De Charlène de Mónaco a Chris O'Neill, pasando por Mette Marit de Noruega y Marie de Dinamarca: matrimonios de royals con plebeyos que han sido un escándalo (y no han salido bien)

No todas las uniones de un royal con un no royal son tan exitosas como la de nuestra reina Letizia y el rey felipe VI, hay príncipes consortes, reinas y princesas plebeyas para todos los gustos y estos son algunos de los que más sorpresas nos han dado por su capacidad para desvanecerse en el aire.

La princesa Marie y su marido el príncipe Joaquín han terminado instalándose en Francia. Si quieres ver más matrimonios de royals con plebeyos, pincha en la imagen./gtres

La princesa Marie y su marido el príncipe Joaquín han terminado instalándose en Francia. Si quieres ver más matrimonios de royals con plebeyos, pincha en la imagen. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Puede que en las películas Disney cuando el príncipe o la princesa se casa con el plebeyo de turno el final feliz esté servido, pero en la vida real emparentar con una familia real conlleva una responsabilidad y una exposición mediática que no todos los no royal pueden soportar. Aunque hay historias de amor que parecen calcadas a las que parecen en los cuentos de hadas, como el éxito del matrimonio entre la reina Letizia y el rey Felipe VI o el de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam, algunas de los enlaces royal-plebeyo no parecen destinados a comer perdices. Christopher O'Neill , el marido de la princesa Magdalena de Suecia , la princesa Charlène de Mónaco o la mismísima princesa (y futura reina) Mette-Marit de Noruega son algunos de ellos… pero no los únicos.

La princesa intermitente Charlène del principado de Mónaco

Poco queda por decir de la princesa consorte del príncipe Alberto II de Mónaco. ël ya sabía lo que se le venía encima a la mujer que decidiera compartir su destino matrimonial con el jefe de la casa Grimaldi, pero parece que a la exnadadora olímpica Charlène Wittstock la presión mediática y la atención a cada uno de sus gestos le ha jugado una mala pasada.

A pesar de que han pasado 10 años de su boda, Charlène de Mónaco no parece haberse adaptado por completo a su papel de princesa. / gtres

A Charlène la conocen en el Principado como la «princesa intermitente» porque sus espantadas en el último minuto justo antes de comparecer ante la prensa y los medios en los actos oficiales de casa monegasca son ya célebres. Si a eso le añadimos que se suele presentar en este tipo de actos tremendamente seria, el drama mediático está servido.

Ella misma ha confesado lo difícil que le resulta conciliar que su elección de casarse con un príncipe conlleve tan alto precio a su intimidad. Como buena deportista se tomó su vida al lado de Alberto de Mónaco como «un gran reto que nos ha unido», pero a la vista de que lleva casi cinco meses lejos de «su gran amigo» y de sus hijos no cabe duda de que este es el matrimonio royal-plebeyo que más extraño resulta de todos los que existen en las casas reinantes europeas.

Christopher O'Neill, el «malo» para la prensa rosa sueca

Aún más extremo es el caso de Christopher O'Neill, el hombre que conquistó el corazón de la princesa Magdalena de Suecia. La princesa Magdalena llegó a Nueva York con el corazón roto y un gran sentimiento de humillación en el alma: su prometido, se enteró vía exclusiva televisiva en prime time que su prometido le había sido infiel e incluso se rumoreó que había dejada embarazada a su amante. Magdalena canceló la boda y huyó de su propio país para no someterse al escrutinio de los paparazzis.

Christopher O'Neill y su mujer, la princesa Magdalena de Suecia / gtres

En aquel momento todo su país apoyó su movimiento defensivo y su búsqueda de la privacidad. Ahora ese apoyo se ha vuelto más frágil, y la «culpa» la tiene su esposo Christopher O'Neill. ël se convirtió en el gran apoyo de la dolida princesa en Estados Unidos y de gran amigo pasó a novio. Al final le pidió matrimonio y ella aceptó, pero Chris no parecía dispuesto a respetar demasiado las reglas que regían la monarquía sueca en ese momento.

Aunque se casó en 2013 con toda una alteza real, Christopher O'Neill renunció desde el primer día a todo intento de quedar asimilado a la Casa Real sueca para poder seguir trabajando en sus propios negocios sin restricciones institucionales. En 2019 el rey Carlos Gustavo dio un paso más en esta línea y redujo al mínimo a la Casa Real dejando fuera de la consideración de alteza real a los hijos de la princesa Magdalena y el príncipe Carlos Felipe, lo que significa que los hijos de ambos príncipes no contarán con apoyo económico del estado y tendrán que buscarse la vida y trabajar como cualquier mortal.

