la muerte de su pareja, y aprovechamos para diseccionar este trabajo que parte de la correspondencia que mantenía Sánchez Dragó con su madre, Elena Dragó, una figura capital en su educación y en su forma de ver el mundo.

La génesis del libro es la relación epistolar entre Sánchez Dragó y su madre, ¿cómo llegaste a esas cartas?

Nos tenemos que remontar más o menos a septiembre u octubre de 2020. Estábamos en plena pandemia y Fernando y yo decidimos trasladarnos a su casa en Castilfrío, en la provincia de Soria. Eran semanas en las que no se podía hacer demasiado, porque al tener Fernando algunas dolencias cardiovasculares no podíamos correr el riesgo de que se contagiara. Pasábamos mucho tiempo en casa, porque además se presta mucho a disfrutarla. Me sugirió que revisara su archivo, que es ingente, de viajes, de matrimonios, de hijos, de cárceles…

Me puse a la tarea de ordenar ese archivo y uno de esos días apareció un baúl un poco destartalado lleno de legajos. Vi que había una serie de cartas cruzadas entre Fernando y su madre, entre 1956 y 1980, que es cuando termina más o menos el libro. Empecé a leer esas cartas con mucho fervor y devoción. Descubrí que no solo Fernando era una persona muy interesante sino que había heredado esa característica de su madre. Se había quedado viuda en la guerra, era profesora de francés y tenia una parte alicantina y otra francesa. Se casó en segundas nupcias… Era muy religiosa, pero muy adelantada a su época. Era una correspondencia riquísima con muchísimas referencias literarias y, además de enamorarme más aún de Fernando, me enamoré de Elena, su madre.

Su madre le educó para que no pensara en el que dirán, con mucha libertad, según he podido leer.

Fernando siempre dijo que la España más libre que había conocido era la de Franco . en realidad habla de la libertad que vivió en los 40, 50 y 60, también de los 70. La vida le moldeó el carácter de su madre, viuda y casada en segundas nupcias, como te decía. Además, Fernando fue un niño muy raro desde que nació y la madre se tuvo que adaptar a las rarezas de ese hijo, siempre con alegría e ilusión, nunca recriminado nada o riñendo. Al contrario, incitaba a su hijo a que descubriese la vida por sí mismo, con sus propias alas.

Fernando creció con la ausencia de su padre fallecido y con el segundo marido de su madre como una especie de mentor, ¿no es así?

Fernando nació el 2 de octubre de 1936 y a su padre lo fusilaron el 12 de septiembre de ese año. Le marcó mucho la búsqueda de ese padre asesinado cuyos restos no logramos encontrar. Guillermo, el segundo marido de su madre, era una persona soriana, de costumbres rígidas, pero altamente tolerante, igual que lo era la madre de Fernando. Al ser tan lector y un niño tan especial en este sentido había que alimentar esta característica. Guillermo fue clave porque nunca le recriminó nada, al contrario. Siempre le ayudó, no solo cuando llegó a la vida de Fernando, sino también en los años sucesivos de las cárceles, las carreras, los viajes. Siempre estuvo a favor de él.

Fernando Sánchez Dragó, con su madre, en su infancia/Cortesía.

La cárcel es muy determinante en su vida y también en su primer matrimonio de juventud. ¿Cómo le marcó la privación de la libertad?

En el libro se recogen algunas cartas de los meses que dura la encarcelación. La privación de la libertad no la vivió de una manera extremadamente dramática porque decía que la cárcel era una aventura. Él era una un niño bien del barrio de Salamanca y no se podía ir a África a cazar leones, así que su aventura era meterse en política, en este caso en el Partido Comunista, y acabar en la mítica cárcel de Carabanchel.

En aquel entonces era algo poco menos que un parque de atracciones. No solo repleto de ladronzuelos y maleantes sino también de gente muy culta, estudiada, leída… Era una especie de campus universitario. La privación de libertad no era severa al no ser un preso común. Era un preso político y tenía acceso a los libros, a los periódicos, a escuchar la radio. Su madre fue una especie de pulmón del que Fernando se aprovechaba. Alentaba a su hijo para que no perdiera el ánimo. Se retroalimentaban muy bien porque eran optimistas a ultranza.

En el libro hablas de cómo a veces solapaba unas historias de amor con otras por su incapacidad de romper del todo…

Lo digo sobre todo al referirme a que se casa con la madre de su primer hijo en la cárcel. Es una relación tortuosa porque ambos son muy jóvenes. Imagínate el conocimiento que podía tener un chico de 22 años de lo que podía ser el matrimonio o la paternidad. A Fernando le siguió picando la aventura, como le picó hasta el fin de sus días. Se fue a pasar ese verano a Torremolinos, donde conoció a su segunda gran historia de amor. Puede ser que se solapasen un poco, pero siempre buscaba en esas relaciones un elemento que le ayudara a terminarla.

La portada del libro escrito por la viuda de Sánchez Dragón/PLaneta.

Es muy importante en el libro su faceta viajera y su primera gran aventura en el extranjero es italia, donde conoce a la madre de su hija Ayanta Barilli.

La primera etapa es de Torremolinos, que es el primer viaje que hace. Se va con su amigo Miguel Rubio en autobús para hacer una escapada que dura todo un verano. Fernando había hecho la carrera de la lengua italiana y dominaba el idioma. Cuando le toca entrar en la cárcel por tercera o cuarta vez decide no hacerlo y se marcha al exilio. Allí se va con la pareja de Torremolinos, pero es cuando empieza a conocer a Catarina, la madre de Ayanta Barilli .

