RIQUEZA, PODER Y RUINA Quiénes eran los Espírito Santo, los Rockefeller portugueses que acogieron a los condes de Barcelona en Estoril

Los Espírito Santo fueron los anfitriones de los condes de Barcelona en Estoril: ricos y dispuestos a rendirles pleitesía. Un vínculo que unió a la familia de banqueros con los Borbones hasta nuestros días.

Los condes de Barcelona, María de las Mercedes y don Juan de Borbón, acudiendo a un evento en Estoril / getty images

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Todo comenzó con José María do Espírito Santo, el hijo no reconocido que un aristócrata tuvo con una criada que fue abandonado a la puerta de una iglesia, y culminó un siglo después con sus herederos convertidos en una de las familias más ricas y poderosas de Portugal .

Tanto es así que en los 2000 se conocía a uno de sus descendientes con el sobrenombre de DDT ( Dono Disto Tudo- los dueños de todo esto) y se convirtieron durante décadas en los sponsor y anfitriones de las monarquías europeas, con los condes de Barcelona , padres del rey Juan Carlos , como pioneros de la afición royal por Estoril.

Pero mucho antes de aquel 2014 en el que empezó el principio del fin del imperio Espírito Santo hubo días de vino y rosas. Para cuando estalló la Segunda Guerra Mundial a los tres hijos del patriarca Spirito Santo se les conocía como los «Rockefeller» portugueses y coleccionaban a partes iguales fincas dignas de la aristocracia más barroca (Quinta Patino, Portimao, Quinta da Penha, Quinta de Sao Domingo…), obras de arte y casas reales europeas.

Era la época en la que los Espírito Santo se encargaron personalmente de recibir en sus propiedades a todas las cabezas coronadas que acababan de perder sus palacios y su lugar en el nuevo orden mundial y buscaban desesperadamente un refugio.

Reyes sin corona como don Juan, el conde de Barcelona , padre de Juan Carlos de Borbón. Y así nació la estancia de los condes de Barcelona, en Estoril, siempre al amparo de la poderosa familia Espírito Santo y, lo que es aún más importante, de su banco.

El intento de secuestro royal en la propiedad de los Espírito Santo

Ricardo Espirito Santo y Silva era el que más disfrutaba de codearse con artistas y nobles a partes iguales. Gracias a su mujer, María Pinto de Morais Sarmento y Cohen, hija también de banqueros y sobrina del barón de Sendal, Ricardo entró en contacto con las casas reales europeas y adquirió el gusto de recibir a los ilustres caídos en desgracia en su casa de Cascais.

Porque los Espírito Santo, además de medrar apoyando la dictadura salazarista (Ricardo era íntimo de Antonio de Oliveira Salazar), también le cogieron el gusto a codearse con los royals a los que ninguna casa real recibía ni tomaba en serio, como los duques de Windsor, Wallis Simpson y el ex rey británico Eduardo VIII.

En concreto los duques de Windsor vivieron el episodio más extraño en Cascais en el que se mezclaba una de las casas de Ricardo Espírito Santo, una trama de espías nazis, británicos y españoles y un intento de secuestro.

Cuando la pareja real llegó a Lisboa huyendo de la ocupación nazi de Francia, Salazar ordenó a los mejores hoteles de la ciudad que no les dieran habitación para que aceptaran la invitación de Ricardo Espírito Santo de instalarse en su impresionante villa en Cascais con vistas al acantilado de la Boca do Infierno, la casa Cor-de-Rosa.

El conde de BArcelona, padre del rey Juan Carlos, en su jardín de la casa de Estoril. GTRES

Lo que no sabían es que los espías nazis tenían un plan para llevarse a la pareja real a Berlín voluntaria o involuntariamente y los españoles querían engañarles para que se instalaran a España y así poder «regalárselos» a Hitler.

Cuando Churchill se enteró a través de sus espías de las intenciones de unos y de otros, decidió alejar para siempre a los duques de Windsor de Europa y nombró a Eduardo Gobernador de Las Bahamas mientras durase la guerra.

Mucho tiempo después, en 2019, la villa de cuatro plantas, con piscina cubierta y que estuvo sin saberlo durante tres semanas en el epicentro del complot nazi contra los Windsor se subastó por 20 millones de euros.

Cómo era la relación de los Espírito Santo con los Borbón

El rey Juan Carlos fue otro de los royals que disfrutaron de la piscina de la casa Cor-de-Rosa. La relación entre los Espírito Santo y la familia real española data del primer día en el que los condes de Barcelona decidieron trasladarse al país vecino.

Según el historiador Ricardo Mateos, los de Barcelona vivían de prestado en Portugal y quién más prestó en aquella época fue la familia poseedora del principal banco de Portugal. Gracias a los Espíritu Santo los Borbón tenían acceso a la playa con desayuno incluido si acudían desde primera hora de la mañana a la terraza de la Casa Santa María, la casa a orillas del mar de Manuel Ribeiro do Espírito Santo e Silva y su esposa Isabel.

No eran sus únicos privilegios. También tenían acceso privilegiado y recursos para acceder al casino de Estoril, las fiestas de la alta sociedad portuguesa y el elitista club de golf en el que don Juan de Borbón era la estrella.

El rey Juan Carlos también encontró en los Espírito Santo a una segunda familia. Se dice que una de sus matriarcas, Isabel, cuidó de él más que su propia madre (que por aquella época ya mostraba un consumo de alcohol problemático).

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Cuando décadas después de aquellos años dorados en Estoril llegó la revolución de los claveles y fueron los Espírito Santo los que huyeron de su país, Juan Carlos de Borbón les ayudó en España y les ayudó a instalarse durante un tiempo en Madrid.

Como favor con favor se paga, Juan Carlos I continuó visitando a los Espírito Santo cuando regresaron a su país alojándose en sus casas para participar en concursos de vela o realizando visitas privadas. La relación entre ambas familias era tan fluida que cuando nadie sabía dónde se había ido el emérito cuando se fue de España hace ya tres años, todo el mundo recordó a sus entrañables amigos portugueses.

Pero el destino es caprichoso y hoy ya sabemos que el rey se encuentra retiró mucho más lejos, en Abu Dabi, y que la familia que le apoyó durante buena parte de su juventud ya no dispone de la influencia y la fortuna que les hicieron sentirse los reyes no coronados de Portugal.