Pero, y aquí vienen los problemas, esta decisión no afecta a la propia princesa Magdalena, que sigue siendo princesa, alteza real y asumiendo tareas institucionales en nombre de los reyes… desde Estados Unidos. Para cierto sector de la población sueca que una princesa que cobra del estado sueco haya vivido en el país de su marido casi todo el tiempo desde que se casaron es un problema, y tienen claro que el culpable es Chris O'Neill, el hombre que solo tiene que aparecer tres veces por Estocolmo al año… y aún así se las salta siempre que puede.

La salud ha sido el motivo por el la princesa Mette -Marit ha reducido su agenda oficial. / gtres

Mette-Marit de Noruega, de la polémica a la desaparición

El príncipe heredero de Noruega, Haakon Magnus, escogió para casarse a una joven con pasado oscuro, un hijo de una relación anterior y un pedigrí royal nulo. La prensa rosa estaba encantada. La prometida del príncipe no tanto. La presión mediática que sufrió los primeros años tras su boda fue tan fuerte que aún hoy cuando la recuerda le entran ganas de vomitar y así lo confesó en una entrevista que escuchó todo su país.

«Hay periodos de mi vida en los que aún no puedo pensar sin que me entren ganas de vomitar. Sobre todo, la primera fase de mi vida con Haakon, porque fue muy difícil. Algunos programas han emitido recientemente imágenes de la familia real en las que aparecen mis inicios con Haakon, y no puedo verlos», confesó Mette-Marit el mismo día de los enamorados en unas declaraciones que nos dejan entrever lo difícil que fue su adaptación a la vida royal.

Veinte años más tarde de aquella boda que la puso en el centro de todas las polémicas la princesa que algún día será reina sigue estando en el ojo del huracán. En los últimos tres años su agenda ha sido reducida al mínimo y sus apariciones oficiales también, además de haber protagonizado alguna que otra espantada como el pasado 22 de julio cuando solo acudió a parte de los ventos que se celebraron oara rendir homenaje a las víctimas del atentado de Utoya. El motivo oficial es su delicado estado de salud: en 2018 se le diagnosticó una fibrosis pulmonar que le impide hacer esfuerzos… pero como Charlène de Mónaco sabe bien, tener una salud frágil no impide que te critiquen por tus ausencias si eres princesa.

La princesa Marie con su marido el príncipe Joaquin y la princesa Mary con el suyo, el príncipe heredero Guillermo. / gtres

Marie de Dinamarca, la princesa «exiliada» a la fuerza en Francia

La irrupción de Marie en la vida del príncipe Joaquín de Dinamarca fue un festín para la prensa rosa. ¿Por qué? Porque según los medios más amarillistas el hermano del príncipe Federico por fin había encontrado el clon de Mary Donaldson que siempre había deseado.

Marie Cavallier era una joven que trabajaba en la empresa de su padre cuando en 2002 se cruzó en la vida del príncipe Joaquín. El traía toda una mochila de problemas a la espalda: aún no estaba divorciado de su primera mujer, Alexandra Manley, estaba atravesando una etapa de problemas con el alcohol y la prensa más rosa de Dinamarca afirmaba que estaba enamorado de la mujer de su hermano y la más transgresora que, directamente, le había dado un beso apasionado en la boca a Mary Donaldson delante de todos con la consiguiente bronca familiar.

Vídeo.

Marie asumió años más tarde el reto que suponía emparejarse con el «segundón» de la casa real de Margarita de Dinamarca y se casó con él en 2008 en una ceremonia privada de 300 invitados. Y empezaron sus problemas. Las comparaciones Marie-Mary eran constantes en la prensa. La mala relación de los hermanos se transformó por obra y arte de los estilismos de sus mujeres en un duelo de cuñadas, para algo ambas mujeres tienen un físico muy parecido, el mismo nombre y cumplen años con un día de diferencia.

Estando así las cosas, al final, el príncipe Joaquín decidió que lo mejor era poner pies en polvorosa y abandonar su país por el de su mujer: consiguió un cargo en la embajada danesa en parís y allí se trasladó con su familia. Iban a permanecer lejos de los titulares daneses un año. Al final van a ser tres. El príncipe sufrió un ictus y solo su hermano acudió a verle… de su cuñada Mary nada se supo cosa que no sentó muy bien a la francesa.

Quizá por eso Marie aprovechó la única entrevista que concedió durante la convalecencia de su marido para mandarle un mensaje cifrado a su cuñada/rival: «no siempre somos nosotros los que decidimos (dónde estamos). Creo que es importante saberlo. Me encantaba vivir en Dinamarca, es un país maravilloso en el que estar. Todo funciona bien y no hay muchos problemas». Cuidado Mary, puede ser que Marie vuelva de su exilio forzoso antes de lo que piensas.

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