una infancia en ruinas
una infancia en ruinas
Se dice que en el palacio mallorquín de Marivent la reina Sofía intentó recrear el lugar donde fue feliz durante su juventud: el palacio griego de Tatoi. Pero hoy ese lugar está en ruinas y el estado del país heleno que envió a la familia real griega al exilio no tiene recursos para rehabilitarlo.
Una misión que costará más de lo que el rey Carlos III ha ofrecido al gobierno griego para gastarlo entre sus viejos muros: 12,3 millones de libras lo que se traduce en unos 15 millones de euros. ¿Pero a qué obedece este súbito interés del Windsor supremo por cuidar de la propiedad que vio crecer a Sofía de Grecia y sus hermanos, el fallecido rey Constantino y la princesa Irene?
Se podría decir que Tatoi debe tener algo especial en el aire que hace que los royals se vuelvan nostálgicos. En el caso de la reina Sofía es obvio lo que la une a esa propiedad, de hecho, en su cementerio están enterrados tantos sus padres como su hermano, el último rey griego.
En el caso del monarca británico el vínculo con Grecia también hay que buscarlo en su familia, concretamente en su padre, el príncipe Felipe de Edimburgo que fue, antes que el marido de Isabel II y parte de la casa real inglesa, un príncipe de Grecia. Pero también en la desconocida amistad que unió a Constantino de Grecia con el entonces joven príncipe de Gales.
En marzo de 2021 Carlos, el aún entonces heredero de la corona de Isabel II, quiso visitar Tatoi de forma privada junto a Camilla. El príncipe de Gales había acudido a Grecia para formar parte de la conmemoración de los 200 años de la independencia helena del Imperio Otomano. La visita le acabaría costando un año más tarde 12 millones de libras.
La prensa explicó tras el acuerdo que alcanzaron en 2022 el Windsor y el primer ministro griego, que para Carlos III el palacio no dejaba de ser la casa de su familia paterna, de hecho, allí se encuentra enterrado su abuelo, el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca.
Situado a escasos 20 km de Atenas, el palacete hoy en mal estado y que aún conserva en su interior tesoros olvidados por la familia real en su huida (recientemente se encontraron en su interior la corona y el cetro del primer rey griego, Otto) fue residencia royal hasta el golpe militar de 1973. La propiedad, situada en un monte y rodeada de cipreses, debe tener un nosequé romántico y decadente que hace que hasta un príncipe británico decida rascarse el bolsillo e invertir en ella.
el misterio de la hermana de la reinA
Tanto es así que en 2022 el príncipe se reunió con el primer ministro griego para elaborar un plan conjunto entre Gran Bretaña y Grecia con el objetivo de reconvertir Tatoi en un palacio-museo. La prensa británica informó que The Prince's Trust, una de las numerosas fundaciones que actúan en nombre de Carlos, asesorará al gobierno griego sobre la restauración del complejo y la clasificación de las obras que contiene.
Está previsto que la reforma concluya en 2025 e incluirá la reconversión de los establos del rey Jorge I en un museo y la renovación de los jardines, que albergan varias tumbas reales y que como pudimos ver en el entierro de Constantino ahora mismo parecen un solar. Un esfuerzo de los Windsor por salvaguardar un vínculo con el pasado ¿pero esconde algo más?
Cuando Constantino y Ana María de Grecia fueron depuestos tenían donde elegir para refugiarse, al fin y al cabo su árbol genealógico estaba unido a las familias reales de España, Suecia, Dinamarca, Noruega y, por supuesto, Reino Unido, donde acabaron instalándose durante más de cuarenta años.
Constantino II era primo segundo del rey Carlos III. El padre de Constantino, el rey Pablo de Grecia, y el duque de Edimburgo (padre de Carlos) eran primos hermanos. Pero además del parentesco, Carlos y Constantino se llevaban muy bien, como demuestra el hecho de que éste eligió al depuesto rey como uno de los padrinos de su primogénito y heredero, el príncipe Guillermo. Y también de que el día de su boda estuviera dispuesto a organizar un conflicto diplomático con tal de que Constantino no se la perdiera.
Dicho y hecho, en 1981, cuando le dio el «sí quiero» a Diana Spencer, Constantino se encontraba entre los 3.500 invitados de la ceremonia, pero el presidente girego no había rechazado la invitación porque Constantino había sido invitado con el título de «rey» a pesar de que Grecia había abolido la monarquía en 1974.
Cuando Constantino, Ana María y sus cinco hijos decidieron fijar su residencia en Londres, en una mansión de 13 habitaciones con jardines, piscina y diez baños situada en el exclusivo Hampstead, se convirtieron, en un gran apoyo para Carlos y, con el tiempo, en los niñeros no oficiales de los hijos de este. Durante los años 90 era común ver a Lady Di dejando a los príncipes en la casa de los Grecia para que los cuidaran.
Hay innumerables imágenes de Constantino acompañando a Carlos en saraos royals, desde veladas de caridad a exposiciones, jornadas de tiro al plato y paseos por Sandringham y el Windsor Great Park.
Un apoyo recíproco. En 1999, en la boda londinense de la princesa Alexia de Grecia, hija de Constantino, con Carlos Morales, se pudo ver a Carlos acudiendo en solitario. Y cuando Constantino cumplió 60 años, el príncipe de Gales le organizó una recepción en su residencia real. También fue él responsable de la invitación de los monarcas griegos al jubileo de diamante de la reina Isabel II en 2012.
No es descabellado pensar que cuando decidió en 2021 visitar Tatoi, asediado como tantas zonas de Grecia en aquel terrible verano por el fuego, lo hiciera también a instancias del rey heleno, preocupado por el estado del cementerio real y el palacio de su infancia. ¿Sería esta la verdadera razón que llevó al rey Carlos a ser tan generoso?