Charlène de Mónaco sorprendió con un nuevo color de pelo, un apagado castaño, en la entrega de unos premios dedicados a la ópera. / instagram @mariacallasmonaco_gala.

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Charlène de Mónaco está triste otra vez: el significado oculto de su cambio radical de color de pelo, de rubio platino a castaño aburrido

La princesa Charlène de Mónaco está triste, otra vez. Preocupación por el abatimiento que muestra en sus últimas apariciones y su cambio de look de pelo. ¿Por qué ha optado por un castaño apagado y tristón?

Se convirtió en el blanco de todas las críticas durante la coronación de Carlos III con dos de los peores looks que le hemos visto en mucho tiempo. Charlène de Mónaco no está pasando una buena racha en lo que a estilo se refiere, quizá reflejo de un nuevo descalabro personal que también podría explicar su abatida expresión facial. Las señales que envía no son tranquilizadoras: ha dejado su paradigmático pelo rubio por un aburrido castaño que no le hace ningún favor. Se ha echado diez años y diez mil tristezas encima.

Aunque pueda parecer una señal débil, no es ninguna exageración atender a estos cambios radicales de look de pelo, sobre todo en famosas cuya salud mental y física ya es motivo de preocupación. Recordemos el lamentable episodio protagonizado por Britney Spears: llegó a raparse totalmente el pelo ante las cámaras para expresar toda su angustia y ansiedad personal. El caso de Charlène de Mónaco no tiene esta gravedad, pero su decisión de apagar su figura no debe caer en saco roto.

Charlène de Mónaco no acertó con el estilo Coronación

La primera dama de Mónaco no está viviendo un 2023 demasiado agradable, sobre todo a tenor de la dureza de las críticas que recibió en las dos apariciones públicas en Londres, durante la coronación de Carlos III. Ni el mono azul cielo con bordados ni el traje blanco roto con casquete eran favorecedores. Sin embargo, las alusiones a su silueta, algo más corpulenta probablemente debido a los tratamientos y a un estado de ánimo bajo, han sido crueles.

La odiosa comparación de esta Charlène en recuperación con las delgadas y estrictas siluetas de la reina Letizia o la reina Rania de Jordania desvelan la crueldad de la banalidad con la que aún se trata a las mujeres de la realeza y otras famosas. Parece que nos resulta difícil percibir a estas mujeres como seres sintientes, de tanto verlas expuestas en fotos y vídeos virales. Considerar, por ejemplo, que un tratamiento contra la depresión puede hacer ganar kilos hasta a una nadadora ex olímpica.

Evidentemente, barajar la idea de que Charlène de Mónaco pueda estar tomando pastillas contra la depresión es osado, pues su salud mental no ha sido de momento objeto de comunicado público por parte del Principado. No así su salud física, de la que sabemos algo más. ¿Por qué la referencia a sus latosas infecciones y el silencio acerca de su evidente tristeza y abatimiento? El tabú acerca de las enfermedades de salud mental es enorme, pero más en las reinas y princesas que se deben a un trabajo de representación.

La entrada a Westminster Abbey de Alberto y Charlène de Mónaco para asistir a la coronación de Carlos III. (FOTO: D.R.)

Sin duda, la reina Letizia ha debido sentir mucha empatía y solidaridad con la triste figura de Charlène de Mónaco, una princesa que no termina de levantar cabeza desde que huyera a Sudáfrica en mayo de 2021, por motivos de salud. Solo una dolencia muy grave explica que estuviera diez largos meses alejada de sus mellizos, Gabriela Jacques. Su convalecencia posterior en Suiza y Mónaco suscitó pronósticos reservados, aunque no tan ominosos como los que ha suscitado su nuevo look de pelo, castaño.

Si el pelo es un termómetro del estado de ánimo de las mujeres (y de cada vez más hombres), Charlène de Mónaco está, como poco, apagada. El chispeante rubio, a veces platino a veces más amarillo, que ha lucido durante décadas ha dejado paso a un castaño sin matices totalmente plano. Sin dimensión, sin luz, sin vida, diríamos.

Por arriesgar una hipótesis estrictamente capilar, apuntaríamos que podría ser una solución de urgencia para el color que llevó a la coronación de Carlos III. Bajo el tocado se adivinaba un pelo sorprendentemente oscuro con unas mechas decoloradas prácticamente punk.

La leyenda de la tristeza de Charlène

¿Ha sido este triste castaño la solución a un desastre capilar anterior? Sabemos de la afición que Charlène de Mónaco tiene a experimentar con el pelo, con cortes impensables en ninguna otra reina europea. Ni su hija es ajena a sus cambios de look arriesgados, como probó aquel flequillo infantil para olvidar. Sea como fuere, este castaño echa más leña al fuego de su leyenda de princesa triste, una narrativa que comenzó en el mismo día de su boda, cuando se echó a llorar desconsoladamente y no precisamente de emoción.

El semblante triste y abatido de Charlène de Mónaco, ahora acompañado por un pelo castaño igualmente tristón, no se compensa con discursos ni declaraciones. La primera dama de Mónaco también se ha hecho dueña del silencio, con lo que todo lo que podemos saber sobre ella procede de la observación o de las escasas explicaciones que ha dado el príncipe Alberto. Más que preocupación sobre su salud mental, la presencia compungida de la primera dama casi siempre dispara rumores de divorcio.

«El algunos momentos está cansada. Hay que darle tiempo par que se mejore y para que pueda sumir otros compromisos», explicó el príncipe Alberto de Mónaco el pasado noviembre, con motivo del Día Nacional del Principado, refiriéndose a la fatiga crónica que padece Charlène. Ella misma ha comentado que su recuperación está siendo «un camino largo, difícil y doloroso». Quizá ya no se ve como la joven y olímpica rubia que un día fue. Puede que hasta que no encuentre su salud y su sitio en tampoco halle su color de pelo perfecto.