Será siempre recordada por su estilo y su elegancia, siempre adelantándose a su tiempo, una visionaria de la moda. Caroline «Lee» era la hermana menor de Jackie Kennedy y siempre fue considerada la más estilosa de las dos, a pesar de que Jackie se convirtió en un icono global. Pero Lee era una esteta, con una sensibilidad muy especial para el arte y la decoración y un estilo fresco y colorista que sigue siendo contemporáneo. Se distinguía por su espíritu libre, su trato directo y la fidelidad a sus ideales.
Jackie y Lee se llevaban tres años –Lee era la menor– y ya desde niñas oscilaban entre la complicidad y la necesidad de brillar más que la otra. Lee se sentía sobrepasada por los logros de Jackie, buena alumna, buena amazona y el ojo derecho de su padre, el financiero John Vernon Bouvier III. «Yo no me lo tomaba a mal, porque los dos eran iguales y él se sentía muy orgulloso de ella», decía Lee en una entrevista años más tarde. Pero la rivalidad entre las dos hermanas duró toda su vida. Su madre era la «socialité» Janet Lee Bouvier. Tras el divorcio de sus padres, cuando Lee tenía siete años y Jackie 10, su madre volvió a casarse con el millonario Hugh D. Auchincloss y se instalaron en una mansión en Long Island. La infancia de las dos hermanas fue solitaria y triste. Y el matrimonio se transformó en una forma de escapar para ambas.
Fue Lee la primera en casarse, en 1953, con un rico publicista, Michael Temple Canfield –del que se rumoreaba que era el hijo ilegítimo del Duque de Kent y la «socialité» norteamericana Kiki Preston– y se instaló en Londres, donde se convirtió en la reina de la Alta Sociedad. Sin embargo, Jackie no tardó en seguirle los pasos con un matrimonio mucho más espectacular: se casó seis meses después con el soltero más codiciado del momento, John F. Kennedy, guapo, inteligente y muy rico.
El matrimonio de Lee terminó a los seis años cuando ella se enamoró del príncipe polaco Stanislaw Radziwill y siguió su ascenso social, convirtiéndose en princesa Radziwill. Se instaló en Buckingham Place, cerca del palacio. Luego cambió a una casa en el barrio de Belgravia, en Chester Street, que había pertenecido a Lord Mountbatten. A pesar del amor que siempre sintió por su marido, Lee tuvo varias aventuras, entre ellas una con el armador griego Aristóteles Onassis –con el que se casaría Jackie tiempo después– y se divorció de Radziwill en 1974. Su tercer marido fue el director de cine Herbert Ross, pero el matrimonio también terminó en divorcio, en 1981.
Se dice que fue ella la que le aconsejó a Jackie que optara por Givenchy y otros modistos franceses en su armario, y no solo por los diseñadores norteamericanos del momento. Fue así como la Primera Dama se convirtió en un icono global. Pero a Lee, estilizada, de apariencia frágil y rasgos perfectos, no parecía hacerle sombra. A ella misma le fascinaban los diseños de Yves Saint Laurent, los pendientes de diamantes y los abrigos de pieles. Y, al igual que su hermana, llevaba el famoso pelo «bouffant» que se puso de moda en los años sesenta y que creó el peluquero Mr. Kenneth. Y como las «socialités» de la época, Lee Radziwill confiaba en el estilo, en el vestir, en la actitud. Nada de cirugía, rellenos o Botox. Y, sobre todo, confiaban en la total privacidad de sus vidas. Algo muy diferente de lo que ocurre hoy.
Lee fue muchas cosas –estilista, coleccionista de arte, interiorista, actriz, escritora–, pero por encima de todas ellas destaca su condición de «cisne» del escritor Truman Capote, del que fue íntima amiga durante muchos años. Las fotos del Baile en Blanco y Negro, que organizó Capote, en 1968, muestran a Lee vestida con un vestido estrecho bordado de lentejuelas y al escritor bailando en la pista. Además, Lee fue amiga de Andy Warhol, del fotógrafo Peter Beard o del bailarín Rudolf Nureyev. A principios de los años setenta acompañó a una gira a los Rolling Stones.
Pero Lee rompió su amistad con el escritor Truman Capote y fue por la misma razón por la que lo hicieron sus otros «cisnes» –Babe Pailey o Marella Agnelli–: por el capítulo titulado «La côte basque», que Capote publicó en la revista Esquire, en 1975, y que formaba parte del libro «Plegarias atendidas». En el fragmento, Capote retrataba a todas sus amigas de la alta sociedad, desvelando sus secretos y haciendo públicas sus intimidades. Capote tenía la pretensión de hacer un retrato de la alta sociedad en la que se movía, al estilo del escritor francés Marcel francés Proust en «En busca del tiempo perdido». Pero lo que consiguió fue ponerse en contra a todas sus antiguas amigas y protectoras y caer en un ostracismo que solo pudo combatir con el alcohol. Y los ansiolíticos.Y que le llevaría a solitaria muerte el 25 de agosto de 1984.
No terminó el libro, pero el capítulo se convirtió en un mito. Aunque hay otra versión de los hechos, que sitúa las rencillas con Lee a principios de los años sesenta. Parece que Truman Capote se enfadó mucho cuando Lee no testificó a su favor en un litigio que le enfrentó con el escritor Gore Vidal. Capote había dicho públicamente que Vidal había sido desalojado de la Casa Blanca por comportamiento inapropiado en una fiesta que habían dado el presidente y su esposa. Vidal demandó a Capote y Lee no le apoyó a pesar de que se lo había prometido. Entonces Capote decidió dar una entrevista en televisión aireando secretos de Lee.
Lee Radziwill murió en 2019, a los 85 años, en su apartamento de Nueva York, rodeada de obras de arte y de recuerdos, elegante hasta el final. «En mi vida ocurrieron cosas por las que sentir nostalgia, en el sentido de que me hubiera gustado cambiarlas o hacer que no ocurrieran. Pero lo que nunca he tenido es envidia. Estoy totalmente conforme con la edad que tengo. He hecho tantas cosas fascinantes y la mayor felicidad es que continúo haciendo cosas interesantes y relacionándome con gente fascinante», dijo en una de sus últimas entrevistas.