Dicen en el Principado de Mónaco que las cuñadas están cada día más distanciadas. Las princesas Carolina y Charlene no se entienden. Carolina cree que el comportamiento de la princesa soberana consorte no está a la altura de las circunstancias.
Sus continuas desapariciones y ausencias en actos públicos no se comprenden bien. La presencia de Carolina despierta más interés que la de Charlene, lo que parece provocar ciertos celos.
Carolina, además, no está dispuesta a hacer el papel de segundona en la corte, por lo que ha decidido asistir lo menos posible a los actos en los que puedan coincidir. Muy típico de algunas cuñadas que no se soportan entre ellas.