Federica de Hannover, reina de Grecia y madre de la reina Sofía. /
Era nieta de la reina Victoria de Inglaterra y del káiser Guillermo II y fue acusada durante años de haber simpatizado con el régimen nazi, pero la valentía que demostró Federica de Hannover, madre de la reina Sofía , durante la II Guerra Mundial y su compromiso con el trabajo social en la posguerra, una vez que se convirtió en reina y la familia regresó del exilio tras la II Guerra Mundial, le ganaron el respeto de sus súbditos y de numerosos mandatarios de la época.
A pesar de todo, nunca consiguió un aprecio unánime y fue acusada de interferir políticamente durante su reinado y, sobre todo, durante el de su hijo Constantino, que acabó con un golpe militar en 1967 y provocó el exilio de la familia real griega . Federica fue a Roma y luego a La India y allí estudió filosofía. A principios de los años setenta publicó sus memorias.
Federica Luisa Thyra Victoria Margarita Sophia Olga Cecilia Isabella Christa nació el 18 de abril de 1917 en el castillo de Blankenburg, en lo que entonces era el imperio alemán. Era princesa del Reino Unido e Irlanda y de Dinamarca, además de princesa de Hannover.
Su padre era Ernesto Augusto, príncipe de Hannover y duque de Brunswick y su madre, la princesa Victoria Luisa de Prusia, hija del káiser Guillermo II. Federica era la única chica de cuatro hermanos: Ernesto Augusto, heredero del ducado de Brunswich; el príncipe Jorge Guillermo, el príncipe Christian Oscar y el príncipe Güelfo Enrique.
Federica creció en lo que ella misma definió como un ambiente mayestático. La dinastía de los Güelfos, a la que pertenecía su familia paterna, era una de las más antiguas de Europa y la futura reina de Grecia se empapó de esa conciencia familiar. Además, aprendió a desenvolverse en un ambiente masculino y a buscar su sitio, lo que forjó en ella un carácter decidido y resistente.
Los primeros años los pasó entre la casa familiar de Gmunden, en Austria, donde la familia se exilio tras abdicar su padre después de la I Guerra Mundial, y el castillo de Blakenburg, donde había nacido. Sus padres celebraban cenas, bailes y cacerías para la realeza europea. Su madre, la princesa Victoria Luisa, la llevaba a visitar a su abuelo el Kaiser, que también había abdicado, tras la derrota de Alemania. Tenía pocas relaciones con otras niñas, lo que marcó una infancia solitaria y rodeada de soldados de plomo. Su pasión era su pony Purzel. En familia, la llamaban Freddie. De su madre heredó el amor por la naturaleza.
Siendo todavía muy niña fue enviada a estudiar a Kent, al North Foreland Lodge School, por consejo de la reina Mary de Gran Bretaña. Su vínculo con su familia británica era también muy fuerte. Fue poco después cuando conoció por primera vez a su futuro marido, el príncipe Pablo de Grecia, primo hermano de su madre, en 1927.
Ella tenía tan solo 10 años, pero aquel encuentro la marcó para siempre. Cuando se graduó, fue enviada a una escuela americana para señoritas en Florencia, donde estudió arte y filosofía y se preparó para ser una buena esposa de algún miembro de la realeza, como era la costumbre entonces en las familias reales.
Federica, a pesar de su educación británica, también recibió la influencia de la cultura hitleriana, nacionalista, belicista y exigente, aunque abominaría de ella. Se inscribió en las juventudes hitlerianas, pero, según ella argumentó más tarde, «todos lo hacían» en Alemania, en aquel tiempo.
Hitler quería que las casas reales alemanas se vincularan con la realeza británica y propuso a los padres de Federica, que en ese momento tenía 17 años, que la prometieran con el príncipe de Gales, más tarde Eduardo VIII, que apoyó siempre al dictador. A sus padres no les gustó la solicitud, nunca se les había pasado por la cabeza, teniendo en cuenta que entre ambos había una diferencia de edad de 22 años.
En Florencia estaba en contacto con la reina madre de Rumania, Helena, hermana de su futuro marido, y eso la introdujo a la realidad de Grecia. Era extrovertida y natural y le encantaban los animales y los niños. Fue en Italia donde Federica y Pablo estrecharon sus lazos.
El príncipe Pablo le pidió matrimonio en 1936 durante los Juegos Olímpicos de Berlín. La boda se celebró en Atenas, el 9 de enero de 1938 en la Catedral Metropolitana. Federica se convirtió en heredera al trono de Grecia. La pareja se instaló en los suburbios, en una villa, en Psychiko.
Luego vendrían el primer exilio, durante la II Guerra Mundial, los hijos y una agitada vida en el trono. Pero Federica conservó siempre ese carácter enérgico y pizpireto. Los diplomáticos europeos la llamaban «queennie» (pequeña reina) por su reducida estatura y su arrolladora personalidad.