FIESTAs MUY PELIGROSAS La desesperación de la infanta Elena ante el comportamiento de Froilán: por qué cuesta tanto controlar, vigilar y proteger al nieto del rey Juan Carlos

Cada fin de semana supone motivo de inquietud para la infanta Elena , sobre todo si Froilán está en Madrid. La agitada vida nocturna del nieto del rey Juan Carlos aparece en los medios de comunicación todos los meses, y no por un buen motivo. Su última fiesta, dicen que de dos o tres días non stop, podría ser su despedida de la capital, antes de mudarse a Abu Dabi. Es el último recurso de su madre: alejarle de su círculo habitual de amigos y locales conocidos.

La afición de Felipe Juan Froilán a la fiesta no es ninguna excentricidad, ni siquiera en la familia Borbón. Su abuelo, el rey Juan Carlos, y su madre, la infanta Elena , poseen el mismo temperamento hedonista que ahora defiende con uñas y dientes el joven madrileño. Sin embargo, Froilán no se desenvuelve en los mismos ambientes que, pongamos, un Íñigo Onieva en sus tiempos de esplendor nocturno. Y eso es lo que más preocupa, no solo en la familia.

La crónica de las noches de fiesta de Froilán pueden comenzar en locales de moda del todo habituales en la agenda de los cachorros de la jet set, la aristocracia y hasta los royals. El problema es la extensión de la fiesta más allá del horario acostumbrado para el ocio juvenil. Y, sobre todo, el enlazamiento de un local tras otro, uno cada vez peor que el anterior.

Froilán ha sido visto en locales peligrosos, en los que mafias, armas, drogas y redadas son habituales. No solo el famoso 'after' (discotecas que abren a partir de las siete u ocho de la mañana), con funciones de sauna y local de intercambio de parejas, en el centro de Madrid. Allí, la policía que inició una redada al detectar exceso de aforo encontró drogas, un cuchillo y hasta menores de edad. Pero la siguiente parada del nieto del rey Juan Carlos fue aún más peligrosa.

Sin duda, los costes de imagen para la familia real a cuenta de las salidas nocturnas de Froilán son altos, pero insignificantes ante el descrédito de un chaval que aún debe comenzar su carrera profesional y, sobre todo, los peligros a los que se expone. Por suerte, Casa Real mantiene la escolta (tres personas) que le protege desde Navidades, cuando se vio envuelto en una reyerta a la salida de una conocida discoteca de Madrid. El incidente, de nuevo, se publicó en todas partes.

Froilán terminó en el hospital, como acompañante de un amigo que había sido herido ( un navajazo de 2.5 centímetros) en el brazo. En la versión más benigna del incidente, el hijo mayor de la infanta Elena habría sido un mero observador inocente, con la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el peor de los momentos. Sin embargo, el relato que se contó en alguno programas de televisión muestra otra cara del joven aristócrata.

Parece que, efectivamente, Froilán y sus amigos presenciaron una pelea en la puerta de la discoteca pero, en vez de evitar problemas y alejarse de la violencia, el nieto del rey Juan Carlos se acercó a los agresores que se estaban ensañando con una persona que tenían ya en el suelo para mediar. En ese momento, uno de los atacantes se volvió hacia él blandiendo una navaja y fue cuando su amigo, que se interpuso entre ambos, se llevó el tajo.

Desde luego, el relato no es tranquilizador, porque muestra a un joven ciertamente bienintencionado, casi ingenuo, que no termina de tener conciencia de que puede ser objeto de violencia, sin importar su apellido o, en alguna ocasión, precisamente por este. Según 'Nius', Froilán ya habría recibido algún golpe por este motivo. En abril de 2022, trató de saltarse la cola del baño de caballeros en un local y terminó llevándose un bofetón.

Los escoltas que tratan de proteger a Felipe Juan Froilán se ven impotentes a la hora de proteger al hijo mayor de la infanta Elena, cuarto en la línea de sucesión al trono. 'Voz Populi' relata sus dificultades, debidas a la imposibilidad de la familia a la hora de limitar los movimientos nocturnos del joven.

Las dificultades de la escolta, incapaz de seguirle la pista en todo momento, se unen a la impotencia de Elena de Borbón, evidentemente incapaz de controlar a su hijo aunque viva en su casa. La insistencia de Froilán en conducirse a su antojo lo ha convertido en una persona francamente ingobernable.

Evidentemente, tanto la infanta Elena como Jaime de Marichalar se ven limitados a la hora de ejercer autoridad sobre su hijo mayor. De hecho, el nieto del rey emérito podría estar resistiéndose a la idea de irse a vivir con su abuelo, con lo que tampoco está meridianamente claro que Abu Dabi pueda ser su próxima residencia.