La llama del amor

De Mary de Dinamarca a Charlène de Mónaco, las royals que se enamoraron durante unos Juegos Olímpicos

Las Olimpiadas son un fastuoso escenario también para el amor. Las siguientes historias lo demuestran: fue en unos Juegos donde se conoció y enamoró más de una pareja royal, de los reyes de Dinamarca a los príncipes de Mónaco.

Federico y Mary de Dinamarca durante los Juegos Olímpicos de París 2024. / instagram

Elena Castelló
Elena Castelló

Miembros de la realeza, jefes de Estado, diplomáticos y numerosos equipos de seguridad. Los Juegos Olímpicos son la ocasión de disfrutar de lo mejor del deporte, pero también para mezclarse con la élite. Por ello, no es de extrañar que varias parejas reales coincidieran en semejante momento y se enamoraran entre competición y competición.

Los más veteranos son los reyes de Suecia, aunque se dice que don Juan Carlos y doña Sofía se conocieron, en realidad, en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960 y no en el crucero por el Mediterráneo organizado por la reina Federica en 1954. También los reyes de Dinamarca vivieron un romántico inicio de su historia de amor, en los Juegos de Sidney, en el año 2000. Repasamos estos amores olímpicos.

Los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, Munich 1972

Se vieron, por primera vez, en las XX Olimpiadas de Munich, en 1972. El sábado 26 de agosto de 1972, el día de la inauguración, la joven Silvia Sommerlath, asistente e intérprete, hacía de anfitriona en la sala VIP. «El lugar estaba lleno de miembros de la realeza, jefes de Estado, diplomáticos y numerosos equipos de seguridad», recordaba años más tarde. «De repente, sentí la mirada de alguien sobre mí. Me di la vuelta. Un hombre me estaba observando con sus gemelos... ¡a sólo un metro de mí! Fue realmente inusual». Aquel hombre, que ella no conoce, es el príncipe heredero de Suecia. Todavía no es rey.

Carlos Gustavo tiene 26 años y le precede una gran reputación de «playboy», pero sus técnicas de aproximación parecen algo estrafalarias. Ambos jóvenes se rieron. Silvia, de origen germano-brasileño, tiene 29 años. Ambos asisten a la inauguración y, después, a un cóctel, en el que se reúnen todos los asistentes VIP. Carlos Gustavo está entre los invitados.

Fascinado por la joven morena, envía a su ayudante de campo para decirle que «su alteza real desea conocerla». Es entonces cuando Silvia se da cuenta de quién se trata y de que es el mismo hombre de los gemelos. Se siente halagada y acepta. Charlan un rato y él la invita a cenar esa misma noche. Pero no se trata de una cena íntima, como podía haber imaginado, sino una cena familiar, en la que están presentes el tío de Carlos Gustavo, el príncipe Bertil, con su esposa Lillian, así como una de sus hermanas, la princesa Birgitta, y su marido, el príncipe Jorge de Hohenzollern-Sigmaringen.

Carlos Gustavo y Silvia de Suecia en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. / gtres

Silvia fue recibida cordialmente por todos los comensales, con total naturalidad. Estaban encantados de conocerla. Tras la cena, Carlos Gustavo lleva a su futura esposa a bailar toda la noche a una discoteca de moda. Se vuelven inseparables, aunque el heredero regresa a Suecia unos días después. Lleva siempre consigo una foto de Silvia. Vuelven a verse, primero a escondidas, en Alemania y en Suecia.

Pero son descubiertos por un reportero al verano siguiente, cuando repostan en una gasolinera. La relación empieza a ser conocida, pero la pareja debe esperar a anunciar el compromiso porque el rey Gustavo Adolfo, abuelo de Carlos Gustavo, no está conforme con la novia elegida. Carlos Gustavo sube al Trono el 15 de septiembre de 1973 y, finalmente, el 12 de marzo de 1976, contraen matrimonio .

Federico y Mary de Dinamarca, Sidney 2000

Los Juegos Olímpicos, esta vez en Sidney, también cambian por completo la vida de Mary Donaldson, una abogada que trabaja en el mundo de la comunicación y la publicidad, de origen tasmano, de 28 años. Mary contaría más tarde que, ese mismo verano, una pitonisa le predijo que iba a conocer a alguien extranjero, y que se haría famosa gracias a él, tras irse a vivir a Europa. Unos días más tarde se inauguran los Juegos Olímpicos a los que asiste Federico de Dinamarca, de 32 años, heredero al trono de Dinamarca, junto con su hermano Joaquín.

Federico y Mary de Dinamarca durante los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004. / GTRES

El 16 de septiembre, Federico y Joaquín se reúnen con su prima la princesa Marta Luisa de Noruega, el príncipe Nicolás de Grecia y uno de los sobrinos del rey Juan Carlos, Bruno Gómez-Acebo . Hay quien señala también en la reunión al entonces príncipe Felipe. Todos coinciden en conocido pub, el Slip Inn, y se mezclan amigos de amigos. Entre ellos, está Mary. Lleva un top beige ajustado, vaqueros y el pelo recogido en una coleta. La acompañan su compañero de apartamento y su amiga Beatrice. Federico se presenta como Fred. «Nos dimos la mano», recordaría Mary años después, cuando se anunció su compromiso. «No sabía que era el príncipe de Dinamarca». Se sientan juntos, en un ambiente relajado y divertido.

«Más tarde esa noche alguien me dijo: '¿Sabes quiénes son todas estas personas?' Dije que no». Al final de la velada, Mary le da su número de teléfono a Federico. «Me llamó al día siguiente. Algo había sucedido entre nosotros. Desde el primer momento en que empezamos a hablar, y ya nunca paramos». Durante más de un año, Federico realizó frecuentes viajes de Copenhague a Sydney, para encontrarse, secretamente, con Mary. En 2001, la prensa desveló que Federico tenía novia y que se trataba de una abogada australiana. La boda se celebró el 14 de mayo de 2004 . Pero antes, Mary tuvo que ganarse la aprobación de la reina Margarita II, que no la veía con buenos ojos.

Alberto y Charlène de Mónaco, Turín 2006

Los príncipes de Mónaco se habían conocido en el año 2000 en el Campeonato Internacional de Natación de Mónaco, que presidía el príncipe Alberto. Pero fue en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín, en 2006, cuando se mostraron juntos, por primera vez, y dieron a conocer al mundo que estaban enamorados y que lo suyo iba en serio.

Los príncipes Alberto y Charlène de Mónaco durante los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. / GTRES

En los primeros años, llevaron su relación con total discreción. Pero esa tarde de febrero de 2006, en la que asisten juntos a la inauguración, ambos dejan a un lado su habitual reserva. Alberto ha subido al Trono unos pocos meses antes y sigue soltero. Ambos son Olímpicos: Alberto participó con el equipo monegasco de bobsleigh en los juegos de 1988 y 2002.

Charlène compitió en Sidney 2000. Disfrutan del espectáculo, pero están pendientes el uno del otro. Charlène lleva los colores del principado y se apoya en el hombro de Alberto. La boda llegaría el 2 de julio de 2011.

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