Por qué Camilla Parker Bowles va a heredar una corona maldita que solo atrae tragedias y desgracias a los hombres

Camilla Parker Bowles será la heredera de una corona conocida por su maldición. La eterna amante de Carlos III pasó a ser su esposa y superó todos los males: que ambos estaban casados, los abucheos, su propio ataque de pánico.

Tras la muerte de Isabel II , ha pasado a ser reina consorte, con todas sus consecuencias. Una de ellas es que ha pasado a llevar tiara que tiene incrustada el Koh-i-Noor, un diamante de 108 quilates y de valor incalculable.

El nombre de la joya quiere decir «la montaña de luz», porque es como lo definió el sha de Persia Nader Shah cuando al fin lo tuvo en sus manos. Le sorprendió tanto que no pudo evitar admirarlo aunque, según la leyenda, todos los que lo han llevado han caído en desgracia. Para sortear esa maldición, el rey debe cederlo siempre a su esposa.

El mito se remonta a un texto hindú de 1306: «Quien posea este diamante dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios, o una mujer, pueden llevarlo con impunidad».

Hay varias teorías sobre esa corona. Lo que se sabe es que procede de la India y lleva más de 170 años en manos de las reinas de Reino Unido. Su coste material ronda los 170 millones de euros, y el sentimental es inabarcable.

Las primeras referencias al objeto aparecen el libro de memorias del Babur, el fundador de la dinastía mogol en la India. En ellas, se reconoce que la joya podría alimentar al mundo entero durante dos días y medio. Se dice que era propiedad del Babur, el fundador del Imperio Mogol de la India, en 1526 y que se lo arrebató al rajá de Gwalior.

La otra teoría señala que la gema en bruto se encontró en el siglo XVII en las minas de Golconda, un lugar donde se hallaron piedras magestuosas como el Gran Mogol. Lo guardó el emperador Shah Jahan, quien inició el Taj Mahal.

Se rumorea que pasó a los reyes de Afganistán, y después a los maharajás sijs del Punjab, y que el Sha de Persia lo perdió en saqueo de Delhi en 1739. El traspaso de unos a otros siempre se cobró vidas, supuso mutilaciones y todo tipo de agresiones sangrientas.

Fue Dhulip Singh, el último monarca del Imperio Sij, el que lo cedió a Victoria, reina del Reino Unido y emperatriz de la India. Ella fue la primera mujer británica que se lo colocó en la cabeza, en 1877. Se han enfrentado por él gobernantes de lugares inhóspitos y se ha convertido para unos es símbolo de la monarquía y para otros del colonialismo.

Por la segunda opción apostarlos los escritores William Dalrymple y Anita Anand, autores del libro Kohinoor: la historia del diamante más infame del mundo. «Los británicos deben pedir perdón a la India por las atrocidades de la época colonial», declararon a EFE.

No obstante, es poco probable que abandone su espacio entre las joyas de la corona. Y, pese a las leyendas, parece que ha dado buena suerte. Lo demostró la última dueña, Isabel II, que murió a los 96 años y fue la que más años reinó en Reino Unido.