Charlène de Mónaco con gesto triste en una de sus últimas apariciones, /
Ni la aparición de Nicole Coste en la gala de la Cruz Roja ni la última portada del hijo fuera del matrimonio del príncipe Alberto en el Point de Vue son la causa de su mirada perdida. Si la princesa Charlène sigue con la cara larga evento tras evento es porque tiene motivos de sobra: ha perdido para siempre a su fiel apoyo en la corte de las «serpientes», el administrador de los bienes del príncipe, Claude Palmero.
La noticia del despido de Claude Palmero, uno de los hombres de confianza del príncipe Alberto , sorprendió a todos a comienzos del verano. Pero no ha sido hasta este mes de agosto, con una investigación policial en ciernes que ha incluido el registro de su casa, cuando se ha destapado la íntima relación de confianza que mantenía el asesor con la princesa Charlène y la amenaza que se cierne en su futuro.
El forzoso abandono de Palmero de la corte monegasca parecen haber sumido a la consorte del príncipe Alberto de Mónaco en una nueva etapa de mutismo y languidez pública. ¿Pero quién es Claude Palermo y cuál era su relación con la princesa Charlène y los Grimaldi ?
El ex asesor de los príncipes de Mónaco, actualmente investigado por la justicia, fue jubilado o despedido de manera forzosa el pasado 7 de junio sin preaviso y vía carta firmada por el propio príncipe Alberto. Se cortaba así una relación de décadas que dejaba al veterano administrador de 67 años en muy mala posición, casi tan mala como la imagen que está dando Mónaco con este asunto.
Aquel martes el ex hombre fuerte del gobierno llegó como todas las mañanas a su oficina del Palacio del Príncipe donde el coronel Luc Fringant, ayudante de campo de Alberto II, le entregó la misiva en la que le conminaba a recoger sus efectos personales y abandonar la oficina de froma inmediata para cesar definitivamente de su labor el 12 de junio. Integrantes del Cuerpo de Carabineros del príncipe se encargaron de meter sus cosas en el maletero del coche.
El príncipe Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock. / /
Monegasco de pura cepa, nació en el principado en 1956, Claude Palmero llegó a la corte de Rainiero III en el año 2001 para velar por los intereses económicos de los Grimaldi ostentando el cargo de administrador de los bienes de la Corona, una labor que también cumplió durante el reinado del príncipe Alberto hasta su despido fulminante.
Lo que le colocó en una posición tan privilegiada no fue únicamente su formación (había trabajado en la auditoría Andersen en París), sino también la herencia: al convertirse en el controlador de los bienes de la corona monegasca ocupaba el puesto que su padre, André Palmero, había dejado vacante al morir.
Junto a Laurent Anselmi, jefe del gabinete de los Grimaldi al que el príncipe también despidió este verano; el abogado de Alberto II, Thierry Lacoste y Didier Linotte, presidente de la Corte Suprema, durante más de dos décadas Palmero fue uno de los integrantes del grupo de los «G4», las cuatro personas más poderosas del principado.
Su confianza con el príncipe fue mayor que la que alcanzó con Rainiero, lo cual provocó que a lo largo del tiempo éste le encomendara cada vez más misiones que poco tenían que ver con su labor original, pero que a cambio le permitían acceder a información privilegiada de todo tipo. Y lo que es aún más importante, le permitieron ganarse la confianza de la siempre desconfiada princesa Charlène .
Mientras la sudafricana se sentía desligada de todo y de todos en Mónaco y peleaba por adaptarse a un principado que la rechazaba porque era incapaz de chapurrear un palabra de francés, Palmero se ganó su corazón de la forma más sutil de todas: haciendo negocios con los Wittstock.
Basta como ejemplo que cuando Charlène languidecía enferma en Sudáfrica en 2021, mientras en Europa todos auguraban un inminente divorcio de Alberto, la revista alemana Bunte descubrió que sí había un monegasco que la visitaba a menudo: Claude Palmero. Y no sólo porque se interesara por su salud, sino también porque el «hermanísimo» de Charlène quería hacer negocios en Sudáfrica con el apoyo del financiero.
Por esas mismas fechas, la publicación Reines et Rois destacaba que otra de las misiones de Palmero era lidiar con qué iba a suceder con la manutención de Alexandre Grimaldi-Coste, el hijo prematrimonial del príncipe, cuando éste cumpliera los 18, un tema sensible para Charlène del que seguramente habló con el asesor al que medios franceses como Paris Match y France Dimanche, catalogan de «confidente» de Charlène.
Pero bastó una página web anónima que filtraba supuestos correos electrónicos del hombre fuerte de palacio con los otros integrantes de G4, y que apuntaban a un posible delito fiscal, para que toda esa buena relación desapareciera para Alberto. Aunque no para Charlène.
El sorprendente beso que se dieron, en un acto público, la princesa Charlène y Alberto de Mónaco. / /
Con la partida de Claude Palmero de la corte Charlène perdió uno de sus principales apoyos en palacio, y no es que tenga demasiados. Pero lo peor aún estaba por llegar, porque quién fue su amigo y mano derecha ha interpuesto una demanda contra su marido, el príncipe Alberto, y le reclama una indemnización de un millón de euros por su despido.
La amenaza de contar los secretos de la princesa en la sala del tribunal si le toca testificar está en el aire. Eso sin tener en cuenta que, si quisiera, Claude Palmero podría vía entrevista en exclusiva contar muchos de los detalles más jugosos del matrimonio de Charlène , detalles como su acuerdo prematrimonial o si fue, realmente, una novia a la fuga.
Eso sin tener en cuenta que la investigación policial que implica a Palmero y el supuesto tráfico de influencias también podría salpicar el reinado de Alberto, sus negocios e inversiones y, por extensión, también las de los Wittstock. Realmente, la princesa Charlène tiene pocos motivos para sonreír.