Meghan Markle y el Príncipe Harry: luna de miel en Niza y clase turista

Los pasajeros del vuelo de British Airways a Niza no se lo podían creer: sentaditos juntos en clase turista, como una pareja más, iban el príncipe Harry y su prometida, la actriz estadounidense Meghan Markle. Su objetivo estaba claro: disfrutar de la última noche del año en un clima amable y degustando los extraordinarios vinos de la zona. Trataron de no llamar la atención entrando los primeros en el vuelo, pero todas las maniobras de distracción fueron inútiles. Les cazaron.

Hubo, claro está, algunas precauciones de seguridad: los asientos de los novios, futuros Duques de Essex, estaban situados al final de la cabina, justo al lado de los cuartos de baño. Junto a ellos, rodeándolos, se sentaron tres guardaespaldas que se aseguraron de que ninguna persona se acercara más de la cuenta a ellos. Los pasajeros que pudieron verles de cerca contaron que Harry se colocó al lado de la ventana y que llevaba una gorra de béisbol calada para tratar de evitar que le reconocieran. Él vestía chaqueta y vaqueros y ella una boina de lana negra y muy poco maquillaje.

Al aterrizaje les estaban esperando personal del servicio especial francés que protege a los altos mandatarios en su visita al país. Se trata de un acompañamiento que no es negociable: desde que el terrorismo se ha convertido en una amenaza no tan improbable, el Gobierno francés insiste en proteger hasta los viajes de índole privada. La pareja se alojó en una residencia privada junto con un grupo de amigos, en un viaje que probablemente es el último que puedan hacer hasta su vida y luna de miel, el próximo mes de mayo.