Charlène de Mónaco acompañando a su marido, Alberto de Mónaco, y su cuñada, la princesa Carolina, en el Baile de la rosa de 2014. / gtres

Por qué Charlène ya no coincide jamás con Carolina de Mónaco: ¿este año tampoco va a ir al Baile de la Rosa? (no acude desde 2014)

La princesa Charlène tiene fuerzas para retomar su agenda si su cuñada Carolina de Mónaco no acude al mismo evento que ella. El próximo Baile de la rosa será la prueba definitiva.

La princesa Charlène de Mónaco ha retomado su vida pública tras padecer un sin fin de desgracias médicas (y según las malas lenguas previo pago de la módica cantidad de 12 millones de euros). Charlène está en tan buena forma que está previsto que acompañe al ubicuo príncipe Alberto de Mónaco a Noruega. Lo que no está tan claro es que tenga fuerzas de enfrentarse al photocall del próximo Baile de la rosa monegasco al lado de Carolina de Mónaco el próximo 8 de julio.

La noticia del viaje internacional de los príncipes ha llegado a través de la casa real noruega que ha confirmado que los reyes del país nórdico recibirán a la pareja monegasca en la Real Hacienda de Bidaux en una comida a la que también acudirán los príncipes herederos y Marta Luisa de Noruega.

Por el bien de todos esperamos que esta última acuda al compromiso sin su prometido el chamán Durek Berret porque Charlène ya ha tenido experiencias desagradables con el esoterismo en el pasado, experiencias que han afectado a su imagen pública y alimentado todo tipo de rumores sobre su estabilidad mental.

La visita monegasca a Noruega es una buena noticia y parece indicar que el camino «largo, difícil y doloroso» que ha recorrido Charlène en el último año y medio ha llegado a su fin. Pero a pesar de estas señales se da una curiosa coincidencia si se analiza el tipo de eventos a los que acude Charlène desde que ha superado su convalecencia: en ellos no estaba la primera dama oficiosa de Mónaco, la princesa Carolina de Hannover.

Desde que recuperara su agenda Charlène ha acudido a eventos deportivos y se ha decantado por una línea amable en la que nadie le robe ni un plano, y la visita a los reyes noruegos no desentona con esa tendencia. Charlène ya acompañó al príncipe Alberto de forma oficial al país nórdico en 2012 e incluso se atrevió a probarse trajes lapones y posar de esta guisa ante las cámaras.

Pero la auténtica prueba de fuego para la princesa será cerca de su casa, en el Sporting Club de Mónaco en julio, donde su cuñada Carolina de Mónaco ejerce año tras año de anfitriona y abeja reina en un evento a su medida. Es el Baile de la rosa monegasco, el evento que tradicionalmente inaugura la primavera en Mónaco, pero que la pandemia ha retrasado esete año hasta el próximo 8 de julio.

Charlène no ha acudido al Baile de la Rosa desde el año 2014, y es un secreto a voces que detrás de esta ausencia se encuentra que este es el evento por antonomasia de Carolina de Mónaco, el Do de pecho social de una mujer acostumbrada a atraer las miradas para bien y para mal.

Hasta el fallecimiento de Karl Lagerfeld, Carolina y el diseñador se encargaban de todos los detalles del evento. Para el de este año la princesa de Hannover ha confiado la dirección artística del evento a otro amigo-diseñador de confianza: Christian Louboutin.

Pero que nadie se engañe. El Baile de la rosa monegasco es mucho más que una gala para recaudar fondos destinados a la Fundación Princesa Grace: es el balcón de los Windsor hecho fiesta con concierto y cena incluidos. Gracias a su posado oficial podemos deducir los nuevos novios y novias de los Grimaldi, los nuevos embarazos monegascos y el resto del gossip Grimaldi, incluido el más jugoso de ellos: cómo es la relación entre los tres hermanos Grimaldi.

Charlène debutó como novia de Alberto de Mónaco en un Baile de la rosa, el de 2008, en una convocatoria surralista en la que se fotografió con almodóvar. En el 2009 todavía era posible verla disfrutar de la fiesta. Pero los cambios de actitud fueron evidentes a partir de 2012, año en que se confirmó como princesa de Mónaco ante los ojos de la prensa.

Agarrada del brazo de su ya marido Alberto de Mónaco, Charlène dejó los bailes y las confidencias e intentó dar una aparencia más regia a su aparición. Pero a pesar de su tiara y su flamante esposo quién más sonreía y más atendión acaparaba era Carolina de Mónaco, la cuñada robaplanos por antonomasia. Dos años más tarde Charlène dejó de acudir a la fiesta.

Por el camino se perdió el debut social de Alexandra de Hannover con 16 años en el Baile de la rosa de 2016, el compromiso oficial vía baile de Carlota Casiraghi con Dimitri Rassam en 2018, la confirmación del segundo embarazo de Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi

El primer año que la princesa Charlène no acudió a esta cita, se molestaron en dar una explicación pseudo oficial: se había quedado cuidando de sus hijos que estaban resfriados. El segundo año no hubo declaraciones y se especuló que había preferido alargar sus vacaciones en GStaad antes que acudir a Mónaco a encaramarse en unos Louboutin. Desde entonces, ausencia y silencio.

Vídeo. Las razones por las que Charlene no quería volver a Mónaco

En el trasfondo de tanta ausencia repetida se encuentra la tan cacareada mala relación entre Carolina de Mónaco y la mujer de su hermano. Casada con Alberto de Mónaco desde hace 10 años es obvio por protocolo y por sentido común que Charlène debería ser el perejil de todas las salsas monegascas, pero «le cuesta ser princesa» y a Carolina lo que le cuesta es dar un paso atrás.

Carolina de Mónaco ha demostrado durante toda la ausencia de Charlène ser un apoyo leal a su hermano Alberto, lo que no ha demostrado a su cuñada es que tenga ganas de dejar de robarle planos y Charlène es consciente de ello.

Desde 2015, el año de la primera ausencia de Charlène del baile, las pistas de esta enemistad se han dejado notar evento tras evento, de hecho Charlène fue la gran ausente en las bodas de todos los hijos de Carolina de Mónaco. Vista la situación en conjunto es más que probable que este año, de nuevo, a Alberto de Mónaco le vuelva a tocar tomarse los canapés del Baile de la rosa sin su mujer.