La boda y la difícil separación del Duque de Alba y Matilde Solís: diferencia de edad, final trágico y dos hijos en común casados con it girls

Fue el 18 de junio de 1988, en Sevilla, cuando el primogénito de la Duquesa de Alba, Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, duque de Huéscar, contraía matrimonio con Matilde Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de la Motilla, que contaba 25 años, 15 años menos que el novio, que tenía 39.

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Elena Castelló
Elena Castelló

Se casaron en el altar mayor de la Catedral de Sevilla –un privilegio solo reservado a la nobleza y a la realeza, la última novia fue la propia Cayetana Alba –. En ese momento nadie sabía el drama que vendría después: Matilde denunciaría a su psicólogo por abusos sexuales . Ante 2000 invitados -entre los que se econtraba Cayetano Martínez de Irujo, aunque no con su actual novia Bárbara Mirján - , tuvo lugar la boda del año. Sevilla se echó a la calle. El duque lucía el uniforme de maestrante de Caballería, mientras la novia escogió un diseño romántico confeccionado con decenas de metros de organza natural y seda traída de la India, por el modisto José María Cerezal. Sujetándole el velo, llevaba la tiara de los Alba, «La Rusa», de brillantes y platino, cuyo diseño está inspirado en las diademas «kokoshnik». Cayetana la heredó de su abuela, la duquesa de Híjar, y años después aseguró, entre cierta polémica, que la había vendido para comprarle un caballo a su hijo Cayetano .

Los novios Matilde Solís y Carlos, ahora Duque de Alba al que se le relaciona con Alicia Koplowitz ) y padrinos llegaron a la puerta de Palos de la Catedral sevillana en landós tirados por dos caballos y dos yeguas. El padrino era el padre de la novia, Fernando de Solís-Beaumont y Atienza, la madrina, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba. La ceremonia la ofició Pedro de Solís, tío de la novia. Acudieron en representación de los reyes, la Infanta Margarita y su marido, Carlos Zurita. Los invitados iban de riguroso chaqué y las damas tocadas con la mantilla española. El convite se celebró en el palacio sevillano de Cuna, perteneciente a los marqueses de la Motilla, padres de la novia.

Los padrinos de la boda fueron, el padre de la novia, Fernando de Solís-Beaumont y Atienza, y la madrina, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba. / gtres

Matilde Solís , la décima de 11 hermanos, se había educado en un estricto ambiente religioso. Era una chica simpática, pero muy tímida. Sus padres eran miembros del Opus Dei. Ella estudiaba Geografía e historia. Su padre, presidente del Banco de Andalucía, era el representante de una de las familias más importantes de Andalucía. Matilde había nacido en Navarra, aunque se crio en Sevilla. Fue una niña estudiosa, aficionada a la lectura y el arte, y siempre quiso ejercer su carrera. Practicaba la natación y la equitación. Parece que era también muy buena «bailaora» de sevillanas. Sus íntimos la han descrito siempre como una persona inteligente y cariñosa. El compromiso con el Duque de Huéscar se anunció en Sevilla dos meses antes de la boda. Los novios se habían conocido cinco años atrás. La novia recibió una pulsera como regalo de compromiso.

El novio tenía fama de soltero empedernido. Es licenciado en derecho y en aquel momento era consejero de varias empresas y miembro de varias fundaciones y asociaciones benéficas. Tanto él como Matilde aseguraron que no pensaban en una «familia numerosa». La pareja se asentó en Madrid, aunque Matilde viajaba a menudo a Sevilla, para estar con su familia. Primero vivieron en el palacio de Liria y luego en un chalé a las afueras de Madrid, en Montepríncipe. Pero ella, quizá demasiado joven, no acertó a adaptarse a la vida social que debía llevar como Duquesa de Huéscar. Se sentía sola y se aburría. La llegada de los hijos, Fernando Fitz-James Stuart, en 1990, actual duque de Huéscar y futuro duque de Alba, y Carlos Fitz-James Stuart, conde de Osorno, en 1991, mitigó algo esa melancolía, pero no fue suficiente. Parece que Matilde tenía pocas amigas y le angustiaba el acoso de los «paparazzi».

La joven duquesa de Huéscar se refugió en la lectura, la pintura y el cine. El matrimonio duró doce años. Matilde regresó a Sevilla, cuando las desavenencias se mostraron insalvables. El divorcio tuvo una enorme repercusión, tratándose del heredero de la duquesa de Alba. Era el año 2000 y la separación puso de manifiesto los problemas psicológicos que sufría la duquesa de Huéscar desde hacía tiempo. En aquel momento se consideró a Matilde una mujer hermética y misteriosa, frágil e inestable. Un año antes de la ruptura, el 25 de marzo de 1999, Matilde había intentado suicidarse con una escopeta de caza, hiriéndose en un pulmón. El percance se disimuló como un accidente doméstico. Ella se encerró en un silencio hermético y apenas salía de casa. Se dijo que el entonces Duque de Huéscar había sido un marido frío y poco empático con la extrema sensibilidad de su joven esposa. Pero pronto salió a la luz la verdadera causa.

El matrimonio tuvo dos hijos de los hijos, Fernando Fitz-James Stuart, en 1990, actual duque de Huéscar y futuro duque de Alba, y Carlos Fitz-James Stuart, conde de Osorno, en 1991. / gtres

En 2015 se supo que ese incidente era la consecuencia de una larga depresión, y de los abusos del psiquiatra que la trató durante más de 15 años, Javier Criado, según reveló ella en una carta publicada en Facebook ese año. Dos años después confirmó que se trataba de abusos sexuales. Este psiquiatra, al que ella ya había acudido desde tres años antes de casarse, fue denunciado por una treintena de pacientes en el Colegio Oficial de Médicos de Sevilla. La carta de Matilde fue el detonante de las denuncias de estas otras mujeres.

Dos años después de su separación, Matilde una mujer retraída y discreta sorprendió a todos con su segundo matrimonio civil, con un hombre diez años menor que ella, Borja Moreno Santamaría, empresario agrónomo, que le devolvió la ilusión, aparentemente, y con quien tuvo un tercer hijo, Borja. Se casaron por la Iglesia, en Madrid, cuatro años después, cuando ella obtuvo la anulación. La pareja se divorció en 2009.

Este mes de noviembre, empezó el juicio contra el doctor Criado, por un delito continuado contra la integridad moral de una de sus pacientes. La Fiscalía pide dos años y medio de prisión. Es el primer juicio contra el especialista, considerado el «psiquiatra de la jet set sevillana», y al que denunciaron ante el Colegio de Médicos treinta y dos mujeres. Contra él se han presentado denuncias por abuso sexual, inducción al suicidio y omisión del deber de socorro. Muchas de ellas han prescrito. El juicio ha quedado visto para sentencia.

Hoy Matilde, que vive en Madrid, desde 2002, vive una vida tranquila y equilibrada. Deslumbró como madrina, primero en rojo y luego en azul, vestida de Caprile, en las dos bodas de sus hijos. Parece vivir una vida estable y feliz, ilusionada con su nieta, Rosario, futura duquesa de Alba, y con los que han de venir.

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