Jorge de Kent y su mujer, Marina de Grecia y Dinamarca. / Getty

INCÓGNITAS SIN RESOLVER

La misteriosa muerte del duque de Kent y su amante en un accidente de avión: el escándalo que intentó tapar la reina Isabel II

Jorge de Kent, hermano menor de Jorge VI, padre de la reina Isabel II, fue uno de los príncipes más populares de la Inglaterra de después de la I Guerra Mundial. Falleció en un misterioso accidente de avión a principios de los años cuarenta, que sigue siendo materia clasificada

Jorge de Kent, hermano menor de los reyes Eduardo VIII y Jorge VI, padre de Isabel II, acaparó las portadas de los años veinte y treinta por su afición a los escándalos amorosos y a los sastres impecables. Guapo y apuesto, era adicto a las malas compañías, a las aventuras peligrosas, a las drogas y al sexo con mujeres y con hombres. Se rumorea que tuvo varios hijos ilegítimos.

Tanto él como su esposa, la princesa Marina de Grecia y Dinamarca, prima de Felipe de Edimburgo, se convirtieron en dos iconos de estilo, en la Inglaterra posterior a la I Guerra Mundial. Su boda, celebrada en la abadía de Westminster, el 29 de noviembre de 1934, ante 2000 personas, fue una de las bodas del año. Fue la última de un miembro de la familia real con una princesa extranjera.

Jorge fue nombrado duque de Kent pocas semanas antes del enlace. La residencia de los duques, en el número tres de Belgravia Square, decorada por el propio Jorge, se convirtió en el epicentro de la vida social londinense de los años treinta. Los biógrafos consideran a Jorge interesante, inteligente y culto, mucho más que sus hermanos. Le fascinaban el arte, el teatro y la decoración.

Además, tocaba bien el piano, hablaba francés e italiano, le gustaban los coches rápidos y prefería esquiar y navegar a cazar. Eso sí, era extremadamente narcisista y de carácter explosivo. Se dice que fue adicto a la morfina y la cocaína. Se convirtió en arbitro de estilo a ambos lados del Atlántico. Las chaquetas cruzadas que puso de moda pasaron a llamarse «las Kent».

Sin embargo, Jorge casi desapareció por completo de la historia tras su muerte, en un accidente aéreo, que sigue sin ser aclarado. ¿Por qué un príncipe tan popular fue olvidado? ¿Por qué su muerte sigue siendo un misterio y fuente de teorías de la conspiración ochenta años de haberse producido?

La familia Real británica nunca ha vuelto a hablar del asunto y la investigación policial sigue siendo materia clasificada. Sin embargo, un nuevo ensayo publicado por Michael Morgan, antiguo investigador de la policía británica, plantea nuevas explicaciones y saca a la luz nuevas pistas que podrían aclarar este silencio.

Cómo murió el duque de Kent, hermano menor de Jorge VI

Jorge Eduardo Aejandro Edmundo nació el 20 de diciembre de 1902 en York Cottage, en el palacio de Sandringham, en Norfolk. Era el cuarto hijo del rey Jorge V y su esposa, Maria de Teck. Su hermano Eduardo), ocho años mayor, Príncipe de Gales y, más tarde, Eduardo VIII, abandonó el trono por amor a la divorciada Wallis Simpson, mientras Alberto siete años mayor, y padre de la reina Isabel II, reinaría como Jorge VI.

Al igual que sus hermanos, Jorge inició una carrera en la Marina, donde permaneció hasta los 27 años, aunque no le gustaba nada. Luego trabajó en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico y en el Ministerio del Interior. Fue el primer miembro de la familia real que trabajó como funcionario público en un puesto de inspector de trabajo.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se reincorporó a la Marina como contralmirante. En abril de 1940, se trasladó a las Fuerzas Aéreas, donde fue oficial de Estado Mayor. El 25 de agosto de 1942, cuatro meses antes de cumplir cuarenta años, Jorge murió cuando el hidroavión en el que viajaba, con otras 14 personas, se estrelló cerca de Dunbeath, en el extremo norte de Escocia.

La muerte de Jorge de Kent, tío de Isabel II, sigue siendo un misterio. / getty

Oficialmente se dirigía a Islandia para apoyar a los aviadores de las Fuerzas Aéreas británicas. Solo hubo un superviviente, y desde entonces, los rumores sobre su muerte no han cesado, alentados por numerosos detalles como la desaparición del plan de vuelo y de la propia investigación oficial.

Se dice que era el duque quien pilotaba, aunque no estaba preparado para ello, y también que el viaje se debía, en realidad, a una misión secreta y no autorizada, para negociar en Suecia con los nazis. La teoría más extravagante es que la inteligencia británica causó el accidente, por orden de Winston Churchill, ya que el primer ministro creía que Jorge era un simpatizante alemán y una amenaza para la Corona.

