Alberto y Charlène de Mónaco en París. / GTRES

Un problemático flechazo

La entrevista más sincera de Alberto y Charlène de Mónaco sobre su matrimonio: «Esa noche me metí en un lío»

El inicio de la relación de los príncipes de Mónaco estuvo estrechamente ligado a los Juegos Olímpicos, ya que oficializaron su amor en Turín 2006.

Los Juegos Olímpicos de París llevan días contando con la presencia de muchos royals, entre ellos los príncipes Alberto y Charlène de Mónaco, que además de disfrutar en directo de la ceremonia de inauguración, han regresado para contemplar diversas pruebas deportivas como el rugby 7, al que ambos son muy aficionados. De su amor por el deporte y de los inicios de su siempre mediática relación sentimental han hablado ahora ambos en una entrevista muy personal para la revista francesa 'Paris Match'.

Antiguos deportistas olímpicos los dos, ella nadadora, él piloto de bobsleigh, los dos confiesan guardar excelentes recuerdos de esta competición. «Cuando lo vives a tope durante dieciséis días, te sientes parte de una familia», asegura Alberto. «Lo que más recuerdo es la sensación que tuve cuando entré en el estadio de Sídney para la ceremonia de apertura en 2000. En ese momento, sentí que había conseguido algo. Me llené de orgullo y emoción. Fue casi abrumador. Llevaba soñando con ese momento desde que tenía ocho años», asegura por su parte Charlène.

Pero los JJOO tienen otro significado especial para ellos, ya que los príncipes oficializaron su relación precisamente en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín en 2006. Allí fue la primera vez que se les vio juntos, aunque se habían conocido seis años antes, en una competición de natación en Mónaco llamada Mare Nostrum, en la que había participado aquella rubia y alta sudafricana.

«No sé si nos enamoramos entonces. Después de aquello, no volví a ver a Charlène durante varios años», afirma misterioso el príncipe monegasco. Interrogado por cómo recuerda aquel instante, confiesa que «en primer lugar, me pareció una excelente nadadora y luego que era una persona amable, sonriente y accesible. Lo pasamos muy bien«. Luego, pícaro, añade: «No sé si debo decirlo, pero aquella tarde le causé unos cuantos problemas porque no la despedí a tiempo». Una anécdota que confirma su esposa: «Sí, es verdad que esa noche me metí en un lío, ¡pero no os lo vamos a contar todo!».

Es la historia de un amor como no hay otro igual

Aquel pequeño lío mereció la pena, porque el resto es historia: se comprometieron en 2010, a lo que siguió una preciosa (y polémica) ceremonia nupcial al año siguiente. Sus dos hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, nacieron en 2014 y son sin duda sus medallas de oro.

Los príncipes de Mónaco en el Tour de Francia 2024. / GTRES

Sobre su vida en común actual, siempre en el punto de mira, le preguntan a Alberto que si tuviera que comparar su matrimonio con un deporte, ¿cuál sería? «Quizá una carrera de relevos», responde tentativamente, antes de cambiar de idea y asegurar que «más que un deporte, es una negociación constante y, sobre todo, un apoyo mutuo tremendo».

Dado su amor por el deporte, parece lógico que Alberto acabara enamorándose de una atleta. «No sé si realmente estaba escrito en piedra, pero acepté este destino. Ya habíamos salido en público, pero nadie se había dado cuenta hasta aquellas fotos, es cierto», dice el royal recordando los inicios de su noviazgo. Charlène por su parte rememora que le encantó ver la nieve en la competición en Turín «y compartirlo con mi nuevo novio fue aún más emocionante».

Alberto, Charlène y sus hijos en la inauguración de los JJOO. / GTRES

Dejando el amor aparte, hay tiempo para una breve pregunta sobre la tormenta que se vive en Mónaco con el caso de corrupción de los 'Dossiers du Rocher', que han salpicado a los Grimaldi. Alberto echa balones fuera diciendo que « no podré responder a esa pregunta hasta dentro de unos meses. Pero también hay momentos agradables, como el que estamos viviendo con los Juegos de París».

El deporte, un asunto de familia

Con unos padres entusiastas del deporte y apasionados por los Juegos Olímpicos, no es de extrañar que los príncipes Jacques y Gabriella sientan predilección por el deporte. «El deporte es bueno para todos: para los más pequeños, desarrolla la flexibilidad, la coordinación y el sentido del espacio. Por supuesto, animo a mis hijos a hacer todo lo posible», asegura Charlène.

Grace Kelly junto a su padre. / GTRES

«Les animamos a hacer ejercicio, aunque es vital que prueben varias disciplinas antes de concentrarse en una en particular. Nadan y hacen gimnasia. También se han iniciado en la esgrima, el tenis y el voleibol. Jacques practica taekwondo. Los valores del deporte son fundamentales«, añade Alberto.

También recuerda cómo su padre, el príncipe Rainero, «jugó al fútbol y al rugby e incluso boxeó cuando era joven» y recuerda también cómo su abuelo, el padre de Grace Kelly, fue incluso ganador de tres medallas de oro olímpicas. «Su aura contribuyó en gran parte a mi interés por los Juegos Olímpicos. A través de sus historias y sus hazañas. Luego mi tío, su hijo, también campeón de remo, me introdujo en este deporte. Pero este amor por el deporte viene de ambos lados de mi familia».