Cuándo y cómo nació el rumor de que Carolina de Mónaco y la princesa Charlène se odiaban (spoiler: el día de su boda)

Carolina de Mónaco y la princesa Charlène parecen no tener la mejor de las relaciones y ahora sabemos cuándo se confirmó (de forma pública) su enemistad.

Carolina de Mónaco, su hermano el príncipe Alberto y la princesa Charlène en una edición antigua del Baile de la Rosa. / getty images

Silvia Vivas
Silvia Vivas

La tan cacareada enemistad entre Carolina de Mónaco y la princesa Charlène podría ser el «invent» del siglo en el mundo del cotilleo royal o una realidad jamás confirmada por los implicados, pero algo sí hay de cierto en toda esta historia: contra más detalles se conocen de las interacciones entre estas dos cuñadas de la realeza más huele todo a chamusquina.

La última piedra de la leyenda del duelo Grimaldi-Wittstock la ha colocado, paradójicamente, alguien nada sospechoso de querer entrar en polémicas: Françoise Dumas, que es algo así como la mujer que maneja los hilos de todas las fiestas de postín que se celebran en Francia y Mónaco, la boda de Alberto II y Charlène incluida.

Cómo era la relación de Charlène y Carolina de Mónaco antes de la boda

Aunque ahora nos parezca imposible de reconciliar esa imagen con las que se producen en la actualidad en los eventos monegascos, hubo un tiempo en el que Charlène y Carolina se fotografiaban juntas, sonrientes e incluso con alguna copa de más.

Un hecho tranquilizador para Alberto de Mónaco, que siempre tuvo «miedo» sobre cómo tratarían sus hermanas a la persona que escogiera para liderar a su lado el principado. Y donde dice «hermanas» en realidad habla de Carolina de Mónaco, la perfecta primera dama no oficial del principado, la primogénita que sabía manejar todos los hilos de palacio desde la muerte de Grace Kelly y la que controlaba al dedillo (y aprobaba o no) los idilios de sus hermanos menores.

En ese marco pocos podían reconciliar a la glamourosa Carolina de Hannover, más princesa que su propio hermano, con la muy plebeya, atlética y fuera de lugar Charlène Wittstock. Pero la magia entre cuñadas sobrevivió a los largos años de noviazgo entre Alberto y Charlène. Eso sí, hasta que se fijó la fecha de la boda.

Qué sucedió en la boda de Alberto de Mónaco y Charlène que lo cambió todo

No sabemos si tras coincidir juntas en tantas ocasiones Carolina advirtió las dificultades que Charlène tenía para adaptarse al principado y concluyó que su hermano pequeño se había equivocado al elegir, pero que las relaciones entre ambas mujeres llegaron gélidas al día de su boda fue algo evidente para todo el mundo.

El último retrato oficial del príncipe Alberto II y su mujer, la princesa Charlène. / instagram

El escritor Philippe Delorme, que ha publicado varios libros sobre los Grimaldi, afirmó en la edición francesa de Madame Figaro que, efectivamente, mucha gente no vio en aquella ceremonia una historia de amor sino que aquel 1 de julio de 2011 pensó que estaba asistiendo a un matrimonio arreglado.

«Él eligió una esposa que se parecía a su madre, y Charlène claramente se sintió muy incómoda en este papel de Grace Kelly que querían que interpretara», afirma este autor. Entre los que estaban molestos por el intento de pulir a la nadadora e intentar convertirla en una versión descafeinada y reinante de la princesa Gracia estaría la princesa Carolina.

El detalle definitivo que marcaría el pistoletazo de salida de esa desaprobación tuvo lugar el mismo día de la boda de la pareja. Tanto la ceremonia religiosa como la recepción posterior en la Ópera de Montecarlo fueron organizadas por Françoise Dumas.

El protocolo dictaminaba que, en el banquete, a la derecha de la novia debía sentarse su padre (como así hizo) y a la izquierda del novio la mujer más relevante del principado, Carolina de Mónaco. Pero en vez de la primogénita de Grace Kelly y Rainieiro ese asiento fue ocupado por Lynette Humberstone Wittstock, la madre de Charlène.

Ahora, una década más tarde, la organizadora del banquete, François Dumas entona un sentido mea culpa por ese error garrafal de protocolo. Pero en su día el detalle de Carolina de Mónaco «depuesta» por la suegra de su hermano no pasó desapercibido y dio el pistoletazo de salida a los rumores de la rivalidad entre las dos princesas.

Si el error fue o no de la organizadora del evento poco importa. El hecho es que ni Carolina de Mónaco ni el chambelán de su hermano ni el jefe de protocolo monegasco quisieron enmendar el error y la princesa prefirió no sentarse junto a su hermano, su cuñada y el resto de los Wittstock. Los cambió por el rey Alberto de Bélgica y el Gran Duque de Luxemburgo.

Vídeo. Las razones por las que Charlène no quería volver a Mónaco

El tiempo alimentaría la leyenda de esta mala relación a golpe de ausencias, (como las de Charlène del Baile de la Rosa que organiza Carolina de Mónaco) y desplantes en medios, (como el famoso «Mónaco es un lugar poblado de tiburones y víboras» que dijo Charlène en la prensa y todo el mundo interpretó como una pulla a Carolina).

El último encuentro de las dos princesas más importantes de Mónaco fue una perfecta iconografía del desencuentro que escenificaron hace ya 10 años. Ambas fueron al mismo evento y se colocaron en los extremos más distantes de la sala, enfrentadas. No sabemos qué dictaba el protocolo en esta ocasión.

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