Cómo y por qué se rompió para siempre la relación entre los príncipes Joaquín y Federico de Dinamarca

La crisis desatada por la pérdida de títulos de los hijos del príncipe Joaquín de Dinamarca le ha distanciado de su hermano Federico. ¿Cuándo y por qué se rompió su relación?

Los príncipes de Dinamarca, Federico y Joaquín. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Hoy parece imposible de creer, pero hubo un tiempo en el que el príncipe heredero del trono danés, Federico, y su hermano el príncipe Joaquín eran uña y carne. Una relación que en este momento parece tocada de muerte por la decisión de la reina Margarita de retirar a los hijos de Joaquín su título de príncipes de Dinamarca.

La decisión de la monarca estableció una clara diferencia entre sus nietos y esa comparación ha caído como una bomba en Francia, donde vive el príncipe Joaquín con la princesa Marie y sus hijos.

Pero más triste que el «shock» infantil por la pérdida de su estatus de realeza al público danés le impresionó ver a uno de los hijos de la reina reconociendo en público que su relación con su hermano y su cuñada, Mary Donaldson , era «complicada» y que la comunicación entre ellos se había roto por completo. ¿ Cómo se llegó a esta situación?

Cómo era la relación de Federico y Joaquín de Dinamarca antes de la ruptura

El príncipe heredero Federico y el príncipe Joaquín fueron considerados durante décadas por la prensa de su país como los casi-gemelos de la monarquía no tanto por su inexistente parecido físico como por el vínculo férreo que les unía.

El hecho de que nacieran con apenas 12 meses de diferencia ayudaba a apuntalar esa imagen de cercanía. De hecho, en su infancia era común que hicieran equipo frente al equipo de niñeras y asistentes que les criaron en ausencia de su madre y su padre.

El propio príncipe heredero declaró al escritor Jens Andersen « mi hermano y yo tenemos una relación cercana y nos han enseñado a ser independientes. Siempre hemos estado un poco alejados de nuestros padres y éramos nosotros mismos, siempre juntos».

El príncipe heredero Fderico junto a su hermano, el príncipe Joaquín / INSTSGRAM CASA REAL DANESA

Ante la ausencia de padres (la propia reina Margarita ha confesado no haber sido la más atenta de las madres) a los pequeños príncipes no les quedaba otra que hacer piña, especialmente cuando cumplieron 13 y 14 años y sus padres decidieron enviarlos a estudiar a un internado francés.

Alejados de todo lo que conocían, aquel tiempo fuera de casa sometidos a las estrictas normas del colegio en un país que no era el suyo lo vivieron como una especie de lucha de ellos dos solos contra el mundo en el que reforzó aún más su vínculo.

Paradójicamente en aquella época, el que más tarde sería considerado el príncipe díscolo, Joaquín, era el ejemplo a seguir para su hermano mayor que admiraba su serenidad y la manera en la que se tomaba las cosas. Pero sobre todo le gustaba el apoyo incondicional que recibía de él.

«Él siempre ha estado ahí de una forma u otra, y todavía lo está. Me apoyé mucho en mi hermano ese año en el internado», diría el príncipe Federico años después en el mismo libro en el que reconocía que su hermano pequeño jamás le echó en cara que fuera él, el pequeño, quien tuviera que ser el sostén de su hermano mayor en vez de ser él el ayudado.

Esa inversión de papeles, en la que el hermano menor parecía más capaz de hacer frente a los retos que tenía que asumir como hijo de la reina fue aún más evidente cuando una década después, en 1995, Joaquín se casó con la exótica Alexandra Manley .

Marie Cavallier y el príncipe Joaquín de Dinamarca. INSTAGRAM CASA REAL DANESA

Junto a su esposa Joaquín asumió el papel de representar a la casa real aumentando su agenda y el número de apariciones mientras su hermano mayor perdía el tiempo con noviazgos fugaces y en una un tanto escandalosa vida de soltero ( no en vano le apodaron el «príncipe Turbo» porque conducía tan rápido como cambiaba de novia).

De hecho, hubo un tiempo en el que el príncipe Joaquín era mejor valorado por el pueblo danés que el heredero oficial del trono y para la opinión pública Joaquín debería ser quien se sentara en el trono cuando faltara su madre.

Tanto es así que Joaquín tuvo que hacer una entrevista en televisión en 1999 aclarando que jamás de los jamases sería rey. « No quiero parecer envidioso o una sombra desleal. También sé que él sabe que no es así. Me siento muy bien con la situación en la que estoy», dijo el príncipe Joaquín, pero desafortunadamente le quedaban apenas unos años de disfrutar de su buena posición, porque en 2004 llegó Mary Donaldson y todo cambió dramáticamente para los dos hermanos.

Cómo influyó la llegada de Mary Donaldson en la relación entre Federico y Joaquín

Con la boda en 2004 del príncipe Federico con la guapa Mary Donaldson comenzó el principio del fin de la buena relación entre los dos hermanos. De repente, los daneses descubrieron el potencial como rey de su príncipe heredero, que, por fin, había decidido sentar la cabeza.

Que apenas un año después de aquella boda real Joaquín se divorciara de Alexandra Manley no le benefició. El hueco de príncipe polémico había quedado libre y la prensa nacional se empeñó en que Joaquín ocupara la vacante. Para cuando reencontró el amor junto a Marie Cavallier en 2008 el daño ya estaba hecho.

Mary Donaldson y el príncipe Federico. INSTAGRAM CASA REAL DANESA

La relación y los roles entre los príncipes habían cambiado para siempre, la corte del príncipe Joachim fue clausurada y el príncipe y su nueva esposa acabaron mudándose a París ante el silencio de la nueva power couple danesa.

Con la mudanza llegó el silencio entre los dos hermanos y las manifestaciones públicas y privadas de esa buena relación ya no existía. Momentos tristes en los que príncipe Joaquín se llamaba así mismo «segundón» en la prensa y aclaraba que era consciente de que su mejor momento ya había pasado.

« Por cada hijo que tiene Federico, bajo un peldaño en la escalera», afirmó el príncipe Joaquín en la televisión en 1999. Dos décadas más tarde de aquella declaración es obvio que ni a él ni a su familia le quedan más peldaños que bajar ante la mirada atenta de su hermano.