Jaime de Mora y Aragón, el hermano caradura de Fabiola de Bélgica capaz de vender el diario de la reina y montar las fiestas más desfasadas de Marbella

Fue un icono de la jet set marbellí, un aristócrata atípico, un personaje del cine español, un empresario fiestero… y un hombre capaz de enemistarse con su propia hermana, para más inri, reina de Bélgica. Aquí van algunas de las anécdotas más jugosas de Jaime de Mora y Aragón.

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Silvia Vivas
Silvia Vivas

Su cumpleaños se celebraba puntualmente cada 18 de julio en Marbella con una fiesta épica… y eso es mucho decir en la Marbella de Gunilla Von Bismark, los Chorys y Mila Ximénez y resto de la fauna que por allí campaba a sus anchas en los 80. Mientras Alfonso de Hohenlohe fue el aristócrata que aspiró a poblar el Marbella Club de la flor y nata de la aristocracia de Hollywood y la nobleza europea, Jaime de Mora y Aragón fue el aristócrata al que todo le valía para llenar su Club Las Fuentes del Rodeo, hasta poner la entrada a una peseta.

Jaime de Mora y Aragón nació en un palacio madrileño como uno de los seis hijos de los marqueses de Casa Riera y vivió como un rey (un tanto ostentoso, eso sí). Su objetivo vital era precisamente ese, disfrutar de la vida al máximo, y en Marbella encontró todo lo que necesitaba para conseguirlo.

Anteriormente a su aventura como empresario marbellí había inventado mil formas distintas de vivir su vida: trabajó de estibador, en una farmacia, de barman, en revistas de cabaret, como taxista, como actor en 50 películas distintas (interpretándose a sí mismo, todo hay que decirlo), hombre casado con actriz mexicana durante tres meses... Incluso intentó amortizar su parentesco con la reina de Bélgica, la sufrida Fabiola , que era su hermana y a la que Jaime de Mora y Aragón traicionó vendiéndole su diario personal pre-boda real a los periodistas Jaime Peñafiel y Jesús Hermida.

El diario fue finalmente recuperado antes de ser hojeado o publicado pero el enfado de la reina consorte belga con su hermano fue mayúsculo (de hecho ni siquiera pudo asistir a la boda, entre otras cosas porque había amenazado con entrar en la iglesia con un elefante… y le creían capaz de hacerlo) y no le perdonó hasta un año antes de que el aristócrata del mostacho cuasi daliniano falleciera.

La impulsividad fue una de sus características vitales, la misma que le llevó a casarse con Rosita Arenas, una actriz mexicana, al poco de conerla... y divorciarse a los tres meses de la boda. Y la misma que le hizo pasar por el altar en 1961 al poco de conocer a la modelo Margit Ohlson... y divorciarse de ella después... para luego volver a casarse con ella, y volbver a separarse... tres veces repitieron este proceso.

Jaime de Mora y aragón y su mujer, con la que se casó hasta en tres ocasiones. / gtres

Marbella, sus negocios y sus fiestas, el paraíso de Jaime de Mora y Aragón

En 1969 Jaime de Mora y Aragón encontró finalmente su lugar en el mundo, concretamente detrás del piano del local que inauguró en Marbella junto a Alfonso de Hohenlohe, el Club Las Fuentes del Rodeo o sentado, literalmente, en un trono con su bastón y su monóculo (que se jactaba de no quitarse ni para mantener relaciones sexuales) en el restaurante Antonio donde se dejaba hacer fotos.

A Hohenlohe le unía el estatus de noble y la visión en los negocios, pero su caradura le llevó también a enemistarse con él: cuando el noble quiso crear un nuevo negocio construyendo en Puente Romano, Jaime de Mora y Aragón le presentó a la persona adecuada… y después le pidió una comisión de 300 millones de pesetas. Los amigos dejaron de dirigirse la palabra durante años, aunque como le sucedió con su propia hermana también hicieron las paces antes de que de Mora y Aragón falleciera.

Jaime de Mora y Aragón y su mujer, Margit Ohlson. / gtres

Además de ir a todas y cada una de las fiestas marbellíes en los veranos sin fin de los 80 y convertirse en una de las imágenes emblemáticas de la noche, Jaime de Mora y Aragón ejercía de cicerone en Málaga del hombre más rico del mundo en aquel momento: el multimillonario Adnan Khashoggi, que hizo el negocio del siglo vendiendo armas, y que cada año amarraba su yate Nabila en Puerto Banús dispuesto a celebrar su cumpleaños y que Jaime de Mora y Aragón lo llenara de estrellas de Hollywood y celebrities.

Aquellas juergas eran pura ostentación y Jaime de Mora y Aragón estuvo detrás de la mayoría de ellas tiraba de agenda con la misma facilidad con la que recordaba a los invitados que se resistían a acudir que era hermano de la reina de Bélgica que no le hablaba. Una década después, en los 90, el aristócrata continuó fiel a Marbella a pesar de que el relumbrón de antaño había dejado paso a un proyecto urbanístico mucho más agresivo y con menos relumbrón social.

A Jaime de Mora y Aragón los cambios se le daban bien, en la época en la que Marbella dejó de ser aquella ciudad dorada rica en petrodólares él consiguió hacerse con el cargo de jefe de protocolo en el ayuntamiento liderado por Jesús Gil. Cuando falleció, el coche fúnebre fue escoltado por treinta moteros y se hizo circular su epitafio entre los 500 asistentes a la ceremonia: «Fui lo que quise y quise lo que fui». Aún hay dos estatuas en Marbella que le recuerdan.