Cuando se produjo la ruptura después de casi ocho años de noviazgo entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler , la noticia llegó como una sorpresa y pocos podían esperarse que sus diferencias se hicieran públicas, pues no había ocurrido así con los dos matrimonios rotos de la socialité, el primero con Julio Iglesias, y el segundo con el marqués de Griñón.
Lo que tampoco vimos venir, o quizás los más avezados, sí, fue que sin apenas mediar tiempo volviera a ser inseparable de la que hasta entonces había sido su mujer y de la que, de facto, parece que no llegó a divorciarse. Hablamos de Patricia Llosa , quien en los tiempos en los que se decía que detrás de un hombre siempre se encontraba una gran mujer, fue la encargada de manejar con mano firme, al igual que su editora, la mítica Carmen Balcells, la carrera de uno de los grandes genios de la literatura de habla hispana, en liza con su némesis Gabriel García Márquez.
Fue el pasado mes de febrero cuando se escenificó el acercamiento, y en cierta medida reconciliación, entre Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa en un acontecimiento de enorme trascendencia celebrado en París, al que también acudió invitado el rey emérito Juan Carlos I , no por una gran amistad con el autor de La fiesta del chivo, sino porque el escritor peruano consideraba que era merecedor de estar allí. Nos referimos a su entrada como miembro de pleno derecho de la Academia Francesa, que tampoco se perdieron los tres hijos de la pareja, Álvaro, Gonzalo y Morgana.
Fue entonces cuando Álvaro tomó las riendas de la comunicación familiar y comenzó a publicar numerosas instantáneas y mensajes para informarnos de los pasos que iban dando. Y sobre todo para transmitir la felicidad que, como grupo, se les escatimó o les fue esquiva durante los años en los que su padre mantuvo una relación sentimental que no todos encajaron de igual manera.
La última fotografía que ha compartido (y que abre este artículo) nos permite ver al artífice de La tía Julia y el escribidor y Conversaciones en la catedral, convertido en un dandy acompañado por sus dos hijos, Álvaro y Gonzalo, también de perfecta etiqueta. Fechada el pasado 25 de agosto, nos muestra el buen aspecto físico del que goza Vargas Llosa, recuperado ya por completo del covid que sufrió recientemente.
Una sesión de fotos particularmente entrañable fue la que publicó con su padre, acompañado por un borrador de su última novela, cuyo título ha sido objeto de controversia. Inicialmente, se iba a llamar, ¿Un champancito, hermanito? Y finalmente ha optado por Le dedico mi silencio, que algunos quisieron ver como una indirecta a Isabel Preysler , pero él lo ha desmentido categóricamente. Sea como fuere, en las imágenes le vemos con su mujer, Patricia Llosa, y dos de sus nietos. Recordemos que su hijo Álvaro le dio tres, Julio, Leandro y Tatiana; su hijo Gonzalo, dos, Josefina y Ariadna, y su hija Morgana, dos nietas más, Isabella y Anais.
Después de su ruptura con Isabel Preysler han sido múltiples las ocasiones en las que el autor de la celebrada La ciudad y los perros, considerada por muchos, la cumbre de su creación literaria, en las que los denominados coloquialmente reporteros asfálticos se han acercado hasta su domicilio madrileño para hacerle preguntas a propósito de Preysler e incluso sobre la hija menor de ésta, y su boda, ya celebrada con Íñigo Onieva .
En un reciente encuentro intelectual celebrado en el Instituto Cervantes bajo la premisa El fuego de la imaginación, título a su vez de un volumen de textos periodísticos del autor publicados por Alfaguara, manifestó que iba a proseguir con su mutismo en torno a la viuda de Miguel Boyer , pero sí dejó la puerta abierta a en un futuro, si se dieran las circunstancias adecuadas, mantener una amistad con ella.
20 de enero-18 de febrero
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