Cómo ha influido el ejemplo del matrimonio de la reina Sofía en los divorcios de sus hijas, las infantas Elena y Cristina

Matrimonios desiguales y divorcios. ¿Fueron las decisiones de las infantas Elena y Cristina producto del amor o de un capricho? Parece que ni Jaime de Marichalar, ni Iñaki Urdangarín gustaron en Zarzuela. Ninguno de ellos pareció la elección adecuada. Pero las infantas estaban enamoradas, o creían estarlo, y el rey emérito cedió.

Su llegada a España, la coronación, los momentos inolvidables con sus hijos... la vida de la reina Sofía en imágenes/Getty images

Su llegada a España, la coronación, los momentos inolvidables con sus hijos... la vida de la reina Sofía en imágenes / Getty images

Elena Castelló
Elena Castelló

El «cese de la convivencia» entre la Infanta Elena y Marichalar llegó en noviembre de 2007, apenas 12 años después de su enlace en la catedral de Sevilla. Parece que Elena ya había abandonado el domicilio conyugal con sus dos hijos, cuando se hizo el anuncio. La «interrupción de la relación matrimonial» de doña Cristina e Iñaki Urdangarín tardó bastante más en llegar, en febrero de 2022, tras casi 25 años de matrimonio. «Nuestros hijos se casarán por amor» había dicho la reina Sofía a Pilar Urbano en uno de sus libros sobre la Reina. El problema es que el amor no es suficiente.

Elena y Cristina, dos infantas , dos maneras de ver la vida, pero dos mujeres de fuerte personalidad que quisieron imponer su parecer a la hora de escoger marido. La actitud de Marichalar siempre fue de una gran discreción. Simplemente parece que no era el marido que hubiera necesitado doña Elena, una mujer de fuerte temperamento.

Al contrario, Iñaki Urdangarín, que con el tiempo se había convertido en el «yerno favorito», estaba en el punto de mira desde que salieron a la luz sus negocios dudosos desde la Fundación Nóos y siempre fue la infanta Cristina la que se mantuvo firme y obstinada al lado de un marido que estaba destrozando su reputación y la de la familia real. Parece que en más de una ocasión el rey Felipe y otras personas de su familia le sugirieron el divorcioy ella siempre se negó. Hasta hoy. Las imágenes de Iñaki Urdangarín, junto a su amante, no han podido ser una humillación peor.

La infanta Elena siempre tuvo un mayor sentido del deber, mientras Cristina trató de buscar una vida distinta, más cercana a la de una chica de la burguesía, en Barcelona. Pasó por la Universidad, donde se licenció en Ciencias Políticas, estudió en Londres y en París. Elena, con fama de ser más convencional, se formó en Magisterio y dio clases en el mismo colegio en el que había estudiado.

A pesar de sus aparentes diferencias, han sido grandes amigas y un apoyo la una para al otra. Siempre estuvieron a la sombra de su hermano Felipe, porque era el heredero. Y a la hora de escoger centro para sus estudios, primó la formación moral sobre la académica: se optó para ellas por un centro católico, Santa María del Camino, distinto al escogido para el príncipe, Santa María de los Rosales, de inspiración católica, pero más abierto, el mismo en el que han estudiado las infantas, Leonor y Sofía.

A diferencia de Leonor y Sofía, muy protegidas en su infancia, Elena y Cristina tomaron parte en sesiones fotográficas y en actos oficiales desde muy niñas. Era otra época, y desde la llegada de doña Elena, las revistas del corazón se llenaron de fotografías familiares: desde el baño, cuando los hermanos eran bebés, a las infantas y el Príncipe con sus uniformes en el colegio, esquiando en Baqueira o jugando en los jardines de La Zarzuela.

Tampoco es difícil encontrar fotos de fiestas de cumpleaños en La Zarzuela, de la hora de la merienda, del árbol de Navidad o de excursiones de las Infantas Elena y Cristina con sus compañeros de colegio en Asturias. Las infantas llegaron en un avión Mystère, al aeropuerto de Asturias, donde les esperaban el resto de los participantes, y luego se montaron en el autobús escolar, algo impensable hoy, cuando se busca un trato más natural. Don Felipe y doña Letizia han intentado por todos los medios que sus hijas tuvieran « una niñez lo más normal posible».

Al finalizar el bachillerato, Elena y Cristina dieron una fiesta en La Zarzuela con varios jóvenes, acontecimiento que salió en la portada de la revista ¡Hola!. Sin embargo, siempre fueron discretas. En las fotos de adolescentes se las ve tímidas, incluso retraídas. Tuvieron claro, desde el principio, que su papel sería siempre de apoyo a la Corona.

El protagonismo de las Infantas aumentó durante la estancia del príncipe de Asturias en Canadá, para acabar el bachillerato. A partir de entonces se multiplicó su presencia en actos oficiales y llegaron a celebrar audiencias en Palacio o a viajar con sus padres. Sin embargo, hay quien dice que ese papel secundario se tradujo en un cierto descuido, incluso frialdad, a la hora de educarlas, por parte de su madre, la reina Sofía. Parece que esta solo tenía ojos para Felipe.

Dice la periodista Pilar Eyre que doña Sofía «no supo crear un hogar». Que se ocupaba personalmente de llamar a las madres de los compañeros de colegio de Felipe para que fuera invitado a sus cumpleaños, pero que nunca hizo lo mismo con sus hijas. Su propia infancia estuvo marcada por el sentido del deber, los sacrificios que supone el exilio y la disciplina de una madre de origen alemán con un hondo sentimiento de entrega a la Corona.

Por esta razón, parece que doña Sofía ha sido mejor abuela que madre, como ocurre a menudo en las familias. Pero su apoyo incondicional a la infanta Cristina en los peores momentos del escándalo Nóos demuestra que es una madre pendiente del sufrimiento de sus hijos y de sus nietos. Un apoyo que Elena, sin embargo, echó en falta con la crisis de su matrimonio.

En aquella época una ruptura matrimonial en el seno de la familia real era impensable. La reacción de su madre fue pedirle que aguantara lo posible, seguramente pensando en su propio ejemplo y en cómo había sido educada ella misma. Su gran preocupación eran sus nietos. Parece que la reacción de doña Sofía con la «traición» de Urdangarín ha sido la de una madre comprensiva y herida por la humillación de su hija.

Quizá sea esa frialdad materna en su infancia lo que coinvirtió en indestructible el vínculo entre las dos hermanas, Elena y Cristina. Han compartido confidencias y amistades. Siempre han sido un gran apoyo la una para la otra, especialmente en los momentos difíciles de sus matrimonios. Juntas han formado un frente unido frente a las dolorosas decisiones de su hermano –ya no forman parte de la familia real y no tienen agenda oficial– y a la presencia de su cuñada, la reina Letizia, con la que mantienen una relación que siempre ha sido difícil.

Hoy, de nuevo juntas, apoyan también a su padre, al que visitan a menudo en Abu Dabi. Con él siempre tuvieron una relación cordial. Se dice que fue él quien las impulso a practicar deporte y quien sugirió a la reina Sofía que vistieran de una forma más moderna. Pero, resulta difícil imaginar al rey emérito ocupándose de estas cosas mientras cumplía con sus compromisos como Rey.