En la vida de Fernando ha habido tres puntos cardinales, la lectura, la escritura y los viajes convertidos en aventura. En el libro salen muchos viajes, entre otros los asiáticos, no solo a Japón, sino a otros países, que se han acabado por llamar 'el camino del corazón'. Viaja con Catarina, la madre de Ayanta, por toda la parte de Oriente y le transforma como persona en términos religiosos e ideológicos. Hay un antes y un después. También está la parte de África, de Senegal, de Dakar… Una etapa clave también en su vida.

Sánchez Dragó definía la salud mental como ese momento en el que se corresponden lo que quieres hacer con lo que estás haciendo…

A Fernando lo conocí en una entrevista, porque estaba trabajando en un periódico. Al final dijo una frase que me marcó mucho. Me preguntó si prefiero arrepentirme de lo que hice o arrepentirme de lo que pude hacer y no hice. Me dejó pensando. A lo largo de los años pude comprobar que Fernando había podido hacer casi siempre lo que había querido, pero también hubo momentos en los que tuvo que hacer aquello que no quería, pero sí debía. Él lo combinaba de manera magistral. Cuando alguien te dice que hasta enfermo de gripe está feliz te hace ver cómo maneja la balanza de su vida.

Emma Nogueiro, en una imagen promocional. / Desirée Minero Naval

En la carta de despedida que publicaste, asegurabas que con él te hiciste mujer.

Lo conozco cuando tenía 23 años y ahora tengo casi 32. Fernando ha sido literalmente un antes y un después en mi vida. Con él no solo me hice mujer, me hice amiga, hermana, compañera, lectora, escritora. Ha sido tantísima la magnitud de lo que he vivido y aprendido con Fernando que es imposible quedarse con algo. Nunca había tenido a nadie igual a mi lado y nunca lo tendré. Estoy completamente segura. Cada día a su lado era una aventura, una nueva historia de amor conmigo. Es una persona que se te cruza una vez en la vida y hay que exprimirla al máximo para aprender lo que aprendí con él.

En unos tiempos en los que tanto se habla de edadismo, en tu caso no influyó que tuviérais una diferencia tan grande de edad entre vosotros…

No tuve que hacer nada, porque era una persona extremadamente joven. Mucha gente nos preguntaba por la diferencia de edad, pero a medida que nos veían se daban cuenta de que no el amor no existe la edad, como reza el tópico, sino que en este caso no existía. Cómo puede ser que un hombre de 86 años tres cuartos de hora antes de fallecer me estaba proponiendo hacer un viaje. Era una persona mucho más joven.

Emma Nogueiro, con Fernando Sánchez Dragó y Ayanta Barilli. / CORTESÍA

Todos nos quedamos muy perplejos con la noticia de su muerte, porque esa misma mañana estaba tuiteando.

La última foto que publicó tenía mi gato encima, que se llama Nano, por cierto.

¿Desde qué lugar has escrito este libro, desde la alegría, desde la nostalgia? ¿Qué te suscitó hacer un recorrido por su vida?

Ayanta Barilli bromea muchas veces conmigo y me dice que me he comido una vieja. No es que sea antigua, pero sí me gustan mucho las épocas pasadas y me hubiera gustado horrores vivir en algunas de las que Fernando vivió. Vivir con Fernando y escribir este libro era transitar por esas décadas que quiero como mías, pero que no pude vivir. Este libro está escrito desde la admiración a la madre de Fernando, desde el amor a Fernando, desde la nostalgia… Alcanzó a leer la mitad del libro escrito, no le dio tiempo a leerlo entero. Está escrito como una declaración de amor y un homenaje al que ha sido el amor de mi vida.

Este matiz, que estuvieras escribiendo con él al lado, da un valor especial al libro… No surge la idea después de su muerte, como sucede en otras ocasiones.

Yo tenía prácticamente terminado el libro medio año antes de que Fernando muriera, pero no quería soltarlo del todo. Siempre quería corregirlo un poco más, cambiar algo. Fernando me dijo que tenía que soltarlo, que si no podía estar eternamente recorrigiendo sobre lo que había corregido. Empezamos a leerlo juntos. Para mí el gran triunfo es que Fernando llorase al leerlo. Porque pensé que si se emocionaba es que estaba bien escrito y que merecía la pena leerlo. Me fui animando y cuando Fernando falleció me quedé desarbolada, me rehice gracias a mi familia, que me ha empujado. Fue entonces cuando decidí retomar la corrección de la segunda parte y enviarlo a Planeta.

El contraste entre la figura pública de Fernando Sánchez Dragó y cómo era en realidad

¿Y ahora qué, qué vas a hacer con tu vida?

Mi vida siempre han sido el periodismo y la literatura, también la historia, por el doctorado que estoy terminando. No sé qué contestarte. Si algo aprendí de Fernando es que no te puedes plantear nada, tienes que ir viviendo el día a día y resolviendo lo que tienes por delante de la mejor manera posible. Cuando se te va una persona muy cercana, cambias de etapa. Hasta que vas tomando tierra y esa etapa se concreta en algo merece más la pena ir resolviendo lo que se plantee, ir viendo y andando.

¿Crees que la imagen pública que proyectaba Fernando se correspondía con quien es?

No, pero no por su culpa. Él hizo muy bien, era una persona franca y directa. Pudo cambiar de opinión a lo largo de su vida, pero cuando decía algo lo llevaba a cabo. Lo que ocurre es que quien lo hizo mal de alguna manera fueron los medios, sin que quiera yo señalar a nadie. Quizás en ocasiones sin maldad, otras con ella, proyectaban las cosas de una manera que no era. Una cosa era el personaje y otra la persona. Ni siquiera yo cuando llegué a entrevistar a Fernando podía imaginarme lo contrario que era a lo que se decía de él. No pasa solo con Fernando, pasa con cualquiera que se exponga un poco a la opinión pública.

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