La mujer que pudo reinar
La mujer que pudo reinar
Cuando hace diez años conocíamos por sorpresa la noticia de la abdicación de Juan Carlos I, un diario de la pequeña ciudad de Statesboro, en Georgia, Estados Unidos, aprovechaba que el Misisipi pasa por Alabama para recordar la existencia de una persona ilustre nacida en ese municipio de apenas 20.000 habitantes. «Para los residentes locales puede resultar interesante la conexión con el recién coronado rey de España. Giselle Howard, natural de Statesboro y graduada en el instituto local, a la que sus amigos llaman Gigi y que ahora vive en Nueva York, salió con el príncipe durante dos años y medio, desde 1996, y fue su única novia estadounidense», podíamos leer en aquella noticia de 2014.
En efecto, Gigi Howard fue parte del reducido y variopinto club que formaron las novias de nuestro actual monarca antes de pasar por el altar con Letizia Ortiz. Victoria Carvajal y Hoyos, su primer amor; la joven madrileña Isabel Sartorius, su primera relación seria; Tatiana de Liechtenstein, con la que hubo rumores de boda; y la modelo noruega y publicista Eva Sannum con la que terminó en 2001 «por razones estrictamente personales y particulares», como el propio royal confirmó a la prensa.
Felipe conoció a Gigi cuando estudiaba en Washington y tenía a su primo Pablo de Grecia como compinche de correrías en el extranjero. Al parecer fue Marie Chantal Miller la que les presentó. Su noviazgo salió a la luz cuando se publicaron unas fotografías de ambos en la isla caribeña de Saint Martin.
Pese a que han pasado ya casi 30 años desde el fin de su breve romance, la norteamericana sigue negándose en redondo a hablar de su relación con Felipe VI, pese a reconocer que le han ofrecido mucho dinero por su versión de la historia. En una poco habitual entrevista con 'Vanity Fair', sí que acedía a recordar cómo fue la implacable persecución mediática que sufrió a mediados de los noventa. «Tienes que ser una persona muy especial para poder lidiar con la intensidad y la invasión de la prensa, y yo no era esa persona. Soy muy discreta y eso no era para mí», fue su escueta pero reveladora respuesta.
Lejos de su Georgia natal, Gigi Howard lleva más de dos décadas viviendo en la Gran Manzana, donde dirige una exitosa compañía de productos de belleza sostenibles, SiO Beauty. Ella reconoce que su espejo para convertirse en una emprendedora ha sido siempre su padre. El señor Howard empezó a trabajar en una compañía telefónica cuando tenía 18 años y con los años llegó a ser presidente de esa misma compañía. Según admite su hija, le enseñó que si hay algo que quieres de verdad, tienes que trabajar duro para conseguirlo.
«Cuando era más joven, quería una caña de pescar y, para ganármela, tuve que recoger piñas en el jardín durante una semana. De él aprendí el valor de cada dólar y el trabajo duro», reconocía ante los micrófonos de un pódcast.
Sobre cómo se inicio ella misma en su actual labor profesional, daba las claves en una entrevista publicada en la web de su empresa. «Cuando tenía unos 20 años y trabajaba primero como modelo y luego como publicista de moda y belleza, empecé a notar las arrugas en el escote y me sentí insegura«, relata Gigi sobre aquella epifanía cosmética.
«Vi de primera mano cómo la industria podía hacer que las mujeres se sintieran cohibidas. Me escondía detrás de bufandas y jerseys de cuello alto porque mi cara no hacía juego con mi pecho. Como he trabajado con tanta gente con talento, les pedí consejo a todos: colegas, amigos del sector de la belleza y médicos», añadía sobre aquellos inicios de una empresa que ahora está más que consolidada y ha ganado varios premios incluso. Como consejo para otras emprendedoras añadía que «cuando eres fundadora no puedes permitirte el lujo de considerarte jefa: eres una compañera de equipo, ni más ni menos».
De la vida personal de Gigi Howard, que sigue manteniendo una buena amistad con Marie-Chantal, sabemos que nueve años después de su ruptura con el entonces príncipe de Asturias, se comprometía con el naviero norteamericano Patrick Ammet. Pero dos meses antes de la boda, se les rompía el amor por sorpresa. Desde entonces la hemos visto disfrutar de su espectacular apartamento con unas vistas inmejorables del Empire State o comiendo en algunos de los mejores restaurantes de la ciudad que nunca duerme.
Sin que se le conozcan más parejas, esta licenciada en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Nueva York, decidía a los 42 años ser madre soltera, concibiendo a su único hijo a través de un donante anónimo.
Su pequeño es ahora el eje de su vida, como demuestra en las numerosas fotografías que le dedica en su cuenta de Instagram, llenas de mensajes muy cariñosos. Pero en 2020 usaba una publicación en esta red social para hacer una dura confesión. «A Richard le diagnosticaron recientemente dislexia severa. No sabe leer. Afortunadamente, asistirá el año que viene a una escuela centrada específicamente en la ayuda a disléxicos ayudándoles a aprender con su propio método».
Desde entonces, se ha convertido en toda una activista para combatir este trastorno del aprendizaje, promoviendo campañas para su detección precoz. Incluso recientemente publicaba una foto junto al alcalde de Nueva York, Eric Adams, anunciando un programa para hacer hacer pruebas a todos los estudiantes en las escuelas públicas neoyorquinas.