Por qué nos contaron que la boda entre Grace Kelly y Rainiero de Mónaco fue un flechazo de cuento: se debió a una maniobra financiera (de Aristóteles Onassis)

La gran historia de amor entre Grace Kelly y Rainiero de Mónaco no fue tan de cuento como nos contaron. La boda fue orquestada por el billonario Aristóteles Onassis para sacar al Principado de la bancarrota.

Si quieres ver cómo era la relación de Grace Kelly con sus hijos, pincha en la imagen. /getty images

Si quieres ver cómo era la relación de Grace Kelly con sus hijos, pincha en la imagen. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

En 1956, el mundo suspiraba de amor ante la boda de cuento de hadas entre Grace Kelly, la actriz más elegante y regia del Hollywood del momento, y Rainiero de Mónaco . El relato increíblemente romántico de su flechazo y posterior matrimonio ha resistido durante décadas, y su boda ha seguido provocando suspiros de melancolía generación tras generación. Ella, preciosa con su vestido de encaje de Helen Rose, milimétricamente copiado por novias de todo el mundo, se mostraba entre tímida y arrobada ante su príncipe. Él, condecorado hasta la barbilla, era la viva estampa de un príncipe azul. ¿Cómo no iba a calar hasta los tuétanos la historia de amor de la plebeya americana que enamoró a todo Mónaco ? Y, sin embargo, tras este trampantojo de amor ideal discurría una historia mucho más terrenal. Como dicen los detectives, solo hay que seguir el rastro del dinero.

A mediados de los años 50, el Principado de Mónaco debía resolver dos asuntos urgentes. Uno era la sucesión al trono, puesta en cuestión por la larga soltería del príncipe Rainiero, aún sin perspectivas matrimoniales a los 33. Y, sobre todo, un endeudamiento galopante debido a la II Guerra Mundial que ponía en peligro la continuidad misma del pequeño estado, cuya debilidad era observada con creciente interés por Francia. Además, la hermana de Rainiero, Antonieta, conspiraba para que los políticos monegascos le confiaran los destinos del país, ya que ella ya podía aportar un heredero. En tan delicada tesitura, Rainiero solo tenía un aliado poderoso: Aristóteles Onassis, el billonario armador griego y principal inversor del casino de Montecarlo. «Mueve tu culo real y consigue una novia. La mujer adecuada puede hacer por Mónaco lo mismo que hizo la coronación de la reina Isabel II por Gran Bretaña», le dijo.

Las palabra de Aristóteles Onassis son recogidas por el productor de cine Robert Evans en The Fat Lady Sang, su autobiografía. Onassis se había hecho con el control de la Sociedad Monegasca de Bancos y Metales Preciosos, un banco que fue a la bancarrota a principios de los años 50 y que controlaba el Casino de Montecarlo, varios hoteles y atracciones turísticas. La debacle de este banco se llevó por delante, además, parte de la fortuna personal de Rainiero. Fue suya la idea de convertir la boda del príncipe de Mónaco en una atracción turística que volviera a colocar al Principado como el destino deseado de los veraneantes de la élite europea. Para ello, le ordenó a Rainiero que escogiera alguna actriz de Hollywood, cuanto más famosa mejor, para reactivar los destinos del pequeño estado en bancarrota. Soñaba con convertir el país en un lugar de ocio para millonarios internacionales y estrellas del cine.

La primera elegida para rescatar Mónaco por la vía de una boda televisada fue Marilyn Monroe, pero ni su perfil se ajustaba a lo que se esperaba de una reina ni su ajetreada vida matrimonial dejaba mucho espacio para un noviazgo. La siguiente en la lista era Grace Kelly, cuyas parejas no terminaban de cristalizar en matrimonios. Robert Evans, amante de Grace Kelly a principios de los años 50, no confiaba nada en su capacidad para adaptarse a lo que se esperaba de una princesa consorte.

Vídeo. Grace Kelly, icono de estilo

«Nuestra Alteza Serenísima era bien conocida en Hollywood por jugar a los campamentos de verano con prácticamente todos los actores que le apetecían. No había un microscopio en la tierra lo suficientemente poderoso como para encontrar en su real anatomía un solo átomo de virginidad», escribe Evans. «No era virgen pero sí católica, fértil, rica y famosa, así que cuatro de cinco fue suficientemente bueno para cerrar el trato».

Efectivamente, el padre de Grace Kelly pagó sus 2 millones de dólares de dote, la boda se celebró y Aristoteles Onassis convirtió el Casino de Mónaco en el destino favorito de los ricos del mundo. Rainiero logró pagar las deudas de Principado y, de hecho, en 1964 hasta pudo librarse del billonario griego, recuperando el control del banco y del destino de su estado. Onassis tuvo que buscarse otro patio de recreo.

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