Letizia no es la única reina que ha tenido que superar la muerte de una hermana: las tragedias de Máxima de Holanda y Sonia de Noruega

Érika Ortiz era la hermana menor de la reina Letizia , la pequeña de la familia. Vivía en Vicálvaro con su hija Carla Vigo en el mismo piso que usó Letizia Ortiz antes de convertirse en princesa de Asturias. El 7 de febrero de 2007 fue encontrada muerta en el dormitorio de esa vivienda. La presencia de unas cartas dirigidas a sus seres queridos y que durante esa noche tanto su novio como su hija estuvieran ausentes apuntaban a que había sido un suicidio. Una muerte inesperada a la que se han enfrentado distintas monarquías europeas, desde la propia reina Letizia a Máxima de Holanda o la reina Sonia de Noruega.

La noticia de la muerte de Érika Ortiz cayó como una bomba sobre la familia Ortiz Rocasolano al completo y la casa real. Los reyes Juan Carlos I y doña Sofía se encontraban fuera de España cuando la noticia trascendió a los medios y regresaron apresuradamente para asistir al funeral. Las imágenes de la actual reina, desolada, embarazada y abrazada por la infanta Cristina o haciendo una reverencia al rey forman parte del archivo gráfico de los Borbones muy a su pesar.

Desde un primer momento se barajó la hipótesis del suicido en el Juzgado de Instrucción número 12 de Madrid. Érika Ortiz arrastraba un historial de problemas de ansiedad y depresión y la presión mediática mezclada con las indicaciones desde la casa real sobre lo que podía y no podía hacer no ayudaron a su estabilidad mental.

Cuenta la periodista Paloma García Pelayo que en un último intento de proteger la imagen de su hermana pequeña la embarazadísima princesa de Asturias contactó con un abogado recomendado por la Casa Real. Pero la información ya estaba publicada, lo más doloroso de las circunstancias de la muerte de Érika ya era xox pópuli, y Letizia no pudo controlar el discurso de los medios. Desde entonces Casa Real ha guardado silencio sobre este tema y la reina jamás se ha manifestado al respecto. Pero otras monarcas europeas que pasaron por lo mismo han optado por la posición contraria.

El año pasado la reina Sonia de Noruega habló con claridad sobre el suicido del padre de sus tres nietas y ex de su hija la princesa Marta Luisa de Noruega, el escritor Ari Behn . Para sorpresa de todos la monarca confesó que desde el suicido de Ari Behn en la navidad de 2019 nada había vuelto a ser igual para toda la familia especialmente en esa fechas.

El hombre que afirmó en los medios que si pudiera a su suegra le mataría recibió en 2021 de boca de su suegra el reconocimiento que seguramente le hubiera gustado recibir de ella en vida. « Es muy triste que nadie lo haya valorado en vida. Ahora que está muerto, mucha gente habla de él con cariño, de una forma cálida y amable, pero antes recibió muchísimas críticas. Nada estaba bien, y no creo que se sintiese exitoso en absoluto», explicaba en la biografía «Sonja. Samtaler med Dronningen».

La muerte de Ari Behn no ha sido la única vez que la reina de los noruegos ha tenido que hacer frente a una tragedia de estas características. La hermana mayor de la reina Sonia, Gry Haraldsen, se suicidó cuando tenía 46 años. Sucedió el 21 de abril de 1971, la reina regresaba del cumpleaños de la reina Margarita y la noticia de la muerte de su hermana le provocó una herida que nunca ha sanado del todo.

«Como todos los demás en la familia, me preguntaba si podría hacer más por Gry. Y la respuesta siempre era la misma: sí, siempre pude haber hecho más», declaró la reina. En el momento del suicido de Gry Haraldsen la monarca estaba embarazada de su primogénito, pero sufrió un aborto espontáneo y perdió al bebé.

Inés Zorreguieta era la protegida de la mujer destinada a convertirse en reina de Holanda. Cuando Máxima desfilaba hasta el altar en su boda con Guillermo en 2002, Inés fue el único apoyo familiar que el gobierno holandés permitió a la novia durante la ceremonia. Pero a pesar de sus esfuerzos por proteger a su frágil hermana menor Máxima de Holanda la perdió para siempre en 2018.

Inés Zorreguieta tenía un largo historial de enfermedad mental, desde problemas de autoestima y anorexia a la temible depresión que finalmente no consiguió superar y la llevó a suicidarse en junio de 2018 a los 33 años. Como si de una broma macabra se tratara Inés era psicóloga y había escrito una tesis doctoral sobre el suicidio. La muerte de su hermana pequeña sumió a la siempre sonriente reina Máxima en una profunda tristeza. A su entierro en Argentina acudió la familia real holandesa al completo.

No ha sido hasta 2021 que la reina se ha animado con motivo de una entrevista concedida por su 50 cumpleaños a hablar de su hermana muerta. «Sabíamos que no estaba bien durante los últimos ocho o nueve años antes de su muerte y, sin embargo, había un poco de tabú al respecto. No sabíamos exactamente cuál era el diagnóstico y cómo podríamos ayudarla a estar mejor», explicó la reina que afirma que siempre que recuerda a Inés la visualiza con una gran sonrisa.