Antes de que Carlota Casiraghi se convirtiera en madre e it girl, su tío Alberto de Mónaco dejara de repartir hijos secretos por el mundo, la princesa Charlène se pasara el día desmintiendo su divorcio en Instagram , Pierre descubriera al mundo a la heredera del glamour de Grace Kelly, Beatrice Borromeo , y su primo Louis Ducruet se casara con la humilde Marie Chevallier a pesar de lo que pensara su hermana Pauline Ducruet , se podía adivinar cuándo había comenzado la temporada de afters en Ibiza solo viendo fotos de la cantidad de ropa que llevaba Andrea Casiraghi encima. Si el primogénito de la saga Casiraghi y de la princesa Carolina de Mónaco aparecía en la portada de las revistas alimentándose de tabaco y rayos de sol, descamisado y con la melena hecha un desastre, no cabía duda, era verano.
Andrea Casiraghi en una imagen de cuando era el terro de las noches de fiesta. /
Sobre Andrea Casiraghi descansó, durante mucho tiempo, el peso de la maldición de los Grimaldi, y no nos referimos a la de no ser afortunado en amores (que tuvo unos cuantos), sino a la de vivir una infancia traumática y una adolescencia «salvaje» retratada por los paparazzis para la posteridad. Así como su madre fue la princesa salvaje europea en su etapa parisina de la que acabó escarmentada por su matrimonio con Philippe Junot , Andrea Casiraghi parecía dispuesto a correrse todas las juergas a las que su madre ya había renunciado.
De todos los hijos de Carolina de Mónaco, Andrea fue el más consciente del terrible accidente que se llevó la vida de su padre Stefano Casiraghi; apenas tenía seis años cuando se produjo e intentaba paliar la nostalgia y la pena oliendo la ropa del difunto.
andrea Casiraghi y su novia española de 2003, la actriz María Jurado. /
Con los años se convirtió en un príncipe de melena rubia y mirada triste muy aficionado a la nicotina y los escándalos de segunda fila (aunque seguro que el principado se le agradece que no se le conozca hijos ilegítimos con azafatas ni camareras como sí ha sido el caso de su tío el príncipe Alberto).
Hasta los 19 vivió al abrigo de la mirada externa refugiado en la Provenza, pero en cuanto hizo acto de presencia en la vida social monegasca era demasiado rubio, demasiado joven y demasiado guapo para que la prensa rosa no le siguiera la pista. El verano de 2003 fue especialmente intenso para la prensa española: el joven fue infiel a una millonaria alemana, Caroline von Sattanffenberg, con una actriz española que hacía top less en Ibiza llamada María Jurado y con la que compartió arrumacos durante todo el verano.
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Y así transcurría la vida del heredero al trono de La Roca hasta que nacieron sus sobrinos, de novia en novia, de fiesta en fiesta. Si salía sin camisa era verano e Ibiza, si aparecía en mono de esquí, era invierno y Suiza. Pero en una noche de juerga conoció a Tatiana Santo Domingo, íntima de su hermana Carlota y heredera, entre otras cosas, de una compañía aérea, un canal de televisión, una compañía telefónica y unos 2.000 millones de euros.
Tras siete años de noviazgo príncipe que cerraba after ibicencos se cortó la melena, se dejó barba, pasó dos veces por el altar ( por lo civil en Mónaco en 2013 y por lo religioso un año más tarde en Gstaad) y bautizó a su primer hijo, Sacha, dos días antes de su primer enlace, porque los Grimaldi siempre invierten el orden de los factores sin alterar el producto final.
Ahora Andrea se ha reciclado de príncipe diletante a filántropo y esforzado padre de cuatro hijos. Su vida ya no da para grandes titulares (aunque aún insista en conducir a 200 km/h y se le retire la licencia de conducir de vez en cuando), solo hace apariciones en actos oficiales de Mónaco y siempre al lado de su esposa y sus hijos, ¡pero qué bien le ha sentado sustituir la fiesta sin fin por el yate en Saint Tropez!