Pero, ochenta años después, las preguntas sin respuesta permanecen. ¿Hubo una conspiración o fue todo consecuencia de una cadena de errores? ¿Podría haber viajado en el avión una de las amantes del Duque? ¿O un alto dirigente nazi? ¿Trató la familia real de esconder un posible escándalo? El accidente se produjo a las dos menos cuarto de la tarde, treinta minutos después de que el hidroavión Short Sunderland despegara de la base de Invergordon, en Escocia. Se perdió en la niebla y se estrelló en la colina de Eagle's Rock, en el condado de Caithness.

Sólo sobrevivió el sargento Andrew Jack, que firmó inmediatamente un acuerdo de confidencialidad amparado por la Ley de Secretos Oficiales. Andrew nunca rompió el acuerdo. El resto de pasajeros murió en el acto. Oficialmente, ninguna mujer figuraba en la lista de quince pasajeros, algo que estaba prohibido en las operaciones militares. Sin embargo, cuando los primeros testigos llegaron al lugar del accidente, encontraron guantes, zapatos y frascos de perfume de mujer entre los restos. Un detalle del que no volvería a hablarse.

Los documentos de la investigación, en paradero desconocido

Varios días después del accidente, se puso en marcha una Comisión de Investigación que concluyó que la causa fueron las malas condiciones climáticas y un error en el pilotaje del avión. Pero ya entonces, estas conclusiones fueron polémicas. El problema es que n o es posible reexaminar la investigación, porque el dossier de la Comisión de Investigación desapareció poco después.

No hay ningún documento ni en el archivo de la Fuerza Aérea, ni en los archivos de la policía escocesa, ni en los del Castillo de Windsor, donde permanece todo lo relativo a la familia real. Los restos del avión fueron rápidamente retirados por orden del rey, y también desparecieron.

Todos los oficiales encargados de su recogida recibieron la orden de no hablar jamás de lo que habían visto. Se dijo que el dignatario nazi Rudolph Hess era uno de los pasajeros que había sido invitado por el duque para negociar de forma secreta, pero Hess murió años más tarde. También se dijo que el príncipe Jorge pilotaba el aparato y viajaba con un maletín secreto agarrado a su muñeca o que iba a reunirse en Islandia con un general estadounidense para conspirar contra su hermano, Jorge VI.

En su libro «The death of Prince George, duke of Kent, 1942: a new investigaction» («La muerte de príncipe Jorge, 1942: una nueva investigación»), Michael Morgan aporta una información hallada en los archivos de Sydney Wood Smith, un australiano de 24 años, tercer piloto a bordo del avión: varios datos de la investigación oficial de 1942. Según estos datos, el piloto en el momento del accidente era el teniente coronel Thomas Moseley, y no el australiano Frank Goyen, al que se había culpado del accidente.

Pero Moseley no tenía la preparación suficiente para pilotar un avión en circunstancias climatológicas tan adversas. Morgan descubrió también que la brújula estaba regulada de forma incorrecta y que el plan de vuelo, fijado sobre el interior y no sobre la costa, no era el adecuado para un hidroavión. ¿Se trató, pues, de ocultar graves errores de la Fuerza Aérea?

Morgan asegura que los propios investigadores oficiales no tenían la cualificación necesaria. Los primeros testigos en acudir al lugar de los hechos, varios granjeros y un guardabosques, ni siquiera fueron interrogados por las autoridades. Los efectos personales del duque, además, desaparecieron durante el inventario. Pero más sorprendente aún es la ausencia en el vuelo del sargento Evans, el oficial encargado de la protección del duque. La razón esgrimida fue la falta de espacio. Alguien tomó su lugar. Pero, ¿quién?

Eduardo de Kent, hijo de Jorge, junto a la fallecida reina Isabel II en el Jubileo de Platino de 2022. / GTRES

El duque de Kent fue enterrado en Frogmore Estate, junto al mausoleo de la reina Victoria. Dejó tres hijos pequeños. Su viuda, Marina, siempre permaneció ajena a las habladurías, antes y después de la muerte de su marido. Era una princesa de sangre real y su dignidad debía permanecer a salvo. Además, adoraba a su marido. Continuó con sus actividades caritativas y de representación. Murió en Kensington Palace el 27 de agosto de 1968, a los 61 años, por un tumor cerebral. Está enterrada también en el cementerio real de Frogmore.

Su hijo mayor es Eduardo, actual duque de Kent; el segundo, el príncipe Miguel de Kent; y la tercera, la princesa Alexandra, que se casó con el empresario Angus Ogilvy. Los tres, primos de Isabel II, han desempeñado un activo papel en las tareas reales y fueron muy queridos por la reina. Los documentos oficiales de la policía relacionados con el duque de Kent, siguen embargados – lo estarán durante 105 años, es decir, hasta 2047– y no existe ningún monumento erigido en su memoria, ninguna obra de caridad con su nombre, y nadie en la familia real hace referencia a él.