Cada familia es un mundo, pero los Dominguín-Bosé suponen toda una galaxia a tenor de las historias para no dormir que esconde su intensa biografía. La génesis de todas las leyendas corresponde sin duda a la intensa personalidad de Luis Miguel Dominguín, torero matador de reses bravas y seductor de incontables mujeres. Su currículum sentimental es suculento, y se cierra con la única mujer que, parece ser, pudo atarle en corto en sus últimas dos décadas de vida: Rosario Primo de Rivera.
Paradójicamente, la mujer que acabó domeñando al salvaje torero Dominguín es la más desatendida por la crónica social, prueba de la inaccesibilidad con la que quiso rodear siempre sus actividades. Rosario Primo de Rivera falleció en 2006, diez años después de la muerte de Luis Miguel Dominguín debido a una insuficiencia cardiaca, y en la más absoluta discreción.
Ha sido Lucía Dominguín, hija del diestro y de su primera mujer, la despampanante actriz italiana Lucía Bosé, la que ha querido arrancar del olvido a Rosario, de una manera que probablemente no gustará nada a la familia. Lucía compartió con toda España una escandalosa sospecha: que Rosario Primo de Rivera estuvo implicada en la muerte de su padre.
Lucía Dominguín, acaso olvidando que la grababan las cámaras del reality de televisión en el que participa, confesó a sus compañeros de programa una versión alternativa de la muerte de su padre que no tiene nada que ver con el relato oficial. En 1996, todos los obituarios replicaron el dictamen de la autopsia que precisaba que Luis Miguel Dominguín había fallecido debido a un derrame cerebral provocado por una insuficiencia cardiaca. Ahora, Lucía afirma lo siguiente:
«Se cayó por unas escaleras, y de los hematomas y contusiones después murió. Creo que su mujer lo empujó. Hubo una pelea, había unas escaleras y cayó para abajo», explicó sin inmutarse la hermana de Miguel Bosé ante las cámaras. «Se quedó todo muy oculto, hasta el parte médico lo controlaron (...) Cuando tienes dinero, Primo de Rivera tiene mucho poderío», elucubró Lucía Dominguín. ¿Quién era entonces Rosario Primo de Rivera y por qué tenía su familia tanto poder?
María del Rosario nació en una familia que marcó la historia reciente de España: los Primo de Rivera. Hija de Fernando Primo de Rivera y Rosario Urquijo, es por tanto nieta de Miguel Primo de Rivera, el dictador español que tomó el poder con un golpe militar en 1923 y dimitió en 1930, y sobrina de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la organización finalmente fascista Falange Española que inspiró y nutrió la dictadura de Francisco Franco.
En realidad, los orígenes militares de la familia Primo de Rivera se remontan a los Tercios de Flandes reclutados por Carlos V. La familia de su madre no le va a la zaga en cuanto a abolengo histórico: María del Rosario de Urquijo y de Federico era hija de Juan Manuel de Urquijo y Ussía, de los Marqueses de Urquijo, y de María del Carmen de Federico y Riestra, de los Marqueses de Riestra.
De la vida de Rosario se sabe más bien poco, aunque algunas crónicas cuentan que su gran amor se truncó por un accidente de coche. Tras este trágico trance, se convirtió en enfermera de la Cruz Roja de la mano del doctor Marañón y trabajó intensamente en algunos de los barrios más pobres de Madrid. Rocío Primo de Rivera, su sobrina y autora de 'Los Primo de Rivera' (La esfera de los Libros), la recordó así en este libro sobre la trayectoria familiar:
«Desde muy joven llevó a cabo una intensa labor de protección a la infancia mediante las fundaciones que sustentó», escribió rocío Primo de Rivera. «Lo supo compaginar todo con una intensa vida social: los Kennedy, los Alba, los Agnelli, los Borbón, aparecen junto a ella en sus álbumes de fotos. Convivió casi 20 años con Luis Miguel Dominguín. Una compenetración que es de sobra conocida y que les llevó a disfrutar de un dulce epílogo».
El romance entre Luis Miguel Dominguín y Rosario Primo de Rivera comenzó en 1982, cuando la aristócrata tenía 44 años el torero (55) había terminado su polémica relación con su prima, Mariví Dominguín. Se conocieron gracias a la amistad del torero con Miguel Primo de Rivera, hermano de Rosario y entonces alcalde de Jerez, al que por cierto no le hacía ninguna gracia que su hermana 'cayera en las manos' del veterano playboy. De hecho, parece que dejó de hablarle a su hermana durante tres años.
Las primeras citas tuvieron lugar en Houston y Miami, donde Luis Miguel Dominguín acudió para tratarse de los dos procesos cancerígenos que superó durante su vida. Ya en Madrid, acordaron que él dejaría su casa de El Viso para instalarse con ella en el piso de Chamberí que compartía con su madre. Tras su muerte, la pareja se mudó a la finca que el diestro tenía en Andújar (Jaen).
Insospechadamente, la convivencia prosperó y, en diciembre de 1987, Rosario y Luis Miguel se casaron civilmente en los Juzgados de Familia de Madrid, una boda que mereció la portada de la revista Hola. Dicen que aquel mismo día Lucía Bosé quemó todos los recuerdos que el torero dejó en su antiguo hogar de Somosaguas, incluidas 17 cabezas de toro, vestidos de luces, esculturas, medallas, premios...
Por descontado, la italiana se negó a facilitar la tramitación de la nulidad de su matrimonio que Dominguín había solicitado dos veces al Tribunal de la Rota. Fue la venganza final de Lucía Bosé. De hecho, estas nupcias civiles fueron una absoluta decepción para Rosario Primo de Rivera, católica practicante y muy tradicional.
«Yo, el matrimonio, no lo concibo de manera civil», llegó a confesar Rosario Primo de Rivera en una de las pocas entrevistas que concedió a lo largo de su vida. «Para mí, el matrimonio civil es completamente inservible. Parece mentira que yo, que he contraído matrimonio civil, hable así. Pero para mí, el matrimonio civil es el reconocimiento social de una unión. El sacramento es completamente distinto».
Los últimos años de la vida de Luis Miguel Dominguín y Rosario Primo de Rivera transcurrieron en la urbanización de lujo gaditana de Sotogrande, donde la pareja recaló tras la expropiación de la plaza de Vista Alegre y la venta de la finca de Jaén. Allí lograron proteger absolutamente su convivencia marcada por la lucha del torero contra el cáncer y una armonía matrimonial que, ahora, Lucía Dominguín desmiente. ¿Tendrá que dar marcha atrás a su relato?