Hace ya diez meses que Iñaki Urdangarin , el yerno favorito de la familia real de la era Juan Carlos I, obtuvo la libertad condicional que le liberó totalmente de la cárcel. Desde entonces, le hemos visto huidizo, lloroso, enamorado, accidentado y, últimamente, desilusionado. La celebración de su 55 cumpleaños sumará otro motivo para lamentar la lentitud con la que discurre su intención de reconstruir su vida. O, mejor dicho, de construir una nueva sin la infanta Cristina .
Cualquiera diría que alguna maldición al más puro estilo Grimaldi se cierne sobre el ex duque de Palma, un personaje triste que no levanta cabeza desde que se le condenara a cinco años de cárcel por el escándalo de corrupción del caso Nóos. Aunque investigaciones recientes han subrayado que su estancia entre rejas fue privilegiada, el golpe psicológico sobre Urdangarin traslució a su físico, prematuramente envejecido.
Nada de lo que ha intentado Iñaki Urdangarin desde que saliera de la cárcel le ha salido a pedir de boca, empezando por sus esperanzas de volver al mundo del balonmano en calidad de coach o de cualquier otra figura relacionada con la asesoría deportiva. Hubo un acercamiento al club en el que fue estrella y, ahora, triunfa su hijo Pablo. Sin embargo, el Barça decidió no reclamarlo entre sus filas.
Bloqueada la renovación profesional, su revolución vital tuvo necesariamente que concentrarse en lo sentimental, un ámbito en el que tampoco le sonrió la fortuna. Destapar con unas fotos robadas una relación paralela a su matrimonio con la infanta Cristina no parecía lo más inteligente, un paso que desató rumores sobre la renuencia de la hija pequeña de Juan Carlos I y la reina Sofía a admitir su separación.
Jamás sabremos si Iñaki Urdangarin decidió dejarse fotografiar de la mano con Ainhoa Armentia para vencer la resistencia de la infanta. Tampoco conoceremos por qué lloraba amargamente algunas semanas después y poco antes de conocer que no podría viajar a Estados Unidos para la boda de un sobrino, por culpa de sus antecedentes penales. Algo parecido ocurre con su divorcio de Cristina de Borbón, un trámite legal que parece esperar en el limbo.
Mucho de lo importante en la vida de Iñaki Urdangarin se mantiene en suspensión, sin avanzar ni retroceder, y no solo su divorcio, que podría estar ya acordado y sobre la mesa de los abogados, a la espera de firma cuando Irene, la hija menor de la pareja, cumpla la mayoría de edad (será en agosto). Sin trabajo a la vista, el ex duque de Palma continúa viviendo con su madre, Claire Liebaert, en Vitoria.
El proyecto de Iñaki Urdangarín de convivir con Ainhoa Armentia tampoco avanza a toda velocidad, como hubiera sido esperado. La pareja tardó en encontrar casa, un inmueble en una urbanización de lujo a las afueras de Vitoria, que de momento no es residencia habitual. El ex duque de Palma continúa durmiendo muchas noches con su madre, aunque Ainhoa sí está instalada pues ha resuelto sin problemas su divorcio.
¿Quién paga el alquiler de esta casa de lujo? Supuestamente, ella. El misterio acerca de la manutención de Iñaki Urdangarin y el máximo secreto acerca del estado financiero de sus cuentas corrientes o de las que pudiera aún compartir con la infanta Cristina continúa. Lo cierto es que el ex duque de Palma lleva una vida de lo más sencilla, aunque cada viaje que hace con Armentia (al sur de Francia o Formentera) o sus hijos vuelve a poner bajo el foco su situación económica.
A pocos días del primer aniversario como novios de Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, todavía no existe relación entre los hijos de la infanta Cristina y la nueva novia de su padre. Armentia, una analista contable que el ex duque de Palma conoció en el bufete de abogados donde trabajó para disfrutar del tercer grado penitenciario, tampoco se ha encontrado aún con la madre de Iñaki. En Navidades, Claire Liebaert declaró sobre ella: «No la conozco».
20 de enero-18 de febrero
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