La boda de Victoria López-Quesada permitió fotografiar al rey Felipe y la infanta Cristina en situación de normalidad fraternal, algo que no se producía desde el escándalo del caso Nóos. /
Pese a la movilización general para avistar cualquier detalle de la boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno de la Cova , apenas nada pudo verse en el acceso de la finca Soto Mozanaque , donde se celebró enlace y convite. El secretismo entraba dentro de lo previsible, y no solo por la asistencia de Borbones y una nutrida representación de la aristocracia española. Recordemos: la novia es ahijada del rey Felipe y la famosa niña a la que Froilán propinó una patada en la boda del monarca con Letizia.
Sabíamos que la representación de la familia real en este enlace no iba a defraudar, pues los lazos que unen a la familia de la novia con los reyes, también con los eméritos, son fuertes. El padre de la novia, Pedro López Quesada , es amigo de juventud del rey Felipe y la persona que, dicen, le organizó su despedida de soltero. Su mujer, Cristina de Borbón-Dos Sicilias , es hija de Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria y primo hermano del rey Juan Carlos.
La madre de la novia es, por tanto, prima de Felipe VI, Elena y la infanta Cristina , aunque es con esta última con la que tiene una amistad especialmente íntima. De hecho, Cristina de Borbón-Dos Sicilias fue su leal escudera en los peores momentos de su biografía, en especial durante el juicio del caso Nóos y la posterior entrada en prisión de Iñaki Urdangarin, debido precisamente a aquel caso de corrupción.
Que el punto final definitivo a la tragedia de los Urdangarin Borbón se produzca precisamente aquí, en la boda de Victoria López-Quesada , posee cierto calado literario. Existieron otras ocasiones para visibilizar el restablecimiento de la relación entre el rey Felipe y la infanta Cristina, como aquel encuentro de junio en un acto de La Caixa. Sin embargo, entonces no se mostró a los hermanos ni siquiera mirándose. Mucho menos charlando.
Ha sido ahora, en la misma puerta de la finca del duque de Albuquerque en Algete, cuando se ha permitido a los fotógrafos tomar la foto, histórica, que certifica el fin definitivo del caso Nóos con la constatación de una reanudación de las relaciones familiares. Ya podemos decir que el rey Felipe se ha reconciliado definitivamente con su hermana pequeña, pues él mismo conducía el coche que llevaba a ambos a la boda de Victoria López-Quesada.
Lo cierto es que la narrativa que seguía sosteniendo las tensiones entre Felipe y Cristina se tambaleaba desde hace meses, al conocerse que los hermanos habían coincidido en Marivent o que los hijos de la infanta tenían las puertas de la Zarzuela más que abiertas. Sin duda, la mudanza al palacio madrileño de Irene, Miguel y Pablo Urdangarin han debido requerir conversaciones fraternales.
¿Ha tardado demasiado Casa Real en mostrar la realidad de las relaciones entre Felipe y Cristina de Borbón? Puede ser, aunque lo que ahora llama más la atención es la posición de la reina Letizia en todo este desvelamiento. ¿Por qué se ha elegido una fecha en la que la monarca está a kilómetros de distancia, en París apoyando al equipo español en los Juegos Paralímpicos, para certificar esta reconciliación? ¿Sugieren, de alguna manera, que la soberana se sitúa en el exterior de esta paz familiar?