Iñaki Urdangarin aún tendrá que esperar unas semanas para conocer la sentencia definitiva del caso Nóos, que muy probablemente confirme su ingreso en prisión, aunque él, su esposa y su abogado siguen pensando que es inocente. Ese día será muy doloroso en el terreno personal para él, para doña Cristina, para sus hijos, para su madre y hermanos, para su familia política y también para el Rey, que hasta hace ocho años mantenía una relación cordial con Urdangarin. Pero ese día también terminará "el martirio" que este caso judicial ha supuesto para la Corona y que, junto a otros factores, influyó en la abdicación de don Juan Carlos.
A pesar de las distancias que marcó don Felipe desde que estalló el escándalo, cuando aún era Príncipe, y del respeto que ha mantenido la Casa del Rey a la independencia del poder judicial, durante los más de siete años que lleva este caso en manos de los jueces, ha habido sectores que han intentando erosionar a la Monarquía y a la Justicia con el argumento de que Urdangarin estaba recibiendo un trato privilegiado.
En los últimos meses, a estos sectores se han sumado grupos separatistas, que intentan cuestionar un sistema judicial que mantiene a sus líderes en prisión preventiva –porque los jueces aprecian riesgo de que reincidan, se fuguen o borren pruebas– y, sin embargo, permite que Urdangarin continúe en libertad a la espera de que su condena sea firme, como ocurre miles de veces. Y es que las dos medidas cautelares que le impuso el tribunal fueron que compareciera los días 1 de cada mes ante la autoridad judicial suiza y que comunicara al tribunal cualquier cambio de residencia o desplazamiento fuera de la Unión Europea.
Pero la larga espera del caso Nóos está a punto de llegar a su fin después de que el pasado miércoles 21 se celebrara en el Tribunal Supremo la vista para estudiar los recursos que habían presentado la fiscalía, la abogacía del Estado y los abogados de algunos de los condenados por la Audiencia Provincial de Palma. Entre ellos, Iñaki Urdangarin, penado con seis años y tres meses de prisión; su socio, Diego Torres, con ocho años y medio de cárcel, y Jaume Matas, con tres años y ocho meses.
El camino judicial
Ahora, los miembros del tribunal necesitarán un tiempo para las deliberaciones, que fuentes jurídicas cifran en varias semanas. Cuando los magistrados hayan decidido si aumentan, reducen o mantienen la pena, el ponente deberá redactar la sentencia, que sería firme. A partir de ese momento, la única opción que le quedaría a Urdangarin para retrasar su ingreso en prisión, si el Supremo confirma la pena, sería presentar un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, que este lo admitiera y que además decidiera suspender la condena hasta que se pronunciara.
El escándalo judicial que afecta al marido de doña Cristina seguirá acaparando titulares en las próximas semanas y, cuando Urdangarin empiece a cumplir su pena, si se confirma la condena, llevará ya casi ocho años de calvario. Ocho años en los que tuvo que renunciar a una vida profesional y vio cómo le retiraban todos los honores. Ni siquiera podía utilizar como consorte el título de su esposa, porque el Rey, en un gesto sin precedentes, se lo había revocado.
Han sido ocho años en los que también tuvo que 'exiliarse' en el extranjero para alejar a sus hijos de la presión mediática, en los que quedó apartado de toda celebración pública y privada de su familia política, en los que se deshizo de la casa de sus sueños y de su perdición –el chalet de Pedralbes– y en los que vio sus correos más íntimos expuestos en los medios. También rompió su relación personal con su cuñado, el Rey, y se convirtió en arma arrojadiza contra la Monarquía. Y, después de todo eso, lo peor para él aún está por llegar